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La ópera con desperfectos de Calatrava quiere despedir al 18 % de su plantilla

El Palau de las Arts, la ópera de Valencia celebre por la caída de su revestimiento, quiere despedir al 18% de su plantilla ahogada por sus problemas económicos. La empresa de la Generalitat ya está negociando con los trabajadores, con los que ya pactó un expediente de regulación de empleo finalmente frustrado por las dudas de que fuera legal.

En principio, el gobierno valenciano quiere despedir a 49 de sus 285 trabajadores. El Palau de les Arts, una obra faraónica que forma parte de la no menos megalómana Ciudad de las Artes y las Ciencias, pierde dinero. En 2012, 3,6 millones de euros. Su gestión está, además, en entredicho.

La Generalitat ya abrió una investigación sobre los gastos ordinarios, dietas, sueldos de los directivos o los pagos a proveedores, que se han llegado a hacer hasta con 5 años de retraso. Y acaba de nombrar a un director financiero para atar en corto a su responsable, Helga Schmitd, una figura de reputación mundial en el mundo de la ópera pero discutida por su gestión en el recinto.

De hecho, el Tribunal de Cuentas, el organismo encargado de fiscalizar las cuentas de las empresas públicas, ha abierto una investigación sobre la gestión en la ópera de Valencia, trufada de negligencia, ineficiencia y desorden, según han denunciado reiteradamente la Sindicatura de Comptes o los contables de la Generalitat.

Menos dinero público e ingresos

La caótica gestión ha sido agravada por la coyuntura. La Generalitat, que está en quiebra, aporta menos dinero al recinto. Los ingresos (patrocinios o venta de entradas) también han caído. Para cuadrar cuentas, el gobierno valenciano dice necesitar un ahorro de cuatro millones de euros al año.

¿Solución propuesta? El despido de 49 trabajadores y rebajas salariales de hasta un 10% para el resto. La ópera, en contra de la idea inicial, no cerraría cuatro meses al año, coincidiendo con el verano. El Palau de les Arts costó 500 millones tras quintuplicar su presupuesto inicial. 11 de ellos fueron para remunerar a su creador, Santiago Calatrava.