Aunque ha mejorado ligeramente el último año hidrológico, la disponibilidad de agua para el abastecimiento en Calp es limitada. Un informe elaborado por Aguas de Calpe constata que incluso alarmante si no se adoptan medidas. El documento, al que ha tenido acceso este periódico, tiene por objeto justificar la necesidad de remodelar la actual desaladora de Barranc Salat y pone de manifiesto el progresivo agotamiento de los recursos durante los últimos años. La conclusión es clara: “es prioritario acometer los trabajos de remodelación” de la desalinizadora “necesarios para devolver a la instalación su capacidad nominal de producción de cara a garantizar, a corto y medio plazo, el suministro de agua potable a Calp”.
El informe de la empresa mixta municipal repasa la situación actual de los diferentes recursos hídricos con los que cuenta Calp para su abastecimiento. La población recurre para el suministro a un caudal procedente del trasvase desde el pozo de Lucifer, en la Vall de Laguar. Y el estudio remarca la evolución negativa de los niveles de esta perforación y augura que a mediados de julio entrará en niveles de “alerta cero”.
Tampoco es halagüeña la previsión para la obtención de caudal a través de la desalinizadora (IDAS) de Barranc Salat. “La falta de precipitaciones nos permite estimar que, al igual que sucedió en el año 2016, los pozos de agua salobre que abastecen a la IDAS de Barranc Salat tendrán un incremento en su nivel de salinidad promedio que superará el doble de la salinidad con que se diseñó la instalación”. Eso, a su vez, provocaría que la presión necesaria para obtener el caudal nominal de producción de la planta (8.000 metros cúbicos diarios) sea “muy superior a la capacidad actual de las bombas instaladas, lo que por una parte impide alcanzar la producción nominal y por otra incrementa el volumen de rechazo, superando la capacidad de transporte del salmueroducto, circunstancia que originaría vertidos de salmuera al Barranc Salat”.
El informe establece también las actuaciones a emprender en caso de entrar en la fase 0 de alerta como la que se prevé para mediados de julio, una situación que “no es un escenario de sequía operacional propiamente dicho” pero obliga a tomar medidas “de carácter preventivo y realizar un seguimiento exhaustivo de diferentes indicadores”.
La IDAS de Barranc Salat está integrada por dos instalaciones de potabilización. Una se construyó a instancias del consistorio a finales de los 90 con una capacidad nominal de producción de 8.000 metros cúbicos por día. La otra la construyó la Diputación de Alicante en 2003, con una capacidad nominal de 3.000 m3/día. Sin embargo, la capacidad de las bombas no permite obtener ese caudal. También “los incrementos en la salinidad del agua bruta, respecto a lo estimado en proyecto, impide alcanzar la producción nominal”.
En resumen, el problema del abastecimiento en Calp tiene dos componentes: hay menos agua disponible y más salinizada. Para afrontarlo, el estudio aboga por diferentes mejoras en las instalaciones y dos obras de mayor envergadura: remodelar la planta Barranc Salat I y ampliar l de Barranc Salat II. Con ello, “se tendrán operativos bastidores con una capacidad total instalada de 12.500 m3/día y con una capacidad de producción máxima de 11.000 m3/día, es decir, se dispondrá de un bastidor de 1.500 m3/día de capacidad de reserva”. El proyecto fue aprobado el pasado 26 de marzo por el consejo de administración de Aguas de Calpe.
El debate: ¿Es sostenible el actual modelo urbanístico calpino en situación de escasez de agua?
La situación no se puede desligar, por otra parte, de una de las polémicas de la legislatura en Calp: el urbanismo, el modelo de ciudad y la proliferación de torres como los hoteles cuyos permisos de obras otorgados por el ayuntamiento ha suspendido el Consell por exceder las alturas permitidas. Con la actual legislación, garantizar el abastecimiento es un requisito imprescindible en todo proyecto urbanístico, si bien por el momento no ha sido un freno a la construcción en la ciudad del Penyal.