“Tengo 57 años, más de 30 trabajados y solo 6 cotizados; no voy a poder cobrar una pensión”. Este testimonio solo es uno de los miles que abundan entre las aparadoras de Elche. Las trabajadoras del calzado, principal motor de la ciudad, representan el último eslabón de una cadena que han venido alimentando en el último medio siglo desde el anonimato, la falta de reconocimiento y la ausencia de derechos laborales.
Ahora han decidido unirse y “dejar de ser invisibles” y constituir la primera asociación de aparadoras de Elche después de meses de reuniones y de años de sufrido silencio. Isabel Matute, una de las portavoces de este colectivo de mujeres, ha reconocido este miércoles que “la idea” de agruparse “nace del trabajo que están desarrollando las compañeras de lucha de las kellys” –camareras de piso de los hoteles-, que en los últimos años han venido denunciando la precariedad que se da en el sector turístico y reivindicando una mejora de sus derechos laborales. “Son nuestro modelo a seguir porque vemos que están consiguiendo cosas fruto de la unión”, ha explicado Matute.
Las aparadoras y trabajadoras del calzado han venido representando una parte importante de la principal economía de Elche, y una de las más importantes de la provincia de Alicante, como es el sector zapatero. “Estamos en casas, talleres clandestinos y faÌbricas”, han explicado a través de un comunicado. “Somos las mujeres invisibles que aparan, cortan hilos envasan, dan de cola..., pero no existimos en una industria que nos condena a vivir recluidas y dispersas, aisladas, solas ante la faena, trabajando a destajo para aranÌar unos ceÌntimos en jornadas inacabables, compitiendo entre nosotras y convirtieÌndonos en luchadoras individuales porque saben que juntas somos maÌs fuertes”, añaden.
De momento son 20 empleadas y exempleadas y están convencidas que se irán sumando más en torno a la que han bautizado como la ‘AsociacioÌn de Aparadoras y Trabajadoras del Calzado de Elche’, cuya asamblea fundacional tendrá lugar este viernes por la tarde. Según un estudio de la Universidad de Alicante, el 88% del aparado de la industria del calzado se realiza en la economiÌa sumergida, o lo que es lo mismo, hay 7.332 mujeres trabajando en negro frente a 1.542 hombres.
Es por ello que, como ha explicado Matute, entre las principales reivindicaciones que van a plantear a la administración es “recuperar el derecho de las aparadoras” que no han cotizado lo suficiente por trabajar en negro “durante 40 años”. “Hemos trabajado desde casa pero no se nos ha querido hacer contrato”, asumen. Otras de las luchas pasan por lograr ser incluidas en “un régimen especial” de la seguridad social y que se les reconozcan las enfermedades físicas –dolores de espalda, de articulaciones, etc- y psicológicas –por lo general, depresión- que han venido padeciendo por ejercer este trabajo.
A la pregunta de si buscan ser una alternativa a los sindicatos tradicionales, una de las portavoces ha aseverado que sí. “Nos unimos porque nuestras demandas nunca llegan a las administraciones y a las instituciones y nadie mejor que nosotras para luchar por lo que nos pertenece”, señalan en el manifiesto fundacional.