El senador de Compromís, Carles Mulet, ha estado este viernes en el Aeropuerto de Castellón donde ha recorrido sus instalaciones, “sabemos que la empresa adjudicataria de la gestión -la canadiense SNC-Lavalin- se puede ir cuando se aburra de cobrar por no hacer nada y que, por contra, no tiene ninguna obligación de hacer rentable la infraestructura”.
Mulet apunta cómo el Síndic de Comptes ha desvelado que en el horizonte del Gobierno de Alberto Fabra “no estaba que fuera viable el chiringuito, incluso pensar que llegando a los 1,2 millones de pasajeros al año como meta para hacerlo rentable y que revertirá en beneficio de las arcas públicas, también era irreal si comparamos qué pocos aeropuertos españoles llegan a esas cifras, y a pesar de esas cifras, tampoco son reales”.
De igual modo, recuerda Mulet cómo esta semana se ha conocido la inyección de 12 millones de euros en el Aeropuerto castellonense por parte del Consell apenas unos días antes de las pasadas elecciones autonómicas por medio de una ampliación de capital, “el Aeropuerto es un buen negocio para los enchufados de Aerocas, para la empresa de seguridad que comparte funciones con el destacamento de la Guardia Civil, para la empresa de limpieza y mantenimiento, y para muchos otros”.
Un recorrido por una instalación fantasma
Relata el senador cómo llega al aeródromo alrededor de las 12.45 horas, “el sol funde las piedras y ni los conejos, que abundan en la instalación, se atreven a dejarse ver; la estatua de Ripollés continúa sudando óxido del acero, que pese a que dice que era un efecto buscado, parece sucio y angustioso, en una rotonda invadida por las malas hierbas, que crecen y abundan con permiso de los conejos, por encima de las grietas de las aceras y el asfalto, en todos los márgenes”.
Comenta Mulet cómo mientras está en el lugar, cuatro jubilados protagonizan un ritual que “que he visto cien veces: llegan, aparcan y se hacen fotos de grupo o 'selfies' con el monigote de la estatua de Ripollés de fondo... es el emblema del aeropuerto, no el aeropuerto en sí. Se hacen las fotos”.
Mientras se aproxima al aeropuerto, fuera, carritos para transportar las maletas “perfectamente preparados, las puertas automáticas limpias como una patena se abren por el sensor al verme llegar. Entro al recibidor y una ráfaga de aire fresco me deja medio mareado. El impacto del sol infernal con el aire acondicionado a toda castaña es impresionante”.
Todo vacío
Dentro, prosigue el senador castellonense, “todo vacío, mostrador, líneas para las maletas, las pantallas que deben anunciar las llegadas y salidas de los vuelos en espera, imágenes de la pista de aterrizaje en pantalla; todas las luces abiertas... las de los escalones de las escaleras”, al igual que en los baños, “subo en el ascensor transperante y también arriba todo bien fresco y con las luces abiertas... hace que me sienta como en una película de terror... el silencio, la falta de vida en unas instalaciones vacías. En breve aparecerá algún ser fantasmal, por lo que me pongo a hacer fotos”.
Mulet se pregunta cuánto cuesta tener el Aeropuerto abierto 24 horas al día en electricidad, aire acondicionado... “seguro que alguien me espía por las cámaras de seguridad, no tendrán nada más que hacer que seguir mis pasos, qué mal rollo”. A continuación, el senador de Compromís baja y sale de ese “lugar espectral”, y “después el PP aprovecha para decir que estamos dando una mala imagen de Castellón por cuestionar ese aeropuerto. No lo entiendo, debe ser cosa del impacto del aire acondicionado”.