Serafín Castellano: de poder fáctico en el PP a pegarse la “hostia” con Barberá
Serafín Castellano Gómez (Benisanó, Valencia, 1964), detenido por orden de la Fiscalía Anticorrupción, lo ha sido todo en el PP valenciano. Licenciado en derecho, apenas ha trabajado fuera de la política.
Desde 1991 ha sido diputado en las Corts Valencianes y, en esa misma fecha, con 27 años, fue elegido alcalde de su pueblo. A partir de ahí, el estrellato. Líder absoluto del PP de su comarca, vicepresidente de Nuevas Generaciones, presidente de la Federación de Municipios y Provincias y, desde 1999, conseller con todos los presidentes de la Generalitat que ha tenido el partido.
Eduardo Zaplana lo nombró responsable de la cartera de Justicia y Administraciones Públicas y luego de Sanidad. En 2003 fue nombrado portavoz del PP en el Parlamento autonómico. Y tras protagonizar un sonoro enfrentamiento con Francisco Camps durante la guerra entre los partidarios de Zaplana y su sucesor, se reconcilió con él, que le nombró conseller de Gobernación en 2007.
Fue ahí donde este hombre –calificado por algunos cargos del PP como tenaz, trabajador, disciplinado y leal, aunque no demasiado brillante– pudo haber labrado su desgracia. Desde ese cargo habría podido aceptar mordidas a cambio de adjudicaciones públicas, concretamente de las avionetas encargadas de la extinción de incendios en la Comunitat Valenciana. Su legendaria capacidad de supervivencia está ahora en entredicho.
Castellano, ya en medio del escándalo, dejó la Generalitat en 2014 tras ser nombrado delegado del Gobierno. El cambio no le ha blindado. Y tal vez su nombre quede unido a otros ilustres casos de la corrupción valenciana del Partido Popular: Carlos Fabra, Rafael Blasco o Alfonso Rus. Barberá, cuando se abrazó a él y le susurró “¡qué hostia!” tras su batacazo electoral, seguramente no se imaginaba que el duro golpe no se lo iba a llevar ella sino el hasta hace meses secretario general de la rama valenciana del partido. Aquí, el vídeo de ese momento.