Boluda abandona los históricos astilleros tras la expropiación para que el Puerto de Valencia siga los trámites de la ampliación norte

Unión Naval de Valencia ha cedido definitivamente al Puerto de Valencia los astilleros que la histórica empresa que compró el Grupo Boluda gestionaba desde los años 40 del siglo pasado. La naviera del empresario valenciano dejó de fabricar barcos en 2012, lo que no ha sido impedimento para que en 2019 la Autoridad Portuaria de Valencia le cambiara esa concesión inutilizada por unos terrenos cercanos para construir una torre de oficinas para centralizar sus oficinas y le ampliara la concesión que finalizaba en 2027

En los antiguos astilleros en desuso y sus terrenos la Autoridad Portuaria de Valencia (APV) ha decidido situar la nueva terminal de cruceros que trasladará desde el muelle norte al interior del recinto portuario, justo enfrente del barrio de Natzaret. Donde atracan ahora los grandes barcos de pasajeros se rellenará de tierra para la construcción de la nueva terminal de contenedores preadjudicada a MSC tras el cambio de proyecto. Y todo sin una nueva Declaración de Impacto Ambiental (DIA) como reclama la Conselleria de Agricultura y Emergencia Climática y el Ayuntamiento de Valencia. La APV niega que sea necesaria.

Conflicto sobre la ampliación norte y la DIA aparte, fuentes de la APV aseguran que continuarán con los trámites de la nueva terminal y a preguntas de eldiario.es se comprometen a mantener los edificios históricos de los antiguos astilleros. El Ayuntamiento y el Puerto de Valencia acordaron que se respetaría la infraestructura según marca el estudio que realizó hace dos años a la cátedra Demetrio Ribes de la Universitat de València.

Según este informe, lo más interesante para conservar son las dos gradas que se contruyeron para botar los barcos, las cinco naves donde se encontraban los talleres, el depósito de agua, un par de grúas y el edificio de oficinas donde actualmente esta la sede central del Grupo Boluda. Este último edificio seguirá formando parte de la concesión ampliada al presidente de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE) para los próximos 35 años.

Desde la APV explican que la empresa que consiga la concesión de la nueva terminal deberá adaptarse a estos edificios que se deben preservar. Las naves de los talleres datan del año 1918 y las gradas de 1923. En los años 40 del siglo pasado se realizaron ampliaciones y otros edificios que no tienen interés arquitectónico para los expertos. 

La concesionaria, o en su defecto la APV si la construcción del edificio no se incluye en la concesión y por lo tanto de reducen los años de cesión, deberán eliminar los techos de amianto de las históricas naves. Esto requiere un tratamiento especial y de alto coste económico. 

Los extrabajadores de los astilleros han lanzado recientemente una campaña en redes sociales para que se protejan los históricos edificios y han publicado algunas imágenes de las naves ahora abandonadas a la espera de nuevo destino. Según la APV, ya se han grabado varias películas en estos edificios en los últimos dos meses.