La noche electoral del 10N deja varias preguntas sobre el tablero político español y alguna que otra respuesta.
La primera, no volvemos a 1936. La suma de las izquierdas ha vuelto a ganar las elecciones generales en España, que es claramente progresista. Pese a la menor participación respecto al 28 de abril, sigue habiendo un bloque mayoritario de izquierdas en el Congreso con capacidad de facilitar un Gobierno liderado por el Partido Socialista: 158 frente a 151 posibles apoyos, como mínimo. ¿Se volverá a imponer el bloqueo? ¿Prevalecerá el interés general al cálculo partidista? ¿Fórmula portuguesa o coalición a la valenciana?
La segunda, la debacle sin paliativos del partido de Albert Rivera ha dado oxígeno al desnortado PP de Casado y, sobre todo, a la extrema derecha de Vox, que se benefician de sus tumbos, ridículos e incoherencias. Ambos consolidan sus resultados de abril, aún sin capacidad de conformar un Gobierno alternativo. ¿Quién relevará a Rivera? ¿Escuchará Casado a Feijóo? ¿Seguirán jugando con el ultranacionalismo populista?
En clave valenciana, el PSPV-PSOE sigue siendo la primera fuerza política con representación en el Congreso, pese a dejarse un escaño por el camino. Sin lograr más votos que hace seis meses, el bloque trifáchico supera por poco al progresista y Compromís y Errejón no sumaron, restaron. La coalición vuelve a perder votos, visibilidad, discurso propio y, otra vez, grupo parlamentario en Madrid. ¿Qué opinarán las bases de Oltra y el Bloc? ¿Los likes y tweets sirven como estrategia política?
Y la más importante, el Presidente Pedro Sánchez vuelve a tener ante sí la responsabilidad de intentar construir un gran acuerdo de país, sólido y progresista, que haga frente a los retos del presente y ponga freno a la amenaza neofascista. Humildad, respeto y generosidad por parte de todas serán fundamentales en esta tarea.
Por cierto, la extrema derecha no ha salido de debajo de las piedras, convive desde siempre entre nosotros, unas veces dormida y otras camuflada, escondiéndose en el viejo prejuicio hacia el inmigrante, el chiste machista o la violencia en el deporte. Era cuestión de tiempo que la ola ultra que recorre Europa se dejara ver con su propio sello, sobre todo tras la legitimidad que el PP, de donde procede, y C's le han dado gobernando en Andalucía, Murcia o Castilla y León. Toca ahora señalarla, aislarla y combatirla con unidad e inteligencia democráticas.
*Carlos Manzana, Secretario de Comunicación de Joves Socialistes del País Valencià