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Las Coves de Sant Josep, en la Vall d'Uixó, un caso de éxito en la gestión pública del patrimonio natural

Les Coves de Sant Josep, en la Vall d'Uixó.

Miguel Giménez

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En la comarca de la Plana Baixa, en el entorno de la Serra d'Espadà, se encuentran las espectaculares Coves de Sant Josep, un milenario enclave natural en el que se encuentra el río subterráneo navegable más largo de Europa. La cavidad en total tiene una longitud próxima a los tres kilómetros, lo que la convierte en la cueva más larga de la provincia de Castellón y la segunda de la Comunitat Valenciana. La visita a la gruta, de unos 40 minutos y con una temperatura ambiental de 20ºC durante todo el año, cuenta con un tramo en barca de 800 metros y un recorrido a pie de 250 metros y se transita por salas como la de los Murciélagos, el lago Azul, el lago de Diana, con una profundidad de cinco metros, la Catedral o las galerías de los Sifones y Seca.

Este enclave se ha convertido en el principal atractivo de la Vall d'Uixó, como reconocen su alcaldesa, la socialista Tania Baños; Javier Ferreres, concejal de Turismo y consejero delegado de la empresa pública Emsevall, responsable de la gestión de las Coves; y Alberto Aznar, gerente de esta sociedad. Precisamente, la apuesta por la explotación de este espacio como lugar de referencia para vecinos y visitantes fue una de las claves para que la empresa pública consiguiera obtener ganancias: “Con una gestión adecuada, se pasó de pérdidas a beneficios, que se reinvierten tanto en las Coves, en mejorar el servicio, como en la mejora de las condiciones laborales de los trabajadores y en el municipio, como por ejemplo, en volver a poner en servicio la piscina municipal, donde tenemos previsto poner en marcha un parque acuático y una zona de pícnic”.

Para mejorar las condiciones de la visita, se invirtió en mejorar la iluminación y en ofrecer un mejor servicio al visitante, “estamos hablando de la imagen de la Vall d'Uixó”, y al mismo tiempo se tomó una decisión arriesgada y tal vez impopular: subir el precio de la visita un 40%, pasando de 10 a 14 euros (este año se ha vuelto a subir a 15 euros). Sin embargo, al contrario de lo que pudiera parecer, las visitas se han visto incrementadas, “En 2022 tuvimos 185.000 visitantes; el año pasado 235.000; y en los primeros cuatro meses de 2024, hasta el mes de abril, llevábamos 94.500 personas, lo que nos sitúa en unas cifras superiores a las de 2023”. El siguiente paso, explican Baños y Ferreres, es que la gente que visita las Coves se quede a pasar el día e incluso pernoctar en la Vall.

Este aumento de las visitas se traduce en una mejora de ingresos y, por tanto, en beneficios para la empresa pública: “El año pasado obtuvimos menos de tres millones de euros por la venta de entradas, y este año, en cuatro meses (enero-abril), ya hemos alcanzado el millón de euros”.

No obstante, el Ayuntamiento tiene claro que la actividad turística relacionada con las Coves tiene que ser sostenible para evitar su saturación. Hay un número concreto de entradas por día, que se agotan en temporada alta y que tienen una ocupación próxima al 95% durante el resto del año. Además, una vez al mes, se organizan visitas a la última zona descubierta, a través de un sifón, en las que solo pueden participar 17 personas: “Estamos muy pendientes del recurso y dejamos que respire, con unas horas libre de visitas para que elimine el CO2”.

Conciertos en el interior de la cueva

Singin’ in the Cave es un proyecto que se celebra anualmente con el inigualable paisaje cárstico de las Coves de Sant Josep como escenario. Se trata de un ciclo de conciertos en acústico dentro de la cueva que une la música con un patrimonio subterráneo único en el mundo. 

Los músicos cantan en directo, sin amplificadores, desde una barca en uno de los lagos más bonitos de Coves de Sant Josep: la Sala de los Murciélagos, una sala que cuenta con una resonancia incomparable y hace de estos conciertos una experiencia inolvidable tanto para el músico como para el público.

Posteriormente, los músicos invitados y los asistentes navegan hasta el embarcadero, donde continúa el concierto, esta vez ya con sonido amplificado y sobre tierra firme, aunque aún dentro de la cueva, para terminar el concierto.

Una cueva con mucha historia

En el interior de la cueva se han documentado ocupaciones humanas que se remontan al paleolítico superior, 17.000 años a.C., aunque existen indicios anteriores (35.000 a.C.) con los que se relacionan pinturas y grabados rupestres del embarcadero. Estos yacimientos están declarados Bien de Interés Cultural y Patrimonio Mundial de la Unesco.

Y, a pesar de que el botánico Antonio José de Cavanilles cita la fuente, su uso y su importancia para la prosperidad de La Vall d’Uixó en su obra 'Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, población y frutos del Reyno de Valencia' en 1797, no es hasta 1897 cuando se realiza la primera exploración, a cargo del ingeniero José Gimeno Lassala por encargo del ayuntamiento. El objetivo de aquella expedición, encontrar el punto más profundo donde realizar la toma de agua y averiguar su origen. Y a día de hoy, todavía se desconoce el origen del río y el final de la gruta.

Emsevall, una empresa pública rentable

La empresa municipal de servicios de la Vall d'Uixó (Emsevall) se constituyó a principios de siglo, y como la mayoría de las sociedades públicas, cuyo único cliente es el ayuntamiento, era tradicionalmente deficitaria. La mejora en la gestión de una atracción turística como son las Coves de Sant Josep le ha permitido tener beneficios, que repercuten en mejorar las condiciones laborales de los trabajadores de la empresa y en inversiones en el enclave, su entorno y el municipio: “Se trata de reinvertir en mejorar el servicio y en el capital humano”.

Emsevall, que tiene una actividad comercial propia y no depende del Ayuntamiento como único cliente, cuenta actualmente con una plantilla de alrededor de un centenar de empleados -la mayoría de ellos, sin titulación universitaria (personal de limpieza, barqueros, personal de la piscina...)-, cuando hace tres años eran 82; y tienen unas condiciones laborales dignas, con contratos de 35 horas semanales y un salario medio de 26.000 euros al año.

En definitiva, apuntaba la alcaldesa Baños, se ha profesionalizado la gestión, con la puesta en marcha de procesos selectivos de personal, potenciando cuestiones como el conocimiento de idiomas para una mejor atención al visitante, y se han modificado los criterios de organización para mejorar la gestión. Esto ha permitido tener abiertas las Coves todo el año y desestacionalizar las visitas: “Por ejemplo, tenemos una empresa alemana que se ha interesado en traer todos los lunes fuera de temporada a medio centenar de visitantes”, comentan Ferreres y Aznar.

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