“Me estoy planteando comprar los derechos de La buena letra”. Lo dijo como que no quiere la cosa, en medio de la conversación que el propio Fernando Bovaira mantenía con la novelista Carmen Amoraga y los periodistas Maria Josep Poquet y Carlos Aimeur en torno a Crematorio, la obra de Rafael Chirbes que el mismo Bovaira produjo para la televisión y que protagonizó Pepe Sancho. Lo dijo en el encuentro que servía de pistoletazo de salida a Mostra Viva del Mediterrani, que hasta el 18 de octubre celebra su tercera edición. Y lo dijo como advirtiendo de la necesidad de la literatura, de la buena literatura, como sustento de un cine que ha perdido calorías.
Porque Fernando Bovaira, productor de la mayoría de las películas de Alejandro Amenábar, a quien ya apadrinó en su ópera prima Tesis, piensa que el cine actual carece de chicha. “Es un cine mimético al que le falta sustancia; antes los cineastas venían con un bagaje más literario, más denso”. Densidad y sustancia que tiene precisamente la obra de Rafael Chirbes, cuya figura literaria fue desgranada por los expertos en su obra reunidos en el Aula Magna de La Nau de la Universitat de València.
La buena letra, que la mayoría de los reunidos coincidió en calificar como la mejor novela para adentrarse en el universo de Chirbes, guarda en común con Crematorio esa manera que tenía el escritor valenciano de meter el bisturí a la realidad cotidiana para mostrar sus tripas. No ha sido finalista o premiada como lo han sido Mimoun (su primera novela), La larga marcha, En la orilla o la propia Crematorio, pero La buena letraposee todos los ingredientes del Chirbes que concibe la literatura como un ajuste de cuentas con la vida; con la mala vida.
“Estaba harto de que le dijeran que Crematorio era una novela sobre el boom inmobiliario”, señaló Bovaira. Cabreo difícil de rebajar en unos tiempos tan dados a despejar toda duda y toda reflexión a base de conceptos lapidarios envueltos en grosera ideología. Tiempos, como anunció Poquet con palabras del propio Rafael Chirbes, en que “los viejos dioses han muerto y los nuevos no han llegado”. Tiempos en los que la literatura “ya no es lo mismo desde que apareció el cine”, añadió Poquet, de nuevo con palabras del escritor fallecido hace ahora dos meses en Beniarbeig.
Y esa literatura, no la suya, ha cambiado con el cine porque las 20 páginas que se necesitan por ejemplo para describir San Petersburgo, “con la televisión y el cine se hace innecesario”. Aún así, o precisamente por eso, Rafael Chirbes no dejó de llenar páginas clamando contra ese cielo que parecía desplomarse, ya sea por la avaricia de unos cuantos, las traiciones de muchos o el silencio cómplice de una amplia mayoría. Como señaló Amoraga, Chirbes “ponía el espejo sobre lo que no le gustaba del mundo para devolvernos su reflejo”. La actriz Pilar Almeria cerró el encuentro poniéndole voz poética a uno de esos reflejos.