El químico valenciano Avelino Corma lamenta que en España no haya habido nunca una política “continuada” de apoyo a la Ciencia y la Tecnología, solo “impulsos”, y aboga por un Pacto de Estado que permita una planificación a largo plazo que dé estabilidad y no dependa “de quién está en el Gobierno”.
El Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 2014 afirma que un país fuerte en Ciencia y Tecnología es aquel en el que hay una “inversión y voluntad pública importante”, pero también un caldo de cultivo empresarial y tecnológico con “muy buen nivel”.
“En España ha habido impulsos, épocas en las que ha habido una mayor concienciación y se han dedicado más recursos y otras en la que se ha destinado menos”, afirma Corma, que reconoce que la crisis económica ha hecho “mucho daño” a la investigación, especialmente a la incorporación de jóvenes al sistema de Ciencia y Tecnología.
A su juicio, la incorporación de nuevos científicos y tecnólogos ha estado “paralizada” durante unos años y el número de los que entraban “era mucho menor de los que en realidad se jubilaban”; esas generaciones han tenido que buscar otros trabajos o irse fuera de España y recuperarlos ahora “va a ser difícil”.
El también Premio Jaime I de Investigación Básica reconoce que la cultura del mecenazgo no está arraigada en Europa frente a los Estados Unidos, donde una parte muy importante de los fondos para las universidades y para investigación proviene de donaciones.
Según Corma, los resultados de la falta de financiación en la ciencia se observan de “los dos a los cinco años”, y aunque en estos momentos “seguimos todavía con el impulso negativo” hay “luces de que vamos a ir recuperando inversión y medios personales, pero esto llevará un tiempo”.
Confiesa que aunque le gustaba más la física, se hizo químico porque vio más salidas profesionales, y afirma que la química está presente “en todos los actos de la vida, incluso en las relaciones humanas. La vida es pura química, es lo que hace mover el mundo y que estemos vivos”.
Tras licenciarse y doctorarse, estuvo dos años haciendo una estancia postdoctoral en la Queen's University (Canadá) a mediados de los años 70, en plena transición política española, aunque regresó en 1979 a España para “tratar de colaborar al cambio que se estaba produciendo”.
Empezó entonces a trabajar en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), primero en Madrid y después en la Universidad Politécnica de Valencia, donde junto al profesor Jaime Primo creó en 1990 el Instituto de Tecnología Química (ITQ) y, desde entonces, ha realizado 150 patentes, doce de ellas en explotación comercial.
Es experto en catalizadores sólidos ácidos y multifuncionales aplicados al refino del petróleo, petroquímica y procesos químicos, así como en la síntesis y aplicación de zeolitas, compuestos minerales porosos de estructura cristalina cuyas propiedades catalíticas permiten la transformación selectiva de compuestos hacia los productos deseados, al actuar también como verdaderos tamices moleculares.
Además, el ITQ trabaja en la transformación de la biomasa en energías alternativas, nuevos combustibles más eficientes o en productos químicos como surfactantes, fragancias o propolímeros, que nos llevarán, afirma, hacia a una “química más sostenible porque usaríamos materias primas más naturales”.
Candidato al Premio Nobel
Aunque su nombre ha sido apoyado por investigadores y políticos como posible candidato a Premio Nobel, el químico asegura que esto no está entre sus preocupaciones. Lo que le quita el sueño, afirma, son “los problemas que estamos afrontando cada día en nuestra investigación”.
Construir un catalizador que fuera tan selectivo como las enzimas humanas es el deseo de Corma, quien afirma que gracias a la Ciencia y la Tecnología ha aumentado “nuestra calidad de vida y nuestra longevidad”.
A su juicio, salvo que se haga un “descubrimiento extraordinario” no se va a poder prescindir en lo próximos años de los hidrocarburos fósiles ni de la energía nuclear, y afirma que políticamente se podría tomar una decisión “solo si los ciudadanos estuvieran dispuestos a asumir las consecuencias”.
“En estos momentos, las fuentes alternativas de energía no podrían suministrar de una manera continua y eficiente toda la energía que se necesita o que utilizamos”, afirma Corma, que añade que de momento “vamos a disponer de un cajón que incluya gas, petróleo, carbón, saltos de agua, nucleares, energía solar y viento”.
A su juicio, se necesita un plan energético “bien pensado y razonado y a largo plazo para que no estemos dando bandazos y haya una estabilidad, porque dependiendo de las circunstancias políticas la situación es cambiante y está afectando a la investigación”.