La alerta interna de Caixabank no saltó hasta 17 días más tarde del inicio de la estafa a la Empresa Municipal de Transportes (EMT) de Valencia, cuando ya se habían transferido cuatro millones de euros a Hong Kong y a pesar de que la empresa pública no podía operar con China. Así lo ha reconocido el gestor de banca institucional de la entidad en su declaración como testigo, a la que ha tenido acceso eldiario.es, en el Juzgado de Instrucción número 18 de Valencia que investiga la estafa millonaria.
J. M. G. R. ha contado que el 20 de septiembre saltó la alerta interna del banco porque se estaban realizando operaciones “con clientes de banca extranjera”, lo cual implicaba llevar a cabo una actividad de seguimiento. Ese día, cuando ya se habían transferido cuatro millones de euros a la cuenta de Bank of China, el gestor envía a Celia Zafra, la exjefa de Administración de la EMT despedida e investigada por la estafa, el modelo 5433 que debía firmar un apoderado de la empresa para poder operar en China. Zafra lo reenvía al estafador que se lo devuelve firmado por María Rayón (con una rúbrica falsificada). El juez ha requerido al testigo que aporte a la mayor brevedad posible la alerta que recibió aquel día en su correo electrónico corporativo.
El testigo ha declarado que no le consta que hasta ese momento la EMT hubiese hecho trasferencias internacionales. J. M. G. R. también ha desvelado que Caixabank no le ha pedido ningún tipo de explicación y ha asegurado que desconoce si se ha llevado a cabo algún tipo de investigación interna por la estafa millonaria. La entidad bancaria descartó cualquier tipo de responsabilidad por estos hechos y rechaza devolver el dinero, mientras que la EMT considera que fue responsable subsidiaria del robo.
El gestor de la cuenta de la EMT ha admitido que no avisó al Servicio de Prevención del Blanqueo de Capitales (Sepblac) porque hay “uno o varios departamentos en el banco que gestionan este tipo de comunicaciones” y, además, hasta ese momento nada le había parecido sospechoso. Tres días después de la alerta, el testigo sospechó de las facturas (sin sello, sin firma y con un concepto genérico) y contactó con el gerente de la EMT, quien abortó la última transferencia.
La relación del testigo con este fenomenal fraude comienza cuando se acaban sus vacaciones y vuelve a las oficinas de Caixabank en la calle del Pintor Sorolla. J. M. G. R. se reincorporó al trabajo el 9 de septiembre (Celia Zafra sostuvo en su declaración que el gestor había vuelto de sus vacaciones el 16). Desde el 3 de septiembre, día en que se inicia la estafa con las instrucciones telefónicas de un falso abogado para realizar una insólita operación internacional, Zafra opera a través del soporte operativo de Caixabank, el centro que lleva a cabo las gestiones de los clientes institucionales.
Desde el 6 de septiembre Zafra ya sabía que el soporte operativo de Caixabank había detectado que la firma de la directora de gestión de la EMT, María Rayón, no coincidía con la de su DNI. Aquel día, la exjefa de Administración envió un WhatsApp a su superior, que estaba de baja por maternidad, “diciéndole que se pase” [por la oficina bancaria] y ella “le contesta Ok”, según declaró ante el juez. Sin embargo, no le explicó exactamente de qué se trataba ni la apremió para que acudiera al banco.
El martes 17 de septiembre, el testigo tiene las primeras noticias sobre las cinco transferencias realizadas a Hong Kong y pide a la jefa de Administración de la EMT los originales de las cartas de pago y las facturas. Zafra no comentó nada con el gestor de la cuenta sobre las sospechas por la firma de Rayón del soporte operativo de Caixabank y le asegura que las firmas son correctas. Al gestor tampoco le comunicaron nada sus compañeros del soporte operativo que habían tramitado las transferencias anteriores.
J. M. G. R. hizo la sexta transferencia a los estafadores; “le dio a la tecla”, declara. Cuatro millones de euros se habían esfumado (la cuenta de la EMT tenía un saldo de 24 millones en aquel momento).
En aquella primera conversación tras la reincorporación del gerente de Caixabank, Zafra rompe por primera vez el (falso) acuerdo de confidencialidad firmado con el estafador que había cumplido a rajatabla y le comenta que la operación consiste en adquirir una compañía, “sin darle muchas explicaciones”.
Sólo al día siguiente, el miércoles 18 de septiembre, hace el primer comentario explícito sobre la confidencialidad. Zafra le dice que iba a ser la última transferencia antes de que el presidente de la EMT, Giuseppe Grezzi, hiciera público el objeto de la supuesta operación y ya no habría “obligación de confidencialidad”. La mujer, única investigada en la causa, comentó por primera vez la singular operación que le había sido encargada con alguien externo a su empresa, a pesar de la “fe incluso mística” que tenía en el (falso) contrato de confidencialidad, según la expresión que utilizó el abogado de la EMT, Xavier Melero.
El viernes 20 de septiembre, el gestor de Caixabank intenta de nuevo verificar los datos y comenta con Zafra que no ha salido nada en la prensa sobre la supuesta operación. La investigada, según declaró el testigo, contestó que “haya salido o no [en la prensa] esta iba a ser la última transferencia”. J. M. G. R. asegura que le dio la impresión de que la mujer estaba “un poco fastidiada” y “cansada” por la situación.
El lunes siguiente, 23 de septiembre, la estafa salta por los aires. El gestor de Caixabank recibe las facturas de las transferencias y sospecha porque “para estar comprando una compañía” le parecen “faltas de consistencia”. Indicaban un “concepto simple, no había sello y no había firmas”, recuerda. Por fin, J. M. G. R. contacta telefónicamente con el gerente de la EMT, Josep Enric García Alemany, quien le ordena abortar la última transferencia.