Llevo seis años consecutivos peleando por un cuño. ¡Sí! Se lo aseguro. Cada curso escolar me piden en el colegio que un cuño de mi banco avale la autorización para cobrar el recibo del comedor. Y cada año, sin excepción, tengo que escuchar la misma cantinela del empleado de turno de mi banco (antes Caja).
-¡Menuda tontería!, ¡Esto no funciona así!, ¡Lo del cuño está obsoleto!, ¡Esto no vale de nada!
Cada año. ¡Se lo aseguro! Para acabar poniéndome el dichoso cuño: ¡No, si yo se lo pongo, pero…!
El primer y el segundo año se lo dije a la responsable escolar: “Oye que me dicen en el banco que esto no tienen porqué cuñarlo. ¡Ya, pero es que nos hace falta así!, fue su respuesta.
El tercer año, me lo tragué. Los dos siguientes, también. Y este año… ¡Pues aquí estoy desahogándome como buenamente puedo!
¿Tanto cuesta, de verdad, poner un cuño en un papel?
¿Tanto cuesta remitir una circular a los centros escolares para explicarles el nuevo funcionamiento del sistema bancario? O preocuparse unos y otros por conocer sus respectivas razones sobre la necesidad o no necesidad del dichoso cuño.
Si me apuran… ¿Tanto cuesta hablar con la Generalitat para que informe a los centros?
¡Qué hartazgo!
Si la ineficacia de los gestores educativos y financieros de esta Comunitat llega hasta estos extremos tan simples…me asusta pensar cómo funcionan sus cabezas cuando se trata de algo verdaderamente importante. Véase un desahucio, la estafa de las preferentes, el adelanto del inicio del curso, la jornada continua o los temarios de las nuevas asignaturas impuestas por la Ley Wert. Porque… ¿alguien sabe en qué consiste el temario de Valores Sociales y Cívicos, esa asignatura que se imparte a los alumnos que no quieren recibir enseñanzas religiosas? ¿O lo dejarán al albur de la buena voluntad del docente de turno como ocurría con Alternativa Educativa?
La verdad es que este asunto de Valores Cívicos me preocupa. Y me preocupa porque mi hijo ya me ha pedido dos veces en sólo 10 días de curso ir a Religión porque se aburre en esta asignatura. ¿Qué hacéis?, pregunto. ¡Nada!, nos dan un libro a cada uno para que leamos, es su respuesta. He de decir que por mi satisfactoria experiencia en los dos años de Primaria de Alternativa Educativa confío plenamente en que se trate del desconcierto del inicio de curso unido al de una asignatura improvisada por el político de turno. Porque, de seguir así, y siendo evaluable ¿qué nota les pondrán a los niños por no hacer nada?