Miles de personas se han dado cita este jueves en la plaza de la Virgen de Valencia convocados por el arzobispo, el cardenal Antonio Cañizares, con motivo del desagravio a la Mare de Dèu dels Desamparats tras la utilización de la imagen del beso lésbico de la 'Geperudeta' con la virgen de Montserrat por parte del colectivo Endavant para un cartel convocando la marcha del día del Orgullo Gay en la capital valenciana, una acción que tanto el prelado como la Conferencia Episcopal Española han calificado de “grave profanación blasfema”.
La imagen de la 'Geperudeta' ha presidido el homenaje a la virgen en lo que Cañizares ha asegurado que era un acto “por la reconciliación de todos”. El arzobispo de Valencia ha querido dejar claro ante las miles de personas concentradas en la plaza, que han recibido a la virgen con el tradicional grito de “¡Viva la Mare de Dèu!”, que no se trataba de ningún acto político, ni protesta, así como tampoco que estaban allí con ninguna bandera ni representando a ninguna sigla: “Se confunden y desfiguran por tanto los que vengan en otro sentido”.
Posteriormente, Cañizares, quien ha tenido unas palabras para las víctimas del atentado homófobo de Orlando y para todas las víctimas “de cualquier violencia, de todo acto de terror. También de los perseguidos o maltratados a causa de su fe o de su condición”, se ha trasladado a la catedral donde, acompañado de los representantes de las diócesis de Orihuela-Alicante, Segorbe-Castellón, Zaragoza, Lleida y Mondoñedo-Ferrol, ha celebrado la homilía.
El prelado ha insistido: “Dios quiere que os enseñe la verdad, aunque algunos no la crean, aunque me crucifiquen”. Así, ha dicho que tiene que ir “a contracorriente” y que no pretende ser políticamente correcto, al tiempo que se ha referido de nuevo, como en otras muchas ocasiones, a las ideologías. “Hay ideologías que matan al hombre, como la ideología de género, que todo lo fija en lo que decide el hombre y desaparece Dios y la Naturaleza”, ha sentenciado, para continuar asegurando que ésta es “la peor de todas las ideologías de la historia”.
A juicio del purpurado, al que han interrumpido los fieles en diversas ocasiones con aplausos y gritos de ánimo, no sería un buen obispo si se callara, porque es una ideología “inicua, destructora”, por lo que ha apelado a la objeción de conciencia de los católicos, “es obligación ante la ley de Cristo”. A su juicio, destruye a la familia, “cómo voy a callarme”, al tiempo que instaba a los creyentes a rebelarse, “es preciso que reaccionéis, no podéis tener miedo”.