Vivimos en un mundo de desprestigio de la política, de desconfianza hacia las actuaciones de los políticos, sin gobierno estatal, rodeados de abundantes casos de corrupción que han evidenciado que el Estado no tenía respuestas eficaces para el control de las decisiones y el gasto público. Y yo hoy me dedico a la política, si, a ese mundo tan desacreditado. Soy diputada y mi trabajo consta en la web institucional de Les Corts Valencianes. Pero no pretendo serlo para siempre. No. Soy abogada, especializada en derecho administrativo, con amplio conocimiento del derecho parlamentario y entre los trabajos que despiertan mi interés profesional se encuentra el que se desarrolla en Les Corts, que precisamente exige ese tipo de conocimientos. Por ello decidí preparar unas durísimas oposiciones haciendo un gran esfuerzo personal para estudiar y enfrentarme a los 4 exámenes que prevé la convocatoria pública de 269 temas. Porque es el esfuerzo el que me ha acompañado a lo largo de mi vida y me ha dado lo que tengo.
Sabía que era una noticia que llamaría la atención. No es habitual que alguien que tiene un trabajo como el mío se presente a unas oposiciones de esa dificultad. Pero no podía imaginar que se confundirían unas oposiciones con cuestiones que nada tienen que ver, como es la de las puertas giratorias donde las empresas agradecen los servicios prestados a los cargos del gobierno, actuación que prohibirá la futura Ley de Incompatibilidades.
En mi caso particular, soy una diputada rasa que no forma parte del gobierno, ajena a actuaciones susceptibles de incurrir en incompatibilidades. Diputada, a diferencia de otros, en exclusividad. Pues un diputado puede compatibilizar la labor de representación ciudadana con el trabajo en cualquier empresa, concejalía o alcaldía.
Al PP, que no ha votado a favor de las incompatibilidades que regula la ley, sí que le gustan los enchufes y los ha practicado a mansalva, vulnerando las leyes como solo ellos saben. Por el contrario, es evidente que yo no les gusto y lo entiendo, ellos a mí tampoco, pues nuestros principios y valores son muy diferentes.
En las antípodas de los enchufes o agradecimientos partidistas están las oposiciones públicas, que siempre deben ser transparentes y exigentes, me presente yo o cualquier otra persona.
El partido más corrupto de la historia valenciana (PP) argumenta contra mi decisión que yo tengo relación con los letrados, miembros del tribunal. Pues bien, con ese argumento ningún funcionario interino podría presentarse a convocatoria alguna, pues ya conoce a la gente y está obviamente familiarizado con aspectos del puesto al que aspira.
Al parecer, ante el revuelo mediático ocasionado ningún miembro de la Mesa de Les Corts quiere formar parte del tribunal y proponen que se encargue gente ajena a esta institución. Precisamente para evitar estas situaciones el Estatuto Básico del Empleado Público Ley 7/2007, excluye a los cargos políticos de los tribunales de oposiciones a funcionario, siendo el caso que nos ocupa una excepción a este mandato. No estaría de más aprovechar la ocasión para reflexionar sobre ello y modificar la normativa y la convocatoria, apostando por tribunales exclusivamente técnicos también en el ámbito parlamentario.
En todo caso, es evidente que cualquier miembro de un tribunal de oposiciones debería realizar su labor con objetividad, se presente quien se presente. Y de existir amistad o enemistad manifiesta, abstenerse de participar.
Ante estas circunstancias, ante la confusión generada por algunos medios sobre la posibilidad de que participara en unas oposiciones en igualdad de condiciones, en competición pública con el resto de aspirantes, cumpliendo los principios de igualdad, mérito y capacidad que marca la Constitución Española en el acceso a la función pública, he decidido no presentarme a las oposiciones renunciando así a mi derecho a replantear mi vida profesional. En fin. Cosas de la política.