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Las deudas lastran a la Fundación para el Patrimonio Industrial de Sagunto y la dejan en punto muerto

El horno alto número dos.

Miguel Giménez

València —

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En 1994 se ponía en marcha la Fundación de la Comunitat Valenciana para el Patrimonio Industrial y Memoria Obrera del Puerto de Sagunto, una entidad que gestiona los espacios del Horno Alto número 2 y el futuro museo industrial, que se ubicará en la antigua nave de efectos y recambios de la extinta Altos Hornos del Mediterráneo, cuya rehabilitación sigue pendiente desde hace años. Sin embargo, la institución, cuyos patronos son el Ayuntamiento de Sagunto y la Generalitat Valenciana, atraviesa una delicada situación económica que la deja prácticamente en punto muerto. La fundación tenía hasta el pasado viernes dos empleados, en ERTE (expediente de regulación temporal de empleo) desde la declaración del estado de alarma por la pandemia y hasta el pasado lunes, cuando uno de ellos, la técnica, se reincorporó a su puesto de trabajo. El segundo de ellos, el director-gerente, Luis Roberto Doménech, comunicó su cese al patronato el pasado viernes por “motivos laborales”, como él mismo reconocía a eldiario.es: “Dejé mi Ayuntamiento con mucha ilusión para venir a trabajar aquí pero las cosas no han salido como esperaba”.

Luis Roberto llegó al cargo en julio de 2018 y uno de sus objetivos entonces era que el museo pudiera estar operativo en 2020. Sin embargo, en este tiempo, la situación económica de la entidad, lastrada por las deudas, ha sido precaria. “El Ayuntamiento y la Generalitat deben hacer aportaciones anuales de 60.000 euros, sin embargo, el Ayuntamiento no realiza aportaciones desde mayo de 2018, cuando ingresó 380.000 euros que se consumieron prácticamente en su totalidad para hacer frente a pagos pendientes, y la Generalitat realiza sus aportaciones a 18 meses”, explica el hasta el pasado viernes gerente de la fundación, quien sostiene que por esos problemas de tesorería han tenido que recurrir a endeudamiento: “La última póliza que suscribimos, de 124.998 euros, dinero que va íntegramente a inversiones y gasto corriente porque las subvenciones no llegan, vence este mes de octubre”.

El alcalde de Sagunto y presidente del patronato de la Fundación, el socialista Darío Moreno, reconoce que la situación de la entidad sigue siendo “muy precaria”. “En 2015 se intentó dar un nuevo impulso y recuperar la Fundación, pero empezaron a aparecer facturas en los cajones y sentencias que obligaron al Ayuntamiento a inyectar 500.000 euros para intentar salvarla, una cantidad que al final resultó insuficiente para tapar todos los agujeros generados en los 10 años anteriores”, relata Moreno, quien apunta que con la llegada de la nueva gerencia en la pasada legislatura se encontraron “cero papeles y multitud de muertos en el armario” fruto de una gestión “desastrosa”. Actualmente, el objetivo es regularizar la deuda, que calcula en unos 200.000 euros, para reflotar la entidad: “Parece que ya se ha tocado fondo”.

“No queremos que desaparezca, sino que la gestión sea más flexible”, sostiene Moreno, quien añade que se está estudiando la posibilidad de ceder a la Fundación el uso de la Nau -un gran contenedor cultural infrautilizado que en su día formó parte del también fallido proyecto de la Ciudad de las Artes propiedad de la Generalitat Valenciana- para su gestión y acabar con todos los problemas que todavía afectan a la institución para que los trabajadores puedan centrarse en sacar adelante el proyecto del museo industrial.

Desde la la Asociación Memoria Industrial y Movimiento Obrero (Amimo), por su parte, han denunciado la parálisis de una fundación que “no tiene capacidad de gestión”, por lo que hacen un llamamiento a la Administración a que busque una forma en la que pueda gestionar tanto el museo como el horno alto, “ya sea por medio de un consorcio o directamente”. Además, lamentan el estado en el que se encuentra el museo, cuya puesta en marcha depende de unos recursos económicos de los que no dispone la entidad, ya que el Ayuntamiento “no realiza sus aportaciones anuales ordinarias al no autorizarlas la intervención municipal”.

También denuncian el peligro que supone, en las condiciones actuales, la nave que albergará el museo: “Allí se ha apilado en palés y cajas gran cantidad de documentación que no se encuentra en las condiciones adecuadas de archivo y conservación, debería permanecer en un almacén especializado hasta que el museo tuviera las condiciones adecuadas, así como estructuras de madera provenientes de la Nau (antigua nave de talleres). Todo ello convierte a ese edificio, con gran cantidad de material inflamable en su interior y sin vigilancia alguna, en un peligro”. Desde este colectivo, Miguel Ángel Martín lamenta que la fundación “se le ha hecho bola” a las instituciones y “nadie sabe como meterle mano, ya que, después de tanto tiempo, la rehabilitación del museo sigue sin estar acabada y, por supuesto, tampoco existen los proyectos museístico y museográfico”.

Los espacios museísticos

El Horno Alto número dos, el icono más representativo del Puerto de Sagunto, data de 1922 y realizó su primera colada el 26 de junio de 1926, que formada por mineral de hierro, carbón de coque y calcárea, suponía el paso previo a la obtención del acero. Esta infraestructura de 64,20 metros de altura mantuvo su actividad hasta 1984, cuando la reconversión industrial supuso el cierre de Altos Hornos del Mediterráneo. En 1998 comenzó una rehabilitación que en 2012 recibió el premio Europa Nostra. Este espacio sí que es visitable desde octubre de 2018 en su segunda etapa -se inauguró al público en una primera etapa en 2011- y el pasado mes de febrero, el último antes de la declaración del estado de alarma, recibió 800 visitas.

El Museo Industrial tendrá su sede en la antigua nave de efectos y recambios, un edificio construido en 1927 por la Compañía Siderúrgica del Mediterráneo para almacenar matrices y recambios de piezas para la maquinaria siderúrgica. Su rehabilitación está pendiente de finalización, al igual que los proyectos museológico y museográfico.

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