Si la negociación del primer Acord del Botànic fue dura, el Botànic II no lo será menos, máxime cuando habrá una tercera pata -Podemos-EUPV- en las negociaciones que querrá imprimir su sello en las políticas del Gobierno valenciano. Eso sí, el PSPV afrontará las negociaciones con una mayor capacidad de maniobra porque sus 27 diputados superan los 25 de Compromís más la coalición entre la formación morada y Esquerra Unida.
El propio presidente de la Generalitat y candidato socialista, Ximo Puig, ha dicho este lunes que, aunque se reeditará el acuerdo y “mantendrá el rumbo”, el acuerdo de progreso “tendrá tonalidades diferentes” por la entrada de Podemos y EUPV.
En 2015, PSPV y Compromís se distribuyeron el Consell al 50%, aritmética que no se reproducirá en el próximo acuerdo donde el PSPV tendrá mayoría en número de consellers. Será importante ver la negociación de la presidencia de las Corts Valencianes y si continuará en manos de Compromís. Si es así, la coalición liderada por Mónica Oltra tendrá menos capacidad negociadora en la configuración del futuro Consell.
También influirán pactos concretos en la ciudad de Valencia o la Diputación de Valencia, que también pueden ser otras variables que se introduzcan en la negociación, aunque para introducir estos factores habrá que esperar al 26 de mayo. Y para esa fecha, las Corts ya se habrán constituido. En 2015, en su foro más interno, Mónica Oltra sabe que no pudo mantener el pulso con Ximo Puig más tiempo porque el PSPV quería hacer presidente del Parlamento valenciano a Enric Morera y alcalde de Valencia a Joan Ribó. ¿Renunciará Compromís a la presidencia de las Corts por una representatividad mayor en el Consell?
Clave, la bandera de la financiación
En Compromís, y sobre todo Oltra, están pasando el luto, pero no olvidan que el adelanto electoral les ha cortado las alas para haber podido conseguir el tan ansiado “sorpasso” a los socialistas. En la coalición valencianista ya anuncian que no van a regalar el Consell y apuntan a dos consellerias clave: Educación y Hacienda. Educación para seguir con la construcción de colegios y acabar con los barracones -principal promesa electoral-, aunque evitando conflictos en materia lingüística que les han desgastado mucho electoralmente, sobre todo en Alicante. No hacerlo así sería también una enmienda a la totalidad a Vicent Marzà, en estos momentos el hombre fuerte y con más proyección del Bloc.
La otra joya deseada por Compromís será Hacienda, porque la negociación del modelo de financiación será clave en la próxima legislatura. Tras el batacazo de Compromís en las generales, convertirse en la voz de la infrafinanciación es la oportunidad de poder ser un referente autorizado en la defensa de los intereses valencianos en Madrid.
Vicent Soler y el propio Ximo Puig han quitado esa bandera a los valencianistas en los sucesivos encuentros en los Consejos de Política Fiscal y Financiera. Además, la coalición quiere visibilizarse en su presión al Gobierno de Sánchez, ya que con un conseller socialista siempre será más tibia. Cesiones a Puig por responsabilidad política, pero a Sánchez ni agua.
Podemos-EUPV ya ha verbalizado que una de sus preferencias debe ser la Conselleria de Medio Ambiente. Y no solo por la dulce venganza de Julià Álvaro, secretario autonómico del que prescindió Compromís, con su anterior partido, sino porque desde ese departamento podrían visibilizar su política contra las grandes empresas. Medio Ambiente siempre tiene la última palabra en cualquier proyecto urbanístico o económico y el freno a macroproyectos como Puerto Mediterráneo puede hacerles recuperar su electorado más crítico.
También se podrían apuntar los tantos con los PAI que quisieran frenar por su impacto medioambiental y con los que autorizaran. Lo mismo pasa con la SDDR, la política de retorno de envases, que en manos de los morados se podría convertir en su bandera de cambio y en su presión a las grandes empresas.
Un PSPV con más fuerza
Por su parte, el PSPV afronta la negociación con la sartén por el mango. Sabe que Compromís y Podemos-EUPV le pueden apretar, pero hasta un límite porque el pacto de izquierdas es la única opción de gobierno. Las dos coaliciones son “votos cautivos” en manos de los socialistas. Y todos lo saben. Los tres partidos se necesitan y tampoco tienen la intención de desgastar la fórmula valenciana de la Coca-cola, que es en lo que se ha convertido el Acord del Botànic.
Puig será presidente de la Generalitat de manera incontestable y con el botón rojo del adelanto electoral en sus manos. Y no es poca cosa, si a los resultados del pasado 28 A nos remitimos donde ha dejado fuera de la negociación presidencial a sus socios de Compromís. El PSPV querrá recuperar la política económica a petición de la patronal y, con mayoría en el pleno del Consell, es evidente que tendrá la portavocía del Gobierno valenciano. La ventana mediática de los viernes y la imagen de los aciertos y errores del tripartito.
Sanidad, con la reversión del departamento de La Marina ya iniciada podría ser también una conselleria que mantengan los socialistas.
Será difícil que el Botànic II aumente el número de conselleria y la gran incógnita: ¿Se mantendrá la Conselleria de Transparencia o pasará a ser una secretaría autonómica o dirección general de Justicia?¿Habrá Conselleria de Cultura?