Cuatro personas que se sometieron al proceso de eutanasia en la Comunitat Valenciana decidieron donar sus órganos desde la entrada en vigor de la Ley que la regula en verano de 2021, una decisión que ha hecho posibles 13 trasplantes.
Para los profesionales sanitarios que se encargan de este proceso, “el impacto en salud que tiene ese gesto de donación es abrumador” y aporta “algo de consuelo en una situación trágica, prolongada en el tiempo y muy difícil para las familias”: “Son escenarios muy, muy tristes, pero a la vez muy reconfortantes desde nuestro punto de vista, porque realmente el deseo del paciente se cumple”.
Así lo explican la directora de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), Beatriz Domínguez-Gil, y el coordinador de trasplantes de la Comunitat Valenciana, Rafael Zaragoza, que este jueves y viernes han participado en València en la XX reunión monográfica de coordinadores autonómicos de trasplantes, cuya última jornada se ha centrado en la donación de órganos después de la prestación de ayuda a morir. Un encuentro que ha reunido a 76 coordinadores, 52 procedentes de otras comunidades autónomas.
La Ley de Eutanasia entró en 2021 ofreciendo la posibilidad de una muerte asistida a pacientes con “padecimiento grave, crónico e imposibilitante o enfermedad grave e incurable, causantes de un sufrimiento intolerable”. Solo ese verano siete fallecidos por eutanasia donaron sus órganos en España y desde entonces, según detalla Domínguez-Gil, con datos hasta diciembre de 2022, ha habido 49 personas que, al elegir este proceso, también optaron por donar sus órganos, que llegaron a 135 pacientes receptores.
“Utilizamos siempre la palabra abrumados, estamos abrumados”, admite la responsable de la ONT. Aunque al aprobarse la ley esperaban que llegaran las peticiones “por cómo es la sociedad española, generosa”, no preveían el número de solicitudes que han recibido, ha destacado. Entonces solo conocían la experiencia de tres países en los que se han iniciado procesos de donación en este escenario de fallecimiento, que son Bélgica, Canadá y Países Bajos.
La doctora explica que sabían que iban a encontrarse pacientes que expresarían su deseo de ser donantes en “un escenario de fallecimiento que era perfectamente compatible con la donación”, mientras que el sistema sanitario contaba con “un programa de donación en asistolia que lo hacía técnicamente posible porque además es factible ya en todos los hospitales del país”.
Las personas que deciden someterse a un proceso de ayuda a la muerte “muchas veces” sufren enfermedades neurodegenerativas, con el resto de sus órganos en buen estado y con un ratio para poder trasplantar “más alto incluso que los donantes tradicionales”, según detallan. Además “son más jóvenes que los donantes habituales”, con una edad comprendida entre los 40 y 50 años, y que “no han tenido un ingreso en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), que también hace que muchos órganos se vayan deteriorando”.
Los coordinadores de trasplantes empezaron a trabajar “primero con unas recomendaciones generales y ya este año entró en vigor un Protocolo Nacional que fue adoptado por la Comisión Permanente de Trasplantes del Consejo Interterritorial y que trata de armonizar el proceso de donación, que es ”un proceso ad-hoc“ único para cada paciente, relata Domínguez-Gil.
En estos nuevos procedimientos, destaca el doctor Zaragoza, “el centro de todo es el paciente y su deseo”, que “tiene también derecho a la información de poder ser donante”. Un “reto” porque, “cuando no lo has hecho nunca y es tu primera vez, te encuentras con, no escollos, pero puedes tener pequeños problemas”, admite el doctor Zaragoza. De ahí que los coordinadores de trasplantes estén celebrando jornadas en las que los profesionales que ya se han enfrentado a este proceso comparten sus experiencias.
Una decisión “absolutamente libre”
El proceso de toma de decisiones relativo a la eutanasia y el proceso de toma de decisiones relativa la donación “son independientes”, insisten los especialistas. “Esto es muy importante para que el paciente tome de forma absolutamente libre todas sus decisiones”, según Domínguez-Gil.
El médico responsable del paciente es “el que tiene que determinar cuándo, cómo y si es adecuado plantearle si quiere recibir información sobre la donación” y, en caso afirmativo, esa información la proporciona el coordinador de trasplantes.
Morir en el hospital
Uno de los aspectos importantes que deben saber los pacientes es que “por el hecho de querer ser donante de órganos obliga a que la prestación y el fallecimiento tengan lugar en el hospital”, pero “es evidente que hay personas para las que es importante fallecer en su domicilio”, reconoce. “Son personas que muchas veces no quieren ir al hospital porque ya llevan una carga importante y nos encontramos con la necesidad de hacer estudios analíticos, pruebas de imagen...”, comenta la doctora.
En ese sentido, explica que se están iniciando protocolos que permitan que el proceso comience en el hogar de los pacientes, “pero la prestación siempre debe ser en el hospital”. Aun así, el esfuerzo se centra en “generar la menor incomodidad posible”.
“Cumplir el deseo”
La directora de la Organización Nacional de Trasplantes insiste en que ofrecer a los pacientes esta opción en el final de su vida no se debe ver como “una nueva vía de aumentar el 'pool' de donantes” ni desde una perspectiva utilitarista“, porque ”lo importante es cumplir el deseo de una persona y toda la coordinación se centra en cumplir ese deseo, que suele ser querer ayudar a cuantas más personas pueda“, ha recalcado.
“El impacto en salud que tiene el gesto de donación es abrumador. Cumplimos con una voluntad y con un gesto y conseguimos multiplicar su impacto, por el número de personas que se trasplantan. Y luego, por otro lado, el efecto que esto tiene también en el entorno familiar, porque es evidentemente algo de consuelo en una situación trágica, prolongada en el tiempo y muy difícil para estas familias”, expone Domínguez-Gil.
Al margen del proceso de eutanasia, el objetivo del ONT es crecer en el número de trasplantes totales. En 2019, España alcanzó su “récord histórico” en donaciones y trasplantes, pero en 2020 y 2021 la pandemia de coronavirus provocó un retroceso. Una vez pasada la crisis sanitaria, “prácticamente” se ha “equiparado” el resultado previo.
“Nuestro objetivo este año es crecer. Esto evidentemente ayudará, pero son muchas otras las líneas que realmente van a tener un impacto cuantitativo más sustancial en el volumen total de donantes y es muy difícil hacer predicciones (...). Va a depender mucho de la implementación de la legislación y de los protocolos”, ha comentado.