A finales de mayo de 1938 tuvo lugar el conocido como “Guernica de Castellón”, un bombardeo que duró varios días durante los cuales, sin motivo aparente, se destruyeron los municipios de Albocàsser, Benassal, Vilar de Canes y Ares del Maestrat. Justo cuando se cumplen 80 años de estos bombardeos experimentales de la Legión Cóndor, que costaron la vida a 40 personas, el documental Experimento Stuka, dirigido por Pepe Andreu y Rafa Molés, llega a los cines para arrojar luz sobre una cuestión que se mantuvo en secreto durante décadas.
Los habitantes del lugar nunca supieron a ciencia cierta qué motivó el ataque a los pequeños pueblos, sin ningún tipo de importancia estratégica. Aquel día llegaron los aviones y algunos niños salieron a saludar, los adultos los miran con inocencia y curiosidad. Pero los aviones maniobran, caen en picado y bombardean casas e iglesias. Durante años no supieron quién lanzó las bombas que volaron por los aires sus vidas. Proyecto Stuka revela, ochenta años después, las claves de los bombardeos.
El documental, que se proyectará del 9 al 15 de noviembre en los cines LYS de Valencia –pero también en Castellón, Alicante y Elche-, narra la investigación que llevó a cabo Óscar Vives –profesor de física en la Universidad de Valencia- para tratar de arrojar algo de luz sobre los bombardeos que destruyeron cuatro pueblos en Castellón y que lo llevó hasta el Freiburg Militärarchiv.
La película documental coproducida por la productora valenciana SUICAfilms y Televisión Española, ha sido seleccionado en los festivales internacionales de cine documental DocsBarcelona, Memorimage y DocsValència, donde recibió la mención especial de jurado.
Memoria para cerrar heridas
Pero por encima de todo hay un elemento que se ha ido haciendo evidente y nítido durante todos estos años de investigación: Poner luz sobre los puntos oscuros de nuestra historia no abre heridas sino que las cierra para siempre.
Saber lo que pasó a sus pueblos después de 80 años de silencio reconcilió a los vecinos de los cuatro municipios de Castellón. El silencio había sembrado siempre la duda sobre quién había sido realmente el culpable de aquellas muertes indiscriminadas. Nadie en la zona lo había sabido hasta la fecha. Todos eran víctimas de la mente criminal del nazismo.