El expresidente del València CF, Juan Bautista Soler, ha sido condenado junto a dos compinches por planear el rocambolesco secuestro de su sucesor en el cargo, Vicente Soriano, para cobrar una deuda millonaria. La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Valencia condena a Soler a dos años de prisión junto al hostelero italiano Ciro D'Anna y al ex jefe de seguridad de la discoteca las Ánimas, Abdellatif Laaroubi, alias Tatí. Rachid Behdaoui, el confidente que desbarató el plan, ha sido condenado a 13 meses de prisión.
El intento de secuestro estuvo motivado por la deuda de 80 millones de euros fruto de la venta del paquete mayoritario de acciones del València CF de Juan Soler a Vicente Soriano, que permitió al segundo ser presidente del club los años 2008 y 2009. Tatí conocía del mundo de la noche a Rachid y lo puso en contacto con el expresidente del equipo valencianista. Soler, junto a su amigo Ciro D'Anna, Tatí y el confidente policial Rachid Behdaoui, se dedicó desde 2013 a urdir un plan para secuestrar a Vicente Soriano “con el fin de obligarle a transferirles una suma indeterminada de dinero desde las cuentas que supuestamente éste tenía en Panamá, Suiza y en diversos fondos de inversión en el extranjero como condición para ponerlo en libertad”, según los hechos probados de la sentencia.
El esperpéntico plan se fraguó en la exclusiva zona del Mercado de Colón de Valencia donde ambos expresidentes residen, a pocas calles de distancia el uno del otro. Las reuniones se sucedieron en el despacho de Soler, sito en la Galería Jorge Juan, y en la cervecería de Ciro D'Anna. Los condenados pretendían acceder al domicilio de Soriano y “hacerse con una cantidad de varios millones de euros que pensaban que guardaba allí”.
El dinero que esperaban desvalijar sería depositado en un piso propiedad de Soler, “de donde lo recogerían días después”. Soriano tendría, según un informe encargado por Soler a la agencia de detectives Distrito 46 y que acabó en manos del confidente, fondos de inversión por un valor de entre 20 y 30 millones de euros, entre 30 y 40 millones en Suiza y 4,5 millones en Panamá.
El expresidente del València CF y el resto de la insólita banda, tras averiguar las rutinas diarias de Soriano, acordaron que cuando se dirigiera a su despacho desde la cafetería donde desayunaba a diario a las diez de la mañana, “unos sicarios contratados a tal fin lo abordarían e introducirían por la fuerza en una furgoneta para trasladarlo a un local alquilado donde lo retendrían hasta que facilitara las claves bancarias y, para el caso de que no colaborara, lo trasladarían a otro lugar”.
El plan se torció la mañana del 27 de marzo del 2014 cuando Rachid Behdaoui, un delincuente habitual, pone en conocimiento de un agente del Grupo de Atracos de la Policía Nacional de Valencia del que era confidente, que había sido captado por un expresidente del València CF para secuestrar a su sucesor. Aquella misma tarde, el confidente se reunió con los supuestos sicarios colombianos encargados de ejecutar el secuestro. La reunión con los supuestos sicarios fue grabada por la Policía que, debido a las maniobras de contravigilancia de los colombianos, tuvo que abortar el seguimiento para no poner en peligro la operación, según la declaración del jefe del Grupo de Atracos.
Varios días más tarde, el 2 de abril, la Policía cita a Soriano para advertirle que cambie sus rutinas aunque evitan proporcionarle detalles sobre la operación de secuestro. El empresario se vio obligado a cambiar el horario de la misa a la que acudía los domingos. Los siguientes días las reuniones entre Soler, Ciro D'Anna, Tatí y Rachid Behdaoui se suceden. El confidente graba los encuentros con un dispositivo que le entrega un inspector de Policía.
En un extravagante giro de los acontecimientos, seis días después de la advertencia de la Policía a Soriano, el confidente se presenta en su despacho y le cuenta que Soler le había encargado su secuestro. Rachid tranquiliza a Soriano y le asegura que él era el encargado de ejecutarlo pero había decidido no hacerlo. Esa misma tarde, la Policía detiene a Soler, a Ciro D'Anna y a Tatí. Rachid pasa a ser testigo protegido hasta que en 2015 el Juzgado de Instrucción número 12 de Valencia, que llevó el disparatado caso, anuló esa condición y el confidente pasó a estar investigado en la causa.
Los jueces de la Sección Segunda de la Audiencia de Valencia rechazan la anulación de las grabaciones que hizo el confidente de los encuentros de la banda, como solicitaba la defensa de Soler alegando una supuesta falta de control policial y judicial. La prueba es válida, apunta la sentencia, porque la iniciativa de registrar las reuniones partió de Rachid y para su obtención se respetaron los principios de necesidad y proporcionalidad, “a la vista de la gravedad de los hechos”.
La sentencia rechaza también la versión de Soler según la cual todo el plan fue una especie de montaje del confidente que el expresidente del València CF no denunció por miedo. La Audiencia de Valencia recuerda que la Policía observa a Soler “en actitud vigilante hacia la vivienda de Soriano” durante los días en que se suceden las reuniones. Los acusados sostuvieron que el papel de Rachid era mediar en la venta del crédito que Soriano mantenía con Soler. Según estas “fantasías”, Rachid habría hecho fortuna gracias a los trabajos de su hermano en Canadá “con el mismísimo Bill Gates” y sería asimismo hijo y sobrino de sendos ministros marroquíes, apuntan con ironía los magistrados.
Los jueces de la Audiencia de Valencia otorgan a esta versión una nula credibilidad y confían más bien en el largo historial delictivo del confidente (varias detenciones por robos con violencia y una condena por detención ilegal y robo en casa habitada) al que tildan de “delincuente habitual”. Uno de los agentes encargados de la investigación declaró que Rachid mantenía la imagen de un empresario de la noche que conduce vehículos de alta gama, luce relojes caros y “se relaciona con gente del mundo deportivo y político”. El confidente, añaden los magistrados de la Audiencia, reconoció haber mentido durante la fase de instrucción y trató de exculpar a Soler pero “lo cierto es que su declaración permite sostener la participación” del resto de condenados.
El magistrado José Luis Fenellós formula un voto particular en el que aboga por la absolución de todos los acusados al no haber suficientes indicios para condenarlos. Fenellós considera que “en realidad no sabemos lo que pasó” y que las grabaciones del confidente debieron ser anuladas. El magistrado arguye que los policías utilizaron al confidente como “agente provocador” sin autorización judicial para “obtener una confesión extraprocesal arrancada mediante engaño”.
La sentencia reconoce atenuantes para los condenados, a excepción del confidente, por el retraso en la celebración el juicio, inicialmente prevista en 2016. Rachid, a quien consideran el causante de la dilación, permaneció fugado tras ser condenado en 2015 a 16 años de cárcel por varios atracos. En 2017 Interpol comunicó a las autoridades españolas que el confidente estaba encarcelado en la prisión de Gibraltar por un delito de robo a mano armada.