Joan Romero y Andrés Boix coordinan un foro en el que especialistas en diversos campos aportarán opiniones sosegadas y plurales sobre temas de fondo para una opinión pública bien informada
Inundaciones en el Mediterráneo: Ante todo la seguridad de las personas
En este otoño tan inestable, tambien en lo atmosférico, hemos asistido de nuevo al fallecimiento de ciudadanos del litoral mediterráneo español a causa de las riadas ocurridas semanas atrás. Sigue resultando inconcebible que, en un país como el nuestro, con medios económicos y recursos materiales y humanos destinados al aviso y emergencia ante este tipo de episodios, sigamos contabilizando cada año muertos por ahogamiento o arramblamiento cuando llueve fuerte. Algo pasa.
Lo peor es que la propia administración, especialmente en las escalas regiones y local, sabe lo que pasa y no quiere, no puede o no se atreve a solucionar el problema. Y los ciudadanos también tenemos nuestra parte de culpa en este problema, porque a veces somos conscientes de actuaciones indebidas que se han llegado a cabo y se siguen realizando en el territorio y que aumentan el riesgo de las personas que allí se han instalado, y no decimos nada. O, simplemente, actuamos de forma imprudente, queriendo hacer vida normal en días con aviso meteorológico, como si no pasara nada. Sacamos el coche, cruzamos los barrancos, andamos por calles repletas de agua. Estos días hemos visto imágenes de este tipo en los medios de comunicación y las redes sociales. En esta ocasión, en Baleares, hemos vuelto a registras muertos dentro de su vivienda, como ocurrió en 1997 en Badajoz. Entonces se comprobó que los ahogados residían en viviendas que ocupaban espacio de riesgo de inundación en la confluencia de dos arroyos. Dos décadas después se repite la secuencia.
Es cierto que las inundaciones tienen causas multiples (atmosféricas, hidrológicas, territoriales, humanas, económicas, políticas incluso) y todas merecen atención y medidas de actuación. En España, se han mejorado enormemente los sistemas de predicción meteorológica, con AEMET al frente, que se ha situado al nivel de los grandes organismos estatales a nivel internacional en esta cuestión. Se demuestra que la inversión en predicción meteorológica no sólo es necesaria, sino impresdincible, en un país como el nuestro si se quieren reducir daños económicos y evitar víctimas humanas con ocasión de eventos atmosféricos de rango extremo.
Desde su creación en 1982, Protección Civil y el conjunto de cuerpos y fuerzas de seguridad con mención destacada para los bomberos, en las diferentes escalas, se ha colocado asimismo en los primeros lugares mundiales por su eficacia en la gestión de las emergencias. A ello se ha unido la UME, a la que nunca agradeceremos bastante su propia creación en 2006 y su profesionalidad, rigor, eficaz organización y capacidad de respuesta y resolución en este tipo de situaciones superiores de emergencia.
También, desde los años ochenta del pasado siglo, tenemos implantados sistemas de información hidrológica en las demarcaciones hidrográficas de nuestro país, que permiten conocer el caudal instantaneo que circula en un momento dado por un cauce fluvial. El problema es que en nuestro país hay muchos cauces secos que han sido maltratados, alterados, modificados artificialmente por la mano del ser humano, sin encomendarse a nadie ni respetar su propio trazado y sus márgenes, el llamado territorio fluvial. El cauce seco es también cauce fluvial y, a efectos jurídicos, dominio público hidráulico.
Y aquí está la clave del problema de las pérdidas económicas y, lo peor, de las víctimas humanas cuando llueve torrencialmente en áreas con cauces fluviales próximos. Cauces que han sido “adaptados” a conveniencia, a nuestro capricho, con una falta de respeto enorme a la naturaleza. En Mallorca y Málaga ahora, pero en muchos más territorios españoles, fundamentalmente de su litoral mediterráneo, se siguen produciendo víctimas mortales porque no se ha respetado el cauce de los ríos, de los barrancos, de las rieras, de los arroyos, de las ramblas. La lluvia no mata, matan las malas praxis del ser humano sobre el territorio que ocupa espacios que nunca debería haber invadido con actividades económicas, infraestructuras, equipamientos y, lo que es peor, con viviendas.
Las lluvias en nuestro país y especialmente en el área mediterránea a menudo son torrenciales, es decir, caen con gran intensidad en corto espacio de tiempo y esto ocasiona crecidas súbitas de cauces fluviales con caudales tan abundantes que desbordan los propios lechos de los ríos e invaden lo que encuentran a su alrededor. Pero es que ese alrededor es territorio de los ríos, indebidamente ocupado, invadido, y aquí está el problema. A menudo esos ríos están secos durante meses, años, y sólo circula el agua en ellos cuando llueve de esta manera. Pero son cauces y, por tanto, territorio del río que debemos respetar.
Esta situación, característica del litoral mediterráneo que ha registrado episodios históricos desde que hay ocupación humana en sus valles y áreas costeras por donde circulan o desembocan los cauces fluviales, se ha agravado en los últimos cincuenta años debido a la intensa actividad inmobiliaria que se ha desarrollado al calor de la expansión urbana descontrolada y la promoción turística.
Hay, por tanto, dos procesos territoriales principales que han creado espacios de alto riesgo de inundación en nuestro país: a) crecimiento de núcleos de población históricos, próximos a cauces, que habían respetado el territorio fluvial hasta que desbordan sus murallas y desarrollan sus ensanches y polígonos de vivienda, a partir de finales del siglo XIX. Este crecimiento ha topado con los cauces, a veces con agua a veces secos y se han incorporado a la trama urbana, sin haber hecho la “digestión” necesaria, es decir, sin haber diseñado sistemas de evacuación (colectores, alcantarillado) de aguas pluviales de suficiente capacidad para albergar lluvias torrenciales de tipo mediterráneo; b) Desarrollo de áreas residenciales, de finalidad turística o residencial, que se han ubicado, directamente, en espacios inundables de esta costa mediterránea. No sólo en proximidades de cauces fluviales, sino en áreas de encharcamiento natural (marjales, humedales, abanicos aluviales). El resultado es que, tanto en el primer proceso como en el segundo, se crean areas de riesgo de inundación y se somete a un número elevado de personas al peligro de lluvias torrenciales y sus efectos. Por tanto, la inundación deja de ser un proceso natural y se convierte en un problema creado por el ser humano. Un grave problema porque se ponen en riesgo vidas humanas.
El resultado es que cerca de dos millones de personas viven en áreas de riesgo en esta región del este de España. Desde Girona hasta Cádiz, incluido el archipiélago balear. Esta es la principal región-riesgo frente a las inundaciones en nuestro país, a la que habría que incluir el archipiélago canario, especialmente las islas de Gran Canaria y Tenerife, y el País Vasco, por sus singulares condiciones geográficas –valles pequeños y estrechos con ríos de elevada pendiente y gran capacidad de arrastre-. En estas tres áreas se concentra el 90% del problema de las inundaciones con víctimas mortales en nuestro país.
Y un problema añadido. Estas áreas de riesgo mayor, especialmente en el litoral meditrráneo y Canarias, se han llenado de población residente, europea, que no conoce los rasgos geográficos ni climáticos de estos espacios y no son conscientes del peligro que entrañan las lluvias intensas en los mismos. Por ello, se ha producido un aumento de víctimas mortales entre los residentes europeos que han venido a vivir a nuestro país en estas áreas de clima generalmente soleado y bonancible. Aquí hay una labor importante de educación para el riesgo que deben llevar a cabo las administraciones regionales y locales.
Tres problemas de las inundaciones en España para el futuro
A la situación descrita, que ha sido, con frecuencia, el escenario causante de víctimas mortales en España y especialmente en el litoral mediterráneo, cuando ha llovido torrencialmente se une una cuestión importante para el futuro inmediato: el efecto del cambio climático. El calentamiento global está teniendo tres manifestaciones importantes en el litoral mediterráneo español que van a agravar el problema en las próximas décadas.
Los datos demuestran ya, de forma evidente, las siguientes cuestiones:
- 1) Cambios en la estacionalidad de las precipitaciones. Llueve menos en primavera y más en los otoños. Esto tiene dos efectos claros. La menor lluvia de primavera debe monitorizarse porque de convertirse en tendencia puede poner en peligro los abastecimientos de agua en la franja mediterránea. Y, para la cuestión que estamos analizando, las mayores lluvias de otoño agravan el problema de las inundaciones en esta región española porque las precipitaciones de otoño son, como sabemos, más intensas, en forma de tormenta; esto es, lluvias que originan crecidas subitas de cauces fluviales e inundaciones.
- 2) Ha cambiado también, la manera de llover en el Mediterráneo. O está cambiando a ritmo acelerado. Cada vez se producen lluvias intensas con más frecuencia. No son necesarias cantidades de agua desorbitadas, de más de 500 ó 600 litros por metro cuadrado en un día, como se han registrado en épocas pasadas en esta región española, para que se produzcan inundaciones graves y pérdida de vidas humanas. Desde 2000 han aumentado los episodios de lluvia de 50 o 100 litros por metro cuadrado en una hora u hora y media, que ya generan problemas y víctimas. Esta es la nueva manera de llover en el litoral mediterráneo. Tormentas fuertes, de cuantía media, pero que caen en menos de una hora. Y ocasionan “inundaciones relámpago” en cauces que circulan por áreas urbanizadas, arrastrando todo lo que encuentran a su paso. A veces, incluso, arrastrando a seres humanos.
- 3) El calentamiento de la atmósfera transciende al mar Mediterráneo. Y esto es un problema de calado. Como han demostrado los investigadores del CEAM (Centro del Estudios Ambientales del Mediterráneo) el mar Mediterráneo, frente a las costas españolas, muestra una tendencia de calentamiento preocupante desde los años ochenta del pasado siglo, que se han acelerado en las dos últimas décadas. De manera que el agua del mar está más caliente que hace cuarenta años y ese calor se mantiene más en el calendario. Es decir, para registrar temperaturas de la superficie marina por encima de 25ºC, antes había que esperar al mes de agosto y septiembre. Ahora tenemos aguas calidas, con esta temperatura o superior, desde junio y hasta finales de octubre. Lo que prolonga el calendario de riesgo de posibles lluvias torrenciales durante más meses del año.
Y tres posibles soluciones
Ante el preocupante escenario de futuro que van a generar los episodios en las áreas de riesgo de inundación ya conocidas en nuestro país, y muy especialmente en la costa mediterráneo, caben algunas propuestas que reduzcan las pérdidas económicas y, sobre todo, puedan salvar vidas humanas cuando llueva torrencialmente. Básicamente pueden resumirse en estas tres ideas:
- 1) Es imprescindible que se haga una aplicación minuciosa de la Ley del Suelo de 2015, por lo que respecta a la obligación de elaborar cartografías de riesgo natural en el suelo que se pretenda transformar. Los Colegios de Geólogos y de Geógrafos han denunciado, científicamente, este hecho desde hace años, con declaraciones y trabajos de investigación. Pero la situación no ha cambiado. Se aportan mapas, en la mayoría de ocasiones, que no sirven para mucho. Que no reflejan la realidad de la peligrosidad natural, en su conjunto, de un territorio. Que no son realmente mapas de riesgo sino de peligrosidad. Y no es lo mismo. El primero es un siemple documento de aviso; el segundo es un documento jurídico que pretende la salvaguarda de vidas humanas. España tiene ya una buena base cartográfica oficial de riesgo de inundaciones; el denominado Sistema Nacional de Cartografía de Zonas Inundables, creado por mandato de una Directiva Europea de Inundaciones (Directiva 60/2007). Por tanto, se tienen perfectamente localizadas las áreas con riesgo de inundación en España. Lo que debe hacerse es consultar esta base cartográfica en los procesos urbanísticos, actualizarla constantemente, adaptarla a la escala de trabajo correspondiente y mejorarla si es necesario con el trabajo de campo. Y añadir al riesgo de inundaciones los otros riesgos naturales que puedan existir en un territorio.
- 2) Cambio de la normativa de aguas en España para que los “períodos de retorno” no sean el criterio principal para la designación de las zonas inundables. Se trata de un concepto estadístico, incorporado desde hace décadas a la normativa de nuestro país y que ha demostrado su ineficacia para la delimitación de estos espacios, al tiempo que se ha convertido en una coartada perversa para justificar actuaciones de ocupación de espacios inundables indebidas y la correspondiente inacción de las administraciones. Cuando decimos que una episodio de lluvias o de avenida fluvial tiene un período de retorno de 500 años se genera una sensación de falsa seguridad en los receptores del mensaje. Como si una inundación de esa magnitud en el área mediterránea sólo ocurriera cada 500 años. Esto es una falsedad que ha costado vidas humanas. Hay otros criterios más racionales que deben sustituir o al menos complementar a la mera indicación jurídica de los períodos de retorno. Además, este mismo criterio se utiliza erróneamente para diseñar las obras de evacuación de aguas (colectores) en las ciudades. En el litoral mediterráneo, las obras hidráulicas de evacuación de agua pluvial deben dimensionarse para acoger lluvias de hasta 800 litros por metro cuadrado en 24 horas. Cualquier dimensionamiento inferior es una llamada al desastre potencial y un despilfarro de dinero porque las obras que se lleven a cabo no serviran para mucho. Tenemos ejemplos de sobra de colectores, puentes, canalizaciones que se las ha llevado el agua por delante, sin llegar ni de lejos a ese umbral.
- 3) Debe ponerse en marcha un sistema nacional de avisos a la población cuando se produzcan este tipo de situaciones meteorológicas extremas, a partir de los sistemas actuales de telefonía móvil. Las áreas que puedan verse afectadas por un episodio de lluvia torrencial, en las próximas 6 horas, deben ser avisadas con un sistema de mensajería a través de los teléfonos móviles. Los ciudadanos que vivan en esas zonas potencialmente afectadas por una situación atmosférica extrema, deben recibir en sus teléfonos un mensaje de aviso para que actuén con prudencia siguiendo las indicaciones de los cuerpos y fuerzas de gestión de las emergencias. Se trata de un mensaje de fuerza mayor, que debe encontrar la respuesta jurídica idónea para salvar las limitaciones de la privacidad, porque estamos jugando con vidas humanas que se pueden perder. En algunos paises del mundo occidental estos sistemas llevan funcionando desde hace años, con muy buenos resultados.
Y junto a ello, en muchos núcleos de población de nuestro país, donde se han ocupado espacios inundables o se ha alterado el territorio fluvial, no queda más remedio que llevar a cabo actuaciones (desviar cauces, crear zonas de inundación natural, construir colectores de gran capacidad) para evitar la perdida de vida humana en esos entornos de elevado riesgo cuando llueva torrencialmente.
La sociedad del riesgo, y nuestra sociedad española es un buen ejemplo, conlleva actuaciones responsables por parte de administración y ciudadanos para gestionar las situaciones de peligro y aminorar sus efectos. Si no se hacen, si se oculta la verdad, si se mantiene desinformada a la ciudadania de los peligros que conlleva vivir cerca de un cauce fluvial o en una zona de encharcamento de agua, el resultado seguirá siendo, como de costumbre, el lamento y el lloro por la pérdida de vidas humanas cuando se produzca un episodios de lluvias intensas, como los que hemos tenido este pasado mes de octubre en el litoral mediterráneo español. Y al poco nos olvidaremos de lo sucedido...hasta la próxima. Y aquí nadie tendrá nunca responsabilidad de nada, volveremos a meter la cabeza bajo tierra como el avestruz y se seguirá culpando a la naturaleza de su perversidad en las situaciones de lluvias torrenciales. Honestamente, creo que una sociedad como la española no se puede permitir el lujo de registrar más victimas humanas con ocasión de lluvias torrenciales. Y hay medios para evitarlo.
*Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante. Presidente de la Asociación de Geógrafos Españoles
Para más información:
-Sistema Nacional de Cartografía de Zonas Inundables. Disponible en el enlace:
https://www.miteco.gob.es/es/agua/temas/gestion-de-los-riesgos-de-inundacion/snczi/default.aspx/
-OLCINA CANTOS, J. (2017) “Incremento de episodios de inundación por lluvias de intensidad horaria en el sector central del litoral mediterráneo español: análisis de tendencias en Alicante”, Rev. Semata, 29, 143-163.
-ARANA GARCÍA, E. (dir.) (2018) Riesgos Naturales y Derecho: Una perspectiva interdisciplinar. Ed. Dykinson, Madrid,. 477 p.
En este otoño tan inestable, tambien en lo atmosférico, hemos asistido de nuevo al fallecimiento de ciudadanos del litoral mediterráneo español a causa de las riadas ocurridas semanas atrás. Sigue resultando inconcebible que, en un país como el nuestro, con medios económicos y recursos materiales y humanos destinados al aviso y emergencia ante este tipo de episodios, sigamos contabilizando cada año muertos por ahogamiento o arramblamiento cuando llueve fuerte. Algo pasa.
Lo peor es que la propia administración, especialmente en las escalas regiones y local, sabe lo que pasa y no quiere, no puede o no se atreve a solucionar el problema. Y los ciudadanos también tenemos nuestra parte de culpa en este problema, porque a veces somos conscientes de actuaciones indebidas que se han llegado a cabo y se siguen realizando en el territorio y que aumentan el riesgo de las personas que allí se han instalado, y no decimos nada. O, simplemente, actuamos de forma imprudente, queriendo hacer vida normal en días con aviso meteorológico, como si no pasara nada. Sacamos el coche, cruzamos los barrancos, andamos por calles repletas de agua. Estos días hemos visto imágenes de este tipo en los medios de comunicación y las redes sociales. En esta ocasión, en Baleares, hemos vuelto a registras muertos dentro de su vivienda, como ocurrió en 1997 en Badajoz. Entonces se comprobó que los ahogados residían en viviendas que ocupaban espacio de riesgo de inundación en la confluencia de dos arroyos. Dos décadas después se repite la secuencia.