¿Qué hubiera sido de la ciudad de Valencia sin las luchas vecinales por el cauce del Turia y El Saler? Carles Dolç (Valencia, 1949) ha trazado en Del Saler al Túria (Pruna Libres / Alfons el Magnànim, 2021) la historia y la memoria de aquellos movimientos sociales que en las postrimerías de la dictadura franquista se movilizaron contra la terrorífica autopista proyectada en el antiguo cauce del río Turia, hoy convertido en pulmón verde que articula la urbe, y por la conservación de El Saler, el espacio natural conectado con la Albufera situado a dos pasos de la capital. El libro, presentado recientemente por el alcalde Joan Ribó, se publica en un momento en que Valencia apuesta por la movilidad urbana sostenible, con la limitación del uso del coche y el impulso de la bicicleta, mientras aguanta la respiración por el polémico proyecto de ampliación del Puerto.
Dolç, veterano activista de la escuela de Trini Simó, observa una contradicción evidente: “Hablamos de transición ecológica, incluso tenemos un ministerio, pero la ampliación del Puerto no tiene coherencia con esa línea”, explica por teléfono a elDiario.es. El arquitecto critica que el debate sobre la ampliación de la infraestructura portuaria “se ha iniciado tarde”, aunque celebra que esté tomando impulso en los últimos tiempos: “Hay una producción de artículos y estudios con una línea argumental muy variada en cuestiones medioambientales, aspectos económicos, sobre la escala del Puerto para una ciudad como Valencia y sobre la manera como se han tomado estas decisiones”. “El cuerpo argumental está ahí”, agrega.
“El tema de la ampliación del Puerto aún no está cerrado y espero que esa creciente oposición que se ha organizado suene y resuene aún más”, declara Dolç. En el libro, de reciente publicación, el arquitecto analiza los movimientos urbanos de la década de 1970 y más allá, en los que participó activamente, y sus singularidades: “Han sido importantes por las consecuencias prácticas que han tenido y por la participación ciudadana que se ha dado”. “La ciudad no sería como es sin aquellos movimientos”, asegura el autor, que alude también a la continuación en los grupos de defensa de l'horta, o los Salvem en el Cabanyal-Canyamelar o La Punta. También en otros puntos de la geografía del País Valenciano.
El proyecto de autopista en el antiguo cauce del río Turia, aunque hoy pueda parecer propio de una película de ficción postapocalíptica, fue una amenaza bien tangible para la configuración de la ciudad tras casi cuatro décadas de dictadura franquista. “Era un proyecto de instalación de infraestructuras viarias, con autopistas de coches y también de ferrocarril, que ocupaba toda la anchura, y que hubiera supuesto una riada de vehículos”.
Por contra, el antiguo cauce es hoy un esplendoroso pulmón verde, aún inacabado en su último tramo, que articula la ciudad. “El cauce es la unión de la parte norte y sur de la ciudad con un flujo de ciudadanos y de movilidad que hubiera sido totalmente distinto”, sostiene Dolç. “Así como el proyecto en El Saler fue recibido con mucha admiración y entusiasmo en la ciudad, se observa que el tema de las autopistas en el río no tuvo la misma admiración, me he encontrado alguna carta al director de hace 50 años que ya dice que hay que limitar el tránsito de coches”, relata el arquitecto.
El parque natural de El Saler es, según Dolç, “un privilegio que tienen muy pocas ciudades”, tal como ha destacado incluso el diario Le Monde. “Me da la impresión de que es un espacio valorado por la ciudadanía pero es evidente que, a pesar de que todo lo deseable se consiguió en aquella época, aún quedan cuestiones pendientes y algunos ecosistemas por recuperar como por ejemplo la Venta de Toros”, señala el autor. “Hay cosas construidas que son más problemáticas que otras, el hotel Sidi Saler se debe eliminar, pura y simplemente, porque está en la línea de ámbito marítimo, paisajísticamente es un obstáculo y no tiene ninguna utilidad”, denuncia.
¿Cómo ve la ciudad hoy en materia de movilidad sostenible? “Es evidente que hay una resistencias que continúan funcionando pero el futuro es que el coche no es el sistema de movilidad adecuado para una ciudad, que pide caminar, bicicletas y transporte público para tener unas condiciones de salubridad y de salud física y personal de la gente que transita por la calle”, afirma Dolç. “Una ciudad atractiva para residentes y visitantes debe limitar el tránsito de coches, es lo que se está haciendo en todas las grandes ciudades”, concluye el arquitecto.