El ‘fichaje’ de Francisco por Ciudadanos es la prueba más palpable de que la derecha valenciana ha estallado en pedazos. El cantante que en 2010 en un acto público en Fitur manifestaba “voy a decirlo sin complejos: soy del PP”, este sábado se alineaba con Movimiento Ciudadano (el Ciutadans, de Catalunya) asegurando que está “harto de delincuentes”, en referencia a las esferas del gobierno.
Y el valor de Francisco es más simbólico que otra cosa. El cantante, que para gran parte de valencianos es la voz ‘auténtica’ del himno regional, es un fetiche para la derecha regionalista valenciana.
Con la entrada en juego de Ciudadanos, junto con UPyD, el proverbial monolitismo de la derecha del que ha disfrutado el PP valenciano durante 15 años se resquebraja. Y lo hacen dos formaciones que renuncian a presumir de pedigrí conservador, no como la derecha anterior alternativa a los ‘populares’ encarnada en Unión Valenciana (fagocitada por el PP a finales de los 90), y Coalición Valenciana (con más propaganda que poder real). No obstante las fuerzas emergentes tienen en común que han mostrado señales de querer atraer el voto regionalista y del secesionismo lingüístico.
Tanto Ciudadanos como UPyD rechazan identificarse con derechas o izquierdas, de hecho en Valencia la incipiente Movimiento Ciudadano enarbola a Antonio Asunción, quien fue candidato del PSPV a la Generalitat en 1999 y exministro de Felipe González. No obstante las encuestas auguran que su posible avance en la Comunitat Valenciana sería a costa del PP, y no del PSPV, ya que de este último sus pérdidas se canalizarían hacia sus potenciales socios Compromís y EU.
La actual situación de cambio de rumbo que vislumbran las encuestas podrían cuestionar un mito como es el de la ‘izquierda cainita’, y esto podría trasladarse también a la derecha. Así la división más que por la condición de ideología podría ser por la cuestión humana, como ya decía Plauto “homini lupus homini” (el hombre es un lobo para el hombre).
Además el PP podría estar condenado a heredar una losa similar a la que han padecido los socialistas durante muchos años: liderar la oposición minoritaria, acompañado en las Corts por EU, y con un Bloc que se quedaba mirando desde fuera cuando el listón del 5% cerraba las puertas. Esto ahora podría reinterpretarse con otros actores, con otro 'tripartito': PP liderando la oposición, acompañado por UPyD y con Movimiento Ciuadadano comiendo una parte interesante del electorado pero fuera del parlamento autonómico.
Ante todo ello, y a falta de menos de año y medio para elecciones, el PP se enfrenta a un dilema: aguantar a la espera de que una leve recuperación económica aliente y movilice a su electorado; o por otro lado que le pase como al pescador de Hemingway en ‘El viejo y el mar’, a quien los tiburones le devoran la formidable pieza pescada antes de que la barca llegue a tierra, quedando sólo el esqueleto.