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Los comisariados del IVAM se daban a dedo

Pudiera parecer, una vez que el informe económico de Intervención de la Generalitat ha confirmado los usos y abusos del IVAM durante la dirección de Consuelo Císcar, que la publicación de sus tropelías son una forma de hacer leña del árbol caído. Y así sería si no fuera porque ese árbol, mantenido erguido con la connivencia y el silencio cómplice de muchos, ya fue objeto, pese a todo, de abundante leña por parte de un sector de la crítica en Valencia. De manera que la auditoría, revelada sin duda con toda la oportunidad del mundo, no deja de esclarecer los turbios asuntos que nadie antes se atrevió a filtrar. Allá cada cual con su conciencia.

Y bien, qué dice el informe, por seguir tirando de esa manta que a muchos sirvió de cobijo bajo el reinado de Consuelo Císcar: pues que la directora del IVAM, “en base a su criterio personal”, era la que decidía la contratación del comisario de cada exposición. Así, se ha comprobado, según recoge el informe, “que en los contratos de comisarios de importe igual o superior a 18.000 euros no se justifica el procedimiento y criterios de adjudicación del contrato y tampoco consta una justificación suficiente de exclusividad”.

Lo mismo ocurre con las publicaciones del IVAM, las cuales eran gestionadas bajo el criterio personal de Consuelo Císcar que, de nuevo, decidía las que se tenían que realizar (temática, tipo de publicación, tirada, etc.), “sin que conste ningún informe de los fines que se pretenden alcanzar con la publicación”. Entre ellas, se cita la revista Cuadernos del IVAM, de la que no consta “ningún control” por parte del Instituto “de la efectiva edición y distribución de las revistas contratadas”. Asimismo, se verifica “una discordancia entre el número de páginas contratadas y el producido en realidad que ha supuesto un sobrecoste para el IVAM estimado en 50.392,52 euros”.

Durante los ejercicios de 2009 y 2010, tampoco existió contrato en vigor para la edición de Cuadernos del IVAM y, sin embargo, en un periodo de 14 meses “se realizaron pagos a Norberto Martínez por importe de 39.529,52 euros por la corrección de textos para dicha revista”. Requerido el informe que detallara dichos trabajos de colaboración literaria, no se aportó, según señala la auditoría, “ningún dato adicional que relacione cada una de las facturas emitidas con el concreto trabajo realizado”.

El procedimiento para la compra de obras de arte se rige por la misma falta de transparencia. De hecho, el informe subraya cómo el IVAM “no dispone de un Plan de Adquisiciones…que responda a las necesidades del museo”. La mayoría se realiza “previo ofrecimiento de galeristas, herederos o de los propios artistas, con frecuencia aprovechando las exposiciones temporales en el IVAM”. Además, las propuestas se recibían a través de lo que Intervención denomina suavemente “las más diversas vías”: esto es, cartas, correos electrónicos o verbalmente.

El Consejo Rector creó en 2002 la Comisión de Adquisición de Obras de Arte (C.A.) precisamente con el fin de estudiar las posibles compras de piezas artísticas. Sin embargo, el informe revela que no existe constancia alguna de que todas las propuestas recibidas por el IVAM fueran sometidas a la citada Comisión. “Todas las propuestas de adquisición y sus precios parten de la Directora Gerente y, a su vez, éstas son informadas favorablemente por los restantes miembros en los términos propuestos”.

¿Qué términos? Al igual que Bartleby, en la novela de Herman Melville, zanjaba las órdenes de trabajo con el famoso “preferiría no hacerlo”, los criterios técnicos para adquirir una obra en el IVAM se reducían al siguiente que se repite en todas las actas, según destaca el informe: es una “oportunidad extraordinaria para enriquecer los importantes fondos del museo”.

José Miguel Cortés, ahora al frente el IVAM, a tenor de lo ocurrido y con vistas a evitar que el grado de corrupción sistematizado durante la dirección de Consuelo Císcar no siga gangrenando el Instituto, ya ha comunicado en las alegaciones al informe, que se presentará al próximo Consejo Rector “el correspondiente plan de adquisiciones” de obras de arte. “Del mismo modo, se ha puesto en marcha el nuevo procedimiento de adquisición donde el primer documento que constará será la oferta de venta registrada de entrada en el IVAM”, concluye el director.

Pudiera parecer, una vez que el informe económico de Intervención de la Generalitat ha confirmado los usos y abusos del IVAM durante la dirección de Consuelo Císcar, que la publicación de sus tropelías son una forma de hacer leña del árbol caído. Y así sería si no fuera porque ese árbol, mantenido erguido con la connivencia y el silencio cómplice de muchos, ya fue objeto, pese a todo, de abundante leña por parte de un sector de la crítica en Valencia. De manera que la auditoría, revelada sin duda con toda la oportunidad del mundo, no deja de esclarecer los turbios asuntos que nadie antes se atrevió a filtrar. Allá cada cual con su conciencia.

Y bien, qué dice el informe, por seguir tirando de esa manta que a muchos sirvió de cobijo bajo el reinado de Consuelo Císcar: pues que la directora del IVAM, “en base a su criterio personal”, era la que decidía la contratación del comisario de cada exposición. Así, se ha comprobado, según recoge el informe, “que en los contratos de comisarios de importe igual o superior a 18.000 euros no se justifica el procedimiento y criterios de adjudicación del contrato y tampoco consta una justificación suficiente de exclusividad”.