Ciutadans 2: El Imperio contraataca

Hace menos de un mes que hablábamos de la Operación Ciutadans como una maniobra del PP para procurarse un socio predispuesto al que cortejar y ahora un cierto canguelo se vislumbra en el seno del partido mayoritario de centro-derecha.

En efecto, el Imperio Contraataca. Y no, precisamente en esta ocasión, en la lengua del Imperio. La burda alusión a Ciudatans (sic) por parte de Floriano refleja el rancio anticatalanismo de siempre, que no es más que un castellanismo a ultranza que empobrece cualquier idea de españolidad que de él provenga. Tanto él como Hernando se harían un favor a sí mismos y uno impagable a su partido si refrenaran sus prescindibles chismorreos. Cada vez que hablan sube el pan. Y Ciutadans.

De hecho, la primera ascensión meteórica del partido de matriz catalana se produjo a raíz de unas encuestas que, más que cocinadas, estaban recalentadas. Los situaron en la parrilla de salida y la evolución posterior ha calcado, a modo de manual, los parámetros de la profecía autocumplida. Decimos que a Ciutadans lo vota la población en mayor medida de lo que la realidad atestiguaba y, en consecuencia, la gente empieza a votar, ahora de verdad y en masa, a Ciutadans. De libro. Además, la operación coincide con el adiós a la inocencia de Podemos, desarmado su argumento de la ejemplaridad (Ciutadans ya la había perdido, al menos, desde el afer Jordi Cañas) ya para siempre jamás. Todo parecía encajar para el PP.

Sin embargo, no es que el miedo haya cambiado de bando, es que se está construyendo una urbanización en el terreno del centro-derecha. Y la gaseosa del experimento se les está desparramando, hasta el punto de ponerlo todo perdido. De esto saben lo suyo en el PP-AP. En su día promocionaron a una UV recién nacida y aún sin organización para pertrecharse de un anexo autonomista del que carecían en aquellas coaliciones Democrática y Popular. Poco más de un lustro después, los unionistas, emancipados de la coyuntural alianza, le disputaban a los populares la supremacía en la circunscripción de València.

El caso es que las últimas encuestas ya se le atragantan al PP. Y tienen motivos para recelar, ya que su competidor de marras cuenta con una nutrida quinta columna popular. Una legión extranjera de escisiones, descabalgados y perdedores de Congresos. Por citar dos casos paradigmáticos: Alboraia, donde se ha producido la simbiosis con UPPA (independientes contrariados con el tratamiento que recibieron por parte del PP); y Montcada, localidad en la que Más Moncada, asociación fundada por los derrotados en el Congreso Local popular, se ha transformado en el grupo municipal. Es esperable que le tengan ganas al PP. No obstante, ser una marca salvavidas tampoco presagia nada positivo para Ciutadans. De hecho, puede aventurar su carácter cíclico, es decir, su eventual condición de derecha de sustitución en un contexto de crisis de la opción dominante en su flanco. Esta improvisación, a modo de leva en masa de los desheredados del centro-derecha, es la que hace más comprensibles las reservas de UPyD. Ya más difíciles de explicar, ahora que a los de Rosa Díez les han quitado el paraguas y los han dejado a merced del mismo vendaval mediático que un día les ungió como los elegidos. Los elegidos para influir, de manera oblicua, en el PP. Todo sea dicho.

Al final, las aguas siempre vuelven a su cauce en el centro-derecha centralista. Pero eso será después de la tercera entrega de la saga Ciutadans. Aún queda entretenimiento para rato. Pasen y vean…