“Me han despedido por constituir una sección sindical para luchar contra la precariedad”

Lo último que esperaba firmar Guillermo en diciembre de 2017 era su carta de despido. Llevaba desde poco antes de la crisis trabajando para un hotel de Guardamar y la dirección conocía bien su rúbrica pues la había estampado en unos 50 contratos temporales. En los últimos tres años empezó a trabajar de manera continua y casi ininterrumpida, por lo que reclamó que se cumpliera la ley y que lo hicieran fijo. A la negativa de la empresa, le siguió por su parte la constitución de una sección sindical de la CNT para defender sus derechos y los de sus compañeros que estaban en la misma situación. La decisión de prescindir de sus servicios llegó tres meses después, basada en criterios objetivos para la mercantil, en represión sindical para el exempleado. La justicia tendrá la última palabra en el juicio que reunirá a ambas partes el 20 de junio.

Mientras tanto, Guillermo lleva inmerso en una campaña informativa que le ha llevado a varios puntos de la provincia de Alicante donde explica su caso y pide su readmisión inmediata. Ha decidido no agachar la cabeza y dar la cara, pero también es consciente de que no le conviene que aparezcan más datos personales en este artículo. “Si pierdo este juicio voy a tener dificultades para encontrar trabajo, sobre todo en este sector”, afirma resignado ante la tendencia de los departamentos de Recursos Humanos de usar las redes sociales y los motores de búsqueda para seleccionar los candidatos.

Este antiguo trabajador de Hoteles Devesa -que gestiona la cadena Hoteles Poseidón- denuncia lo precario que es vivir diez años con contratos temporales. “Siempre con la incertidumbre de si vas a seguir o no, que es como lo vivimos los trabajadores con este tipo de contratos. No puedes planificarte ni hacer vida normal”. En un momento como el actual, con el trasfondo de la celebración del Primero de Mayo, las proclamas sindicales volverán a incidir en la alta tasa de temporalidad que soporta este país. El 90% de los contratos nuevos son eventuales, lo que sitúa a España a la cabeza de Europa con un 27,5% de sus empleados en esta situación, según el último informe de Eurostat de diciembre de 2017.

Guillermo lo ha sufrido en sus carnes y no tiene dudas en afirmar que “la temporalidad se ha convertido en el eje de la precariedad”. “A los jóvenes no nos despiden, nuestros contratos simplemente expiran y, en lugar de afianzar un puesto de trabajo, las empresas contratan a otro joven con un nuevo contrato temporal”. A juicio de este miembro de CNT, las empresas abusan de este tipo de contratos para ahondar en la vulnerabilidad del trabajador, “para que consienta los incumplimientos de convenio y otras prácticas fraudulentas sin rechistar”. Guillermo también entiende que así muchas empresas se benefician de bonificaciones por nuevas contrataciones. “Por tanto el abuso de la contratación temporal también constituye un fraude a la Seguridad Social”.

En su caso, añade, la empresa rebasó los límites para este tipo de contratación, “hallándose por tanto el contrato en fraude de ley”. La contratación temporal viene regulada en el Estatuto de los Trabajadores y en el sector de Guillermo también en el convenio provincial.

También reconoce que la decisión de crear una sección sindical de la CNT vino precedida de la inoperancia del comité de empresa al que había acudido en busca de ayuda. “No se preocupan por los trabajadores eventuales y en la mayoría de los casos ni siquiera velan por el cumplimiento del convenio que ellos mismos han firmado”, explica. “De alguna forma, nos dejaban colgados a los empleados temporales, como si no existiéramos”.

La empresa defiende que el de Guillermo es un despido objetivo por causas técnicas, organizativas y económicas, el cual se produjo cuando llevaba seis meses trabajando en otro hotel de la compañía afincado en Torrevieja. “Pero estoy convencido de que se me despide por represión sindical. Es muy raro que siempre hayan contado conmigo y ahora no solo no cuentan conmigo sino que me echan para evitar que vuelva a trabajar con ellos”, argumenta Guillermo.

Turismo y kellys

Por último, este joven alicantino se muestra esperanzado con el movimiento que han iniciado más recientemente las aparadoras del calzado, o desde hace un tiempo las kellys, en un sector que él comparte. De hecho, su discurso coincide con el de las camareras de piso de los hoteles. “Hasta ahora, a los que abrimos la boca simplemente no nos vuelven a contratar y no tenemos ningún mecanismo para defendernos… A mí manera de ver estamos ante una de las formas de esclavitud en el siglo XXI”, señala.

España no solo está a la cabeza en contratos basuras. También está en la Champions League del turismo, alcanzando el año pasado la cifra récord de 82 millones de visitas. “Sí, pero estos datos positivos no se traducen en mejoras de los derechos de los trabajadores, al contrario, hemos ido para atrás”, denuncia.