El colectivo de camareras de piso, las kellys, es el emblema de la precariedad en el sector turístico español. Mujeres precarizadas, subcontratadas en el mejor de los casos, que cobran a pocos euros la limpieza de cada habitación en un hotel. El colectivo de kellys de Benidorm, uno de los municipios turísticos por excelencia, ha acudido este lunes al Congreso de los Diputados a comparecer en la comisión de reconstrucción por la COVID-19.
Su portavoz, Yolanda García, ha sido la primera compareciente de la tarde y ha llenado los diez minutos de tiempo de reivindicaciones y ha relatado las contradicciones del sector. Mientras que en el turismo crecen los beneficios de forma anual y su aportación al PIB del país, las trabajadoras eventuales y externalizadas “fueron despedidas de forma improcedente, quedando fuera del ERTE por fuerza mayor”. Esto las ha dejado en una situación de “desamparo”, sin posibilidad de acogerse a las ayudas aprobadas por el Gobierno. “Muchas compañeras tienen que acudir a las colas de las ayudas sociales para el sustento de sus familias. Algo no cuadra, ¿no les parece?”, interpelaba García a los diputados.
“Debemos evitar que las personas sean tratadas como objetos, como cosas. El valor añadido lo proporcionan estas manos, nuestras manos, las que trabajan”, reclamaba García, reivindicando su profesión; un sector feminizado, precarizado y de edad avanzada, con dolencias crónicas provocadas por la carga de trabajo. Quizá, plantea, por eso no las escuchan los legisladores.
Un 67% de las camareras de piso termina con dolencias crónicas según el Instituto Valenciano de Seguridad y Salud en el Trabajo, ha enunciado la portavoz. No todas las enfermedades que sufren son reconocidas como enfermedad laboral en los convenios, aunque el tribunal superior canario sí reconoció en una sentencia el síndrome del túnel carpiano como tal.
Con motivo de la COVID-19 su carga de trabajo se ha incrementado; la limpieza debe ser más exhaustiva y por tanto, deben dedicarle más tiempo. Según denuncia, no todas las empresas han proporcionado los equipos de protección que necesitan. Reclaman formación específica, la incorporación de la prevención de la COVID-19 en los planes de riesgos laborales, la revisión de las evaluaciones de riesgo adaptándolas a las nuevas circunstancias, que los hoteles “como empresa matriz” exijan a las empresas externas el cumplimiento de las condiciones y el material de protección, hasta la “abolición” de las subcontratas.
Respecto a los códigos y sellos éticos en el turismo, la portavoz plantea que “deben estar ligados al cumplimiento de los convenios de hostelería y de la prevención de riesgos laborales. Se habla de códigos éticos del turismo, pero no hay ética si se sustenta en la precariedad laboral”.
El colectivo de kellys de Benidorm ha acudido a comparecer en el Congreso a petición de Compromís, que recogerá las propuestas enunciadas por su portavoz y las planteará en la Cámara Baja como Proposición No de Ley.
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