Calp, la ciudad que más creció en la Marina Alta en términos relativos en los años de la burbuja inmobiliaria, abre la puerta a seguir en el futuro con el mismo modelo de construcción que condujo al colapso. El ayuntamiento tramita una modificación de su planeamiento por la que en toda la zona del Saladar se suprime el límite de alturas de edificación y se elimina, además, el número máximo de viviendas por hectárea permitido. El consistorio argumenta que carece de bolsa de suelo suficiente para absorber la demanda futura de primera vivienda, pero los cambios parecen más bien encaminados a facilitar también allí el modelo de segunda residencia, que domina ya los planes parciales con los que linda. El sector se ubica, además, junto al paraje protegido de les Salines.
Con el vigente planeamiento, el plan parcial del Saladar, de 311.000 metros cuadrados de superficie, da cabida a 2.269 viviendas, con una densidad máxima de 73 viviendas por hectárea. Ahora ese límite desaparece, aunque permanece el de viviendas por cada 1.000 metros de techo (10,94 en una parte del plan parcial y 13,13 en la otra). Paralelamente, se introduce una superficie mínima de vivienda, de 100 metros cuadrados de techo. La propuesta, tramitada por el departamento de Urbanismo que dirige Ana Sala, ha sido elaborada por el prestigioso urbanista Gerardo Roger.
A efectos prácticos, según expertos consultados por este periódico, la medida irá encaminada en sentido contrario a la justificación que hace el ayuntamiento. Según estas fuentes, la modificación no incentiva el modelo residencial de domicilio principal.
Algo similar viene a suceder con la otra gran modificación planteada. Desaparece el límite de altura para las edificaciones, que ahora es de 50 metros medidos desde el nivel del mar. Con la modificación, la altura pasa a ser libre. Siempre y cuando, lógicamente, se cumpla con los parámetros urbanísticos del plan parcial. O sea, tiende hacia el modelo Benidorm.
La propia propuesta municipal lo explica: “Se propone la supresión de la limitación de la cota 50 sobre el nivel del mar estableciendo la altura libre, tal como ya se encuentra regulada para los suelos urbanos contiguos” (los planes parciales PP-1, PP-2 y PP-3), “con la finalidad de facilitar la disposición, en el caso, sin duda excepcional (para ocupaciones por la edificación muy pequeñas, en el entorno del 15%) de edificaciones más esbeltas que primen la no generación de pantallas arquitectónicas, además de proceder a la aplicación del principio de coherencia con respecto a los suelos urbanos contiguos”.
En este punto el documento incurre en contradicción. Por un lado justifica la modificación en que no hay suelo para primera residencia. Sin embargo, por otro, alude a la necesidad de mantener la coherencia con los suelos urbanos contiguos, caracterizados precisamente por el modelo de vivienda turística.
En resumen, estas dos modificaciones van encaminadas a facilitar el incremento del número de viviendas y el modelo vertical de edificación, sin incrementar la edificabilidad total del plan parcial. Son cambios que afectan, eso sí, a la volumetría, por cuanto recoge la posibilidad de incrementar las alturas.
En este sentido, la modificación incide en el modelo urbanístico que transformó Calp en las décadas pasadas. Y que hizo, entre otras cosas, que las inmediaciones de les Salines y del parque natural del Penyal d’Ifac se poblaran de altas torres de apartamentos. O que la poblacíón oficial del municipio se multiplicara exponencialmente. Según los datos de su padrón oficial, Calp pasó de contar con 14.216 habitantes en el año 1996 (el primer año con datos siguiendo la actual metodología del Instituto Nacional de Estadística) a alcanzar los 29.909 en el año 2011. Es decir, que la población llegó a más que duplicarse en cuestión de 15 años.
ACEC muestra su “inquietud”
La otra cuestión relevante tiene que ver con el medio ambiente. El Saladar se ubica junto a les Salines de Calp. De ahí que ya han surgido las primeras voces críticas desde el mundo del ecologismo. La Asociación Cultural y Ecologista de Calp (ACEC) ha mostrado su preocupación por estas nuevas previsiones urbanísticas para el Saladar, y anuncia que estudiará “con mucho cuidado” el documento.
En ACEC, de hecho, lo observan con “inquietud”, y expresa su temor a que “esta mayor volumetría” en la zona del Saladar “pueda afectar de forma negativa al humedal de les Salines”.
El colectivo ecologista recuerda además que El Saladar es el único plan parcial de Calp que aún tenía un límite de alturas, “por lo que con la liberalización de las mismas ya no habrá ninguna restricción al respecto en todo el término municipal”.