Atado y bien atado. Así, como aprendió de su padre putativo, ha querido Rita Barberá dejar muchas contrataciones municipales para que determinadas empresas sigan haciendo su agosto a costa de los vecinos y vecinas de València, independientemente de quién decida la ciudadanía con su voto que gobierne la ciudad a partir del próximo domingo.
Así lo lleva haciendo Barberá, consciente de que se le viene encima una merecida y rotunda derrota en las urnas, desde hace unos meses. Un tiempo en el que junto a su equipo se ha mostrado particularmente activa para renovar las contratas municipales, algunas prorrogadas artificialmente, e incluso incumpliendo la legalidad, con la clara intencionalidad de que su renovación se aprobara antes de que un nuevo gobierno —uno que vigile con lupa en qué se gasta el dinero público y a quién le llega— tomara posesión.
Ejemplos hay muchos. Desde el de las contratas de Jardinería, gestionadas desde hace muchos años por SAV y FCC a pesar de los informes negativos del departamento de Fiscalización, y que ha sido de nuevo beneficiaria de un contrato millonario de más de 67 millones de euros; al alarmante caso de las contratas de señalización horizontal y vertical, que ha aplicado un incremento de más del 70% de los precios presupuestados, y que pese a ello ha visto prorrogado su contrato sin reparos del gobierno del PP.
Sin embargo, si hay un caso verdaderamente llamativo por su desvergüenza, es el de la contrata de la ORA, que programado para estos días en que el mandato de Barberá exhala su último aliento, establece la ampliación de las actuales 5.400 plazas de aparcamiento de zona azul y naranja existentes ahora en la ciudad, hasta casi 15.000. Es decir, que según el plan del gobierno Barberá, los conductores valencianos tendrán que pagar un ticket de la ORA en prácticamente todos los barrios de la ciudad, sea en el centro o en la periferia.
La jugada de Rita, reconozcámoselo, es maestra en su mezquindad. “Si pierdo las elecciones —piensa Barberá— le regalo a la empresa privada adjudicataria del contrato de gestión, más de 83 millones de euros en los próximos 8 años, y además el enfado de la ciudadanía por las nuevas plazas de ORA igual hasta se lo lleva el nuevo gobierno. Y si suena la flauta y me vuelven a votar, pues ese voto avala este atraco”.
Sin embargo, para desgracia de Barberá y sus compinches, en Compromís per València estamos determinados a paralizar este enésimo saqueo a las economías familiares a beneficio de una empresa amiga del PP, que ha demostrado que en numerosas ocasiones las licitaciones públicas eran una vía para financiarse ilegalmente y enriquecerse de forma fraudulenta.
Será una de las primeras decisiones que tomaremos el 25 de mayo cuando hayamos formado un gobierno de cambio, encabezado por Joan Ribó, que atienda a las necesidades de las personas y no a los intereses de esos pocos que quieren seguir haciendo negocios sobre la piel de las valencianas. Solo hace falta determinación y honradez. Y afortunadamente, para que llegue el lunes 25 solo queda un trámite, votar el domingo 24 con valentía.