- El ciclo 'Alicante 2019, capital de la memoria' incluye congresos, conferencias, libros, exposiciones, conciertos, teatro, cine, homenajes y visitas guiadas
El escritor Max Aub (París, 1903 - México, 1972) fue el intelectual valenciano que mejor narró la experiencia de la II República española y la Guerra Civil. Hijo de madre francesa y padre alemán, decía que “uno es de donde hizo el bachillerato”. Tenía —según recuerda el periodista Gregorio Morán— dos obsesiones: la justicia y el buen castellano. Aub cierra su Laberinto Mágico, la inmensa serie novelística que publicó entre 1948 y 1968, con Campo de los almendros, posiblemente el mejor testimonio literario del universo concentracionario franquista en el País Valenciano.
El martes 28 de marzo de 1939 zarpó del puerto de Alicante el barco Stanbrook con 2.638 pasajeros. Más de 15.000 personas —aterrorizadas y hambrientas— quedaron atrapadas en los muelles a la espera de más buques que nunca llegaron. El día siguiente, miércoles, la quinta columna alicantina y los presos falangistas liberados ocuparon los centros estratégicos de la ciudad y, al anochecer, nombraron a un nuevo alcalde y a un nuevo gobernador y jefe provincial de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS. La tarde del jueves 30, las tropas italianas del general Gastón Gambara entraron en la ciudad.
Testigo directo de aquellas jornadas fue el periodista Eduardo de Guzmán (Palencia, 1908 - Madrid, 1991). Guzmán —anarquista, director del diario cenetista Castilla Libre y cronista preclaro— publicó el libro El año de la victoria (Ediciones VOSA, 2001), otra narración fundamental del inicio de la represión franquista.
Comenzaba así:
Abandonamos el puerto entre una doble fila de soldados enemigos. Caminamos despacio y en silencio. No tenemos prisa por llegar a ningún sitio ni ganas de pronunciar una sola palabra. Cada uno carga con lo poco que pudo salvar del general naufragio, con lo que hace días pretendía llevarse para iniciar una nueva vida en tierras lejanas y extrañas: una maleta, un macuto, unos papeles o unas mantas. Muchos van con las manos tan vacías como su propio espíritu en esta hora de hundimiento moral y material. Sobre todos pesa, con mayor carga que los livianos equipajes, la abrumadora convicción de haber sido vencidos.
—Pronto envidiaremos a los muertos.
La última esperanza de aquella masa humana desesperada era el exilio en Francia, México o Argelia pero muchos acabaron en el Campo de los Almendros que instalaron los militares fascistas italianos aliados del general Franco. “Fue un lugar improvisado para trasladar a los presos capturados en el puerto y controlarlos a la espera de saber qué hacer con ellos”, explica el historiador Ricard Camil Torres.
“En poco tiempo, las privaciones sufridas por los presos en aquel campo improvisado motivaron que comenzaran a comerse los almendros. Primero los frutos aún débiles en su crecimiento, almendros verdes; después las hojas y, finalmente, la corteza de los árboles, de manera que, rápidamente, lo que había sido un campo productivo de almendras se convirtió en un puñado enorme de personas después de haber desaparecido la vegetación devorada por los presos hambrientos”, escribe Ricard Camil Torres en Una presó amb vistes al mar. El drama del Port d'Alacant, març de 1939 (Tres i Quatre, 2008), un libro colectivo de referencia.
De aquel páramo moral y arbóreo, los vencidos republicanos salieron hacia una muerte segura ante los pelotones de fusilamiento franquistas o hacia otros campos y prisiones. “Hijo mío, estos que ves ahora deshechos, maltrechos, furiosos, aplanados, hechos un asco, destrozados, son sin embargo —no lo olvides hijo mío, no lo olvides nunca pase lo que pase— son lo mejor de España”, dice uno de los personajes de la novela Campo de los almendros.
Max Aub se inspiró, entre otros, en los testimonios del historiador Manuel Tuñón de Lara o de Ángel Gaos. Los datos sobre los hechos “se los dio Ángel Gaos, que también cayó como todos nosotros en la monstruosa trampa del puerto de Alicante; le informó cuando llegó a México muchos años más tarde”, recordaba en sus memorias el escritor gandiense Gonçal Castelló. En México, el país que acogió a gran parte de la mejor intelectualidad española del siglo XX, convivían y discutían los exiliados del fascismo español, como contó Aub en su relato La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco (Cuadernos de Vigía, 2014).
Hoy, 80 años después de aquella catástrofe, la Generalitat Valenciana recupera algunas de las voces de la más famosa novela del laberinto mágico maxaubiano en A orillas del Mediterráneo, un poadcast de 52 minutos elaborado por la Cadena Ser. La cuidada adaptación radiofónica se centra en la historia de amor entre Vicente y Asunción y narra el trasfondo de los últimos días de la Guerra Civil, cuando las ciudades valencianas cayeron en manos de los sublevados franquistas. María Teresa Aub, nieta del autor y presidenta de la fundación para el fomento del estudio y difusión de su obra, ha cedido gratuitamente los derechos de la novela para este proyecto radiofónico.
El ciclo 'Alicante 2019, capital de la memoria', organizado por la Generalitat Valenciana, incluye congresos, conferencias, libros, exposiciones, conciertos, teatro, cine, homenajes y visitas guiadas. La programación cultural gira entorno a tres ejes: la capitalidad del exilio, de la cultura y de la memoria.
Sobrevolando estos actos, en Alicante resuenan 80 años después las voces de Max Aub en El campo de los almendros, una obra extraordinaria —amén de inexplorada e insuficientemente estimada— sobre la destrucción de la democracia en España y el comienzo de la larga oscuridad fúnebre franquista en la posguerra. Para el periodista y escritor Gregorio Morán, el laberinto mágico maxaubiano se sitúa a la altura de El hombre sin atributos de Robert Musil o Vida y destino de Vasili Grossman.“Pocas novelas hay en la segunda mitad del siglo XX, escritas en castellano, que superen a esta obra maestra que cierra el ciclo de El laberinto mágico. Clausura de una vida literaria, la de uno de los más grandes y menos conocidos escritores españoles del siglo XX. Max Aub”.