Miro la televisión e intento, sin demasiado éxito, entender qué pretende Albert Rivera. Me pierdo en su discurso, pero no porque no comulgue con sus ideas, que no lo hago, sino porque en un aspecto está lleno de irregularidades. De hecho, incluso a su elocuente velocidad mental y dialéctica le cuenta salir del embrollo en el que se ha metido, sin parecer completamente incongruente. Dice sí a buscar en las fosas comunes y en las cunetas a los muertos de la Guerra Civil, para dignificarlos a ellos y a sus familias, ¡bravo por Albert!, pero acto seguido dice, sin demasiado convencimiento, que no piensa cambiar los nombres de las plazas o de las calles de esos mismos que mataron o mandaron asesinar a los de las cunetas. Qué eso no toca ahora. ¿Por qué una cosa sí y la otra no?, ¿acaso no pertenecen a lo mismo, dignificar a las víctimas y dejar de honrar a los ejecutores?.
Valencia tenía una deuda histórica con Amado Granell, capitán valenciano que encabezó la entrada de los aliados en París el 24 de agosto de 1944 para liberarla de los nazis. En realidad España y Francia están en deuda con La Nueva, que era la primera compañía que entró en la capital de las luces y el Sena. Pero como siempre en la historia, la desvirtulización que suelen hacer de ella algunos medios y ciertos políticos, hizo que el periódico Libération de Francia, no hablara en sus páginas del español.
Hace setenta años titularon a su primera plana “Ils sont arrivés!”, (¡Han llegado!) obviando que en la fotografía que ilustraba tan magnífico momento, estaba el señor Granell. La Novena estaba formada por 146 republicanos españoles, que junto a los franceses aspiraban por un mundo mejor. Entonces, ¿por qué se omite parte de nuestra propia historia?
Sin ser demasiado avispados podemos deducir que homenajear a un héroe republicano, en realidad a un buen grupo de ellos, por una dictadura que los masacró, no era algo normal. Pero, ¿y en la democracia? Tal vez se les había pasado, quizás no habían reparado en su notable historia, aunque claro, por si no se habían acordado las autoridades de su gesta, Rafael Torres les refrescaría la memoria. Torres escribió un libro, 'El Hombre que liberó París', que reivindicaba la figura de los hombres que lucharon contra el nazismo siendo españoles. Aunque puede que ese libro, tampoco les despertara nada a los que tienen que escribir la historia oficial, la de los libros de texto, las placas, las calles...
Así que Evelyn Mesquida escribió otro, que significó un ejemplar de referencia para poder hablar con propiedad sobre La Nueva, titulado: 'La Nueve. Los españoles que liberaron París'. Pero los homenajes no llegaban, algo inaudito cuando se conservan placas y sentidas honras a militares franquistas, esos que arrancaron los derechos adquiridos por un pueblo. El gobierno francés no se olvidó del todo de éste grupo de valientes, en el cementerio de Sueca, donde están los resto de Granell, la lápida fue pagada por los franceses y en ella aparecen las letras L.H. (Legión de Honor). Ahora, con el gobierno de Compromís en la alcaldía, se pondrá una placa o calle al capitán que ayudó a liberar Francia del enemigo.
Quizás todas estas acciones ayuden a dignificar a los que cayeron por la libertad, pues el Ayuntamiento, esperemos que sea así en toda su legislatura, ha optado por abrir rutas por los refugios antiaéreos, por los edificios que fueron importante en la Guerra Civil o la localización de los acontecimientos históricos. No podemos olvidar nuestra historia para así, esperemos, no repetirla nunca más. Porque parecía que teníamos que borrarla de nuestra mente colectiva, no conocer que muchos soldados republicanos ayudaron a otros países contra el fascismo o que con la dictadura, la tortura y las agresiones tenían total impunidad. Y estos logros, como siempre vienen merced a las miles de personas que trabajan altruistamente para ponerlas de relieve, sino tal vez los políticos, más metidos en sus micromundos, no se percatarían.
Hay que reconocer la labor del 'Grupo por la recuperación histórica' o la 'Asociación Guerra y exilio', por citar algunos ejemplos. La ley de memoria histórica ha sido tan brutalmente apartada de los presupuestos y tan olvidada, pero olvidada con un propósito, que no recordemos lo mala que es la dictadura, que no sepamos cómo logramos nuestros derechos, a base de luchar y sudar. España se encuentra entre los países del mundo con más desaparecidos forzados, y no lo digo yo, lo dice Right International Spain. Al menos, según ellos, existen 114.266 personas desaparecidas durante la Guerra Civil y el franquismo.
Datos absolutamente escandalosos, pero que parecen no molestar a los que nos dirigen y que Albert Rivera quiere cambiar, quizás muchos de ellos puedan ser recuperados e identificados, pero sus asesinos, que sí descansan en nichos o tumbas y que pueden ser visitados por sus familiares, seguirán teniendo el honor de estar en las placas de las calles, tal vez en la misma donde vive un familiar de un desaparecido o en una plaza pública. Amado Granell será homenajeado, y con él se rendirán honores a todos los divisionarios de La Nueve, pero, ¿cuántos han sido olvidados o siguen enterrados en algún lugar cercanos sin que nadie lo sepa?