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Un festival renuncia a su subvención para no reunirse con el concejal de Vox que vetó libros LGTBI de la biblioteca

El festival Maig Di Gras de Borriana

Nando Cruz

19 de diciembre de 2023 23:01 h

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Los cambios políticos en los ayuntamientos españoles tras las elecciones de mayo, sobre todo en municipios en los que Vox ha ganado incidencia, han provocado numerosos sobresaltos en la programación cultural. Varios festivales han visto cómo las concejalías entrantes cancelaban subvenciones causando así la desaparición de propuestas asentadas en el calendario. No será así en Borriana. El festival Maig Di Gras de músicas negras y brass bands al estilo de Nueva Orleans ha decidido renunciar a su subvención para no tener que sentarse con el concejal de Cultura de Vox. Con la intención de sortear todos los obstáculos políticos que pueda plantear el partido de extrema derecha, el festival celebrará entre el 17 y el 19 de mayo de 2024 una séptima edición absolutamente autofinanciada.

“Cuando vimos que se definía el pacto de Gobierno entre PP y Vox, antes incluso de que Vox se quedase con la concejalía de cultura, decidimos que en 2024 el festival sería autogestionado y autofinanciado”, explica Vicente Aleixandre, miembro de la Asociación Cultural Soul Explosion que impulsa el Maig Di Gras desde 2016. “Somos un festival muy desastre. Hay años que no cerramos la programación hasta un mes antes. Tardamos tanto, que la gente siempre nos pregunta si habrá festival o no. Pero esta decisión la tomamos el 22 de julio. ¡Una locura!”, afirma orgulloso. La anunciaron días después de que el concejal de cultura de Borriana y diputado autonómico, Jesús Albiol, empezase a marcar perfil político retirando la suscripción a publicaciones en catalán como Camacuc, Cavall Fort, El Temps y Enderrock, que hasta entonces llegaban a la biblioteca municipal. Dos meses después, retiró los libros de educación sexual de la misma biblioteca pero invitaba a un dibujante de cómics defensor de ideas fascistas según la oposición municipal, a realizar una exposición. Esta censura sacó a los burrianenses a la calle este verano.

La subvención con la que trabajaba el Maig Di Gras hasta ahora, de 9.000 euros, se destinaba íntegramente a pagar a los artistas. En vez de solicitarla, tras verla denegada, quejarse públicamente y tener que decidir a última hora si cancelan o no, la estrategia del festival castellonense ha sido renunciar a pedirla y anunciar en un comunicado que la edición de 2024 no solo se celebrará sino que su lema será “Tornem als carrers!” (¡Volvemos a las calles!). Más importante aún que la subvención es obtener la autorización consistorial para poder ocupar la vía pública, pero para no tener que negociar permisos de ningún tipo, el próximo Maig Di Gras no tendrá escenarios ni barras. “Iremos en second lines por la calle”, proclama Aleixandre, sabiendo que el espíritu itinerante de las emblemáticas bandas que recorren Nueva Orleans jugará a su favor.

Jaque al Ayuntamiento

La maniobra del festival para evitar el contacto con Vox y garantizar al mismo tiempo su celebración es tan sencilla como buscar la coincidencia en el calendario con otro acto cultural de la ciudad. Maig Di Gras nació en mayo para poder justificar el juego de palabras con el Mardi Gras de Nueva Orleans, pero en mayo también se celebra en Borriana las Cruces de Mayo, una festividad en la que distintas comisiones falleras exhiben una cruces gigantescas decoradas con flores y las pasean por las calles de la ciudad escoltadas por charangas. “Siempre hemos buscado no coincidir, pero este año nos interesa mucho coincidir porque si pedimos permisos al Ayuntamiento nos los podrían denegar”, explica Vicente.

El tercer fin de semana de mayo el ambiente ya será de fiesta, muchas calles de Borriana ya estarán cortadas. “Esos días las cruces se pasean por la calle y a veces cortan el tráfico sin permiso. Hay discomóviles instaladas en la calle”, describe el miembro de la asociación Soul Explosion. “Buscamos ese subterfugio y, si ese fin de semana el pueblo está petado de gente y charangas, parecerá difícil de justificar que el jefe de policía o el alcalde digan que nosotros no podemos pasear”, calcula. “Y si lo intentasen, nos harían de oro porque saldríamos en las portadas de todos los periódicos del país”, intuye. Además de conciertos, habrá actividades extramusicales como proyecciones de documentales. Estas se celebrarán en espacios alquilados o afines a la filosofía del festival.

Para salvar la edición de 2024, Maig Di Gras no solo renunciará a la subvención, sino también a instalar barras de venta de bebidas. Para cualquier otro festival eso supondría un doble suicidio comercial, pero la muestra de Borriana ya funcionó así en 2022. “Por la cantidad de dinero que cuesta montarlas y la de gente que hay que poner a trabajar en ellas, renunciamos a las barras. Preferimos que el dinero que generan se quede en los comercios locales. Si hacemos esta movida en la calle, está bien que el impacto económico repercuta en los bares de la ciudad. El festival es un regalo para la calle y somos tan chulos y generosos que no montamos barras para forrarnos, como dicen algunos”, replica.

Otro modelo de festival

Borriana es la cuna del macrofestival Arenal Sound y epicentro, junto con Benicàssim, de esa ‘tierra de festivales’ en que se ha convertido la provincia de Castellón y resto del litoral valenciano. Maig Di Gras, sin embargo, responde a otro modelo cultural más modesto interesado en usar la música como estímulo para enriquecer y fortalecer los vínculos entre los habitantes del lugar. Durante tres días, la música en vivo recorre las calles de Borriana con festiva impunidad, acercándose a todo tipo de públicos y colándose hasta en el mercado. Varios integrantes del núcleo duro del festival provienen de los movimientos sociales e impulsan el certamen sin el respaldo de espónsores o promotoras profesionales.

Tal y como especifica en el comunicado Merche Vidal, presidenta de la asociación Soul Explosion, mantener los vínculos con el concejal de Vox era inviable: “Comprometería nuestros compromisos estatutarios basados en la multiculturalidad, la diversidad afectiva sexual y el respeto amplio de los derechos humanos”. La declaración cobra aún más sentido cuando varios de los impulsores del Maig Di Gras cooperan activamente con L’Aurora, una entidad que brinda apoyo logístico a los barcos que surcan el Mediterráneo para rescatar a migrantes. Borriana es desde hace años el puerto donde atracan para avituallarse de víveres, reparar las naves, pasar inspecciones y formar nuevos tripulantes.

“Nosotros podemos permitirnos esta maniobra porque tenemos claros nuestros puntos ideológicos. Tampoco queremos hacer bandera de ello, pero no entendemos que, por un lado, como sociedad estemos exigiendo a los políticos que marquen líneas rojas con la extrema derecha y que, después, técnicos, profesionales y gente que nos dedicamos a esto no las marquemos y seamos capaces de sentarnos con Vox en una reunión, aunque nos den menos dinero y, encima, nos digan: ‘Y esta banda no me la traigas, ¡eh!’. Eso ya está pasando. Y pasará más”, advierte Vicente Aleixandre. A diferencia de muchos otros festivales españoles, cuando llegó la pandemia y el Maig Di Gras canceló su edición de 2020, la asociación Soul Explosion renunció a la subvención de aquel año y propuso al consistorio destinarla a ayudar a familias en situación de riesgo.

Efecto contagio

La decisión del Maig Di Gras de no dialogar con una concejalía en manos de la extrema derecha es insólita en el gremio festivalero. “Nos encantaría que generase un efecto contagio”, reconoce Aleixandre sin perder la noción de la realidad. “Este es nuestro posicionamiento humilde y sincero, pero no queremos ser unos flipados ni pretendemos que todos actúen igual”, añade. Y acto seguido improvisar un diagnóstico del sector: “Mientras los festivales tengan esa mentalidad de hacer cada año más pasta y ser más grandes y no tengan una conciencia social y política real, es difícil que se planten ante determinadas conductas”.

Autogestión y autofinanciación son, por ahora, los dos únicos cabezas de cartel del séptimo Maig Di Gras. La edición de 2024 reducirá el volumen de actividades y deberá confiar en la implicación de músicos que vengan a tocar “por la causa”. Pero igual que Shellac no falta ningún año en el Primavera Sound y el Viña Rock tiene casi en nómina a Boikot, la muestra de Borriana también tiene su grupo fetiche. Es la Broken Brothers Brass Band de Pamplona, que difícilmente faltará a la cita. Mientras, la gesta de Maig Di Gras está disparando las simpatías por el festival. “Estamos recibiendo mucho apoyo. Incluso, de gente que nos ha descubierto a raíz del comunicado y nos dice que contemos con ellos para lo que sea. Estas acciones también son una forma de movilizar a la gente”.

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