Bienvenidos a la nueva era del CBD: cannabis suave, en un limbo legal y de venta en tiendas

Lucas Marco

18 de julio de 2021 07:29 h

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“Guárdalo en la bolsa cerrada hasta que llegues a casa por si te para la policía”. La amable dependienta de una tienda cannábica en pleno centro de Valencia, tras insertar el tiquet de la compra en la bolsa, advierte al cliente sobre las precauciones que debe tomar tras adquirir cogollos de CBD. El Cannabidiol es un compuesto no psicoactivo de la marihuana con un porcentaje de THC (Tetrahidrocannabinol, el principio psicoactivo de la planta) del 0,2%, por debajo del umbral que marca la ley para que la sustancia sea considerada ilegal.

El mercado de CBD no ceja de crecer entre enfermos y consumidores recreativos, incluidos turistas. El perfil de clientes es muy amplio, según explica la dependienta, que prefiere hablar bajo anonimato: “Hay desde gente que lo usa como relajante muscular, contra el insomnio o para descansar después del trabajo, y con un rango de edad bastante amplio”. En apenas diez minutos entran en el pequeño establecimiento varios clientes en busca de cogollos de CBD. Pagan en efectivo o con tarjeta y se van con la música a otra parte.

El sociólogo J. A. confiesa que hasta hace poco no conocía la existencia del Cannabidiol: “Fue por una colega que me lo comentó y me surgió curiosidad, la verdad es que lo probé y me gustó porque, cuando estás cansado, te relaja mucho”. Ahora consume puntualmente junto con su marido.

“Como no es psicoactivo”, asegura, “no te genera ansiedad y al día siguiente te levantas bien. Una cosa positiva es que no te entra el hambre loca como con la hierba”. “Hacía mucho tiempo que no compraba marihuana porque al final es mucha historia y como el CBD es legal, te vas a una tienda, lo compras y ya está. Hay bastantes puntos de distribución, no es muy problemático y la novedad es que ya no te sientes como un delincuente”, agrega. 

Más que en la legalidad, el CBD está en una suerte de limbo jurídico. Mientras que en otros países europeos el Cannabidiol está plenamente asentado en el mercado de curso legal, en España la Fiscalía Antidroga ha insistido en perseguir a cultivadores y distribuidores a pesar de la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE).

Una reciente sentencia pionera ha determinado que el fallo del TJUE avala la venta de CBD (en el fondo del asunto no prevalece la defensa de los derechos civiles sino el libre comercio entre Estados miembros de la UE, tal como determinó el alto tribunal en un caso sobre la venta en Francia de vaporizadores de Cannabidiol producidos en la República Checa).

El juez, contradiciendo la postura del Ministerio Fiscal, ordenó que se devolviesen las flores de CBD al propietario de una tienda cannábica y lo absolvió pese a que se enfrentaba a una petición de pena de cuatro años de prisión por un supuesto delito contra la salud pública en la modalidad de sustancias que no causan grave daño a la salud. De hecho, el Observatorio Europeo del Cannabis ha acusado a la Fiscalía española de vulnerar el derecho comunitario en materia de cogollos de CBD.

Muchos paseantes que se topan con este tipo de tiendas se preguntan si los cogollos que venden a plena luz del día provocan el mismo efecto que el clásico canuto de maría. El CBD, según ha podido confirmar este diario, impele un leve colocón, muy inferior al de la tradicional marihuana ilegal, pero conservando el característico sabor y olor del cánnabis. El catálogo de estos establecimientos, que también se dedican a la venta online, incluye numerosas variantes cannábicas y diversos formatos: cremas, geles, incienso o cerveza, entre otros.

La clientela abarca también a personas que padecen enfermedades de diversa índole. A., una mujer con fibromialgia, usa geles de CBD para calmar los dolores crónicos que sufre. “Entre las marcas hay diferencias muy importantes de efectividad, las hay que son prácticamente todo CBD y otras que combinan con arnica y con otros productos tradicionales para masajear zonas de dolor”, explica esta profesora que prefiere el anonimato. “Me ha ido muy bien una de las marcas y me ha aliviado durante unas horas la zona de dolor cuando era por inflamación pero tampoco he notado que sea mucho más eficiente que un Voltaren”, agrega. 

Jorge, propietario de la tienda Tecnogrow en Sagunto (Valencia), denuncia que “hay persecución desde hace tiempo” y reclama que se regule el mercado “para hacerlo bien”. “Si me llega de manera legal, pagando impuestos y todo bien, quién va a pensar que eso no es legal”, se pregunta. “Se supone que pasa una serie de controles y filtros”, asegura el comerciante. 

Las distribuidoras de CBD “te ofrecen el producto en catálogo”. “Llevo trabajando ocho o nueve años comprando productos de manera normal”, dice Jorge, quien ha tenido alguna visita de la Policía en su establecimiento. “Me han llegado noticias de que han entrado en un montón de growshops [tiendas cannábicas] en Barcelona”, señala.

Enrique Soler, propietario del Doctor Cogollo del pasaje del Doctor Serra de Valencia, también alude a inspecciones policiales en tiendas de su gremio en Castellón, Córdoba o Santander. “Hace medio año tuvimos la visita de 14 agentes de la Policía Nacional, la Policía Local y la Guardia Civil”, cuenta Soler, quien asegura que en sus dos décadas en el mercado cannábico siempre ha “predicado con el ejemplo”. “Nunca hemos hecho nada que no debamos, siempre vendemos desde un punto de vista ético: para autoabastecerte”, apostilla. 

“Nos desmantelaron toda la tienda de arriba abajo”, recuerda el propietario del establecimiento. “Tengo otros negocios y nos abrieron absolutamente todas las cajas, buscaban cogollos de CBD”, relata Soler. Un activista y empresario del sector del cánnabis, que prefiere hablar bajo anonimato, lleva unos meses produciendo semillas y fibra (biodegradable e ignífuga) de CBD. “Somos un caso un poco diferente porque trabajamos con muchas empresas de fuera de España, hacemos una selección de semilla certificada de la UE y la vendemos a otros países”, afirma el empresario.

“En España”, abunda, “lo que es hacer flor de CBD está ahora mismo, no prohibido, pero ha habido amenazas de la Fiscalía diciendo que no puede ser y que cualquier unidad florida de cáñamo es marihuana, da igual los niveles”. Jorge, el propietario de la tienda de Sagunto, lamenta la inseguridad jurídica que asegura sufrir: “No sabes cómo está el mercado, no sabes si esto sí o si esto no”.

El empresario que produce semillas y fibra lamenta que “como no hay una ley como tal, la Fiscalía puede meter entre medias lo que quiera”. “Yo tengo ocho colegas que iban a cultivar y se han echado atrás los ocho, la gente no quiere problemas”, asegura. “Ahora mismo el Seprona pega una patada en la puerta y te tratan como a Pablo Escobar”, critica el empresario, quien asegura que “si intervienen más de diez kilos, vas al talego del tirón”. “Imagínate la inseguridad jurídica que genera esto”, advierte.

El productor elogia a los comerciantes que venden CBD en sus tiendas: “Yo los veo unos valientes”, dice. “A nosotros se nos ataca más porque somos el origen, de la tierra sacamos esta flor, en los procesos finales comerciales, que es la venta, parece que no está pasando nada”. El empresario enumera la larga lista de obligaciones burocráticas que debe conseguir un productor de CBD: “200 millones de trámites”, resume entre risas.

Y también señala una curiosa situación. “Como no te permiten pelar las flores, hemos tenido que montar una mini empresa en Portugal, estamos buscando terrenos para poder cultivar allí con la planta de procesado al lado. Tenemos que enviar las cosechas enteras con macetas, para cruzar la frontera, generamos riqueza, empleo y damos de alta empresas en Portugal, lo cual deja a los españoles en la parte más baja del proceso de producción de una industria multimillonaria”, explica el activista y empresario. 

La reciente sentencia dictada por el titular del Juzgado de lo Penal número 8 de Valencia abre una puerta de esperanza al sector. El letrado Joan Bertomeu, del despacho especializado Brotsanbert, opina que es “un paso muy importante porque determina claramente que el CBD no está fiscalizado, venga de la parte de la planta que vengan”. Así, “podemos hablar de productos que no tienen ningún efecto y que, por tanto, no pueden ser tratados como estupefacientes”. “Son penalmente irrelevantes”, sentencia Bertomeu. 

Además, observa el letrado valenciano, el fallo “considera que, aunque las flores intervenidas tienen 1,2% de THC, cuando lo que se exige al cáñamo industrial es un umbral máximo de 0,2%, la sentencia absuelve la venta de cogollo en 1,2% porque aplica el método del índice de psicoactividad”.

Sobre las tiendas de venta al público, Bertomeu considera que se encuentran en una “situación de inseguridad”: “Hay intervenciones en este tipo de establecimientos bajo el pretexto de posibles infracciones administrativas que muchas veces no están claras por parte de las autoridades, que no saben muy bien cómo actuar”. “El resultado de los procedimientos también es incierto porque no hay un marco regulatorio y, al final, se está aplicando la restricción propia de los estupefacientes a productos que son inocuos y que la Organización Mundial de la Salud considera que no deberían estar fiscalizados”. 

En medio de esta especie de limbo, las tiendas continúan vendiendo CBD a su cada vez más abundante clientela. La dependienta del céntrico establecimiento del barrio de El Carme, despide al comprador antes de atender a unos jóvenes que buscan vaporizadores. “Que la disfrutes, buen fin de semana”.