Un día con los operarios marroquíes que siguen en las zonas de la DANA: “Hemos venido a trabajar, no a descansar”
Mohammed Taha corre hacia sus compañeros en Paiporta. Un rayo de sol atraviesa su torso, ilumina la mitad de su rostro y su sonrisa, tímida, pero de oreja a oreja. Entre sus manos aguanta una bandera plastificada. “Me la ha regalado un vecino”, detalla al resto de operarios marroquíes. Con curiosidad, levanta la solapa plastificada y estira la insignia. De pronto, los destellos de los rayos de sol realzan los colores de la 'senyera' valenciana: rojo, azul y amarillo. El joven originario de la ciudad de Kenitra en Marruecos pide ayuda: “Vamos a colgarla en el camión junto a la bandera de Marruecos”, explica. Todos se acercan, no faltan manos. Posan, sonríen, foto y vuelta al trabajo.
Tan solo unos días después de que la DANA azotara decenas de municipios en València, 36 camiones especializados en desatranques pusieron rumbo hacia España, pasando por Motril, desde diferentes puntos del vecino Marruecos. Desde entonces, alrededor de 120 personas, incluyendo efectivos, traductores y coordinadores, se han desplegado en más de 15 municipios, desaguando entre 150 y 200 garajes.
“Los operarios marroquíes han sacado una cantidad de lodo que llenaría hasta 50 piscinas olímpicas”, explica desde uno de los centros operativos Gonzalo Sanz Ruiz, coordinador del grupo de la Comisión Mixta de Protección Civil. “Marruecos ha desplegado la mayor contingencia de ayuda humanitaria de la historia reciente de España”, añade el representante de Protección Civil.
El grupo de operarios marroquíes está compuesto por personal civil de empresas privadas y subcontratadas en Marruecos que habitualmente trabajan en los ayuntamientos de diferentes localidades como Tánger, Agadir, Casablanca, Tetuán o Fez, entre otros. En València, en las zonas afectadas por la DANA, el grupo está coordinado conjuntamente entre Protección Civil de España del Ministerio del Interior dependiente, en este caso, de las delegaciones del Gobierno de Ceuta y el representante militar por parte de Marruecos, el coronel Jamaleddin Elmegnouni.
Honor, orgullo y respuesta
Mohammed Alouch es de Rabat y, después de casi dos meses de trabajo, no conoce el cansancio: “Hemos venido a trabajar y a ayudar a España, no a descansar”, explica, como puede, por encima del sonido del motor de su camión. “Tras las instrucciones de su majestad el rey de Marruecos, Mohamed VI, de ayudar al pueblo y a los afectados, así lo hacemos con mucho orgullo”, añade.
“Hemos sido bien recibidos, tanto por las autoridades como por la población. Teníamos pendiente ayudar de la misma forma que España asistió a Marruecos tras el terremoto de la región de Al Houz en septiembre de 2023”, insiste. Con esto último, Alouch sonríe y, más tarde, el coronel Elmegnouni recuerda con cariño la asistencia española en las zonas afectadas por el terremoto. “Desde que estamos desplegados en València, nos hemos encontrado con algunos de los miembros de la Unidad Militar de Emergencias que trabajaron con nosotros en Marruecos”, explica uno de los operarios marroquíes.
El día a día de Marruecos ante la DANA
El día arranca a las 9.30 de la mañana en el centro de operaciones de Alfafar. Dentro de uno de los barracones, un mapa satelital señala aquellos lugares por donde han pasado los operarios marroquíes: “Hemos trabajado tanto en las zonas cero como Catarroja, Benetússer, Paiporta o Sedaví, hasta en los lugares más aledaños como Algemesí, Cheste, Chiva o l'Alcúdia”, explica Abselam Abdel-lah, miembro ceutí de la Comisión Mixta de Protección Civil.
La tarde previa a cada día de trabajo, la misión marroquí recibe instrucciones desde el Centro de Coordinación Operativa Integrado (Cecopi). “Las órdenes las convertimos en un documento de Excel que coordina qué sectores van a trabajar, dónde y cuántos operarios y camiones van a asistir en cada municipio o zona afectada requerida”, explica Sanz Ruiz.
La plaza del Ayuntamiento de Sedaví es uno de los escenarios de trabajo de la mañana. En las inmediaciones del aparcamiento, con dos plantas de profundidad, tres jóvenes arrastran dos mangueras, una de desatasco y otra de absorción. Uno de ellos enciende las bombas desde el cuadro de mandos. El lodo viaja a toda velocidad desde el fondo hasta el depósito. “Cada tuba está dividida por la mitad. En la parte trasera llevan agua y, en la delantera, están vacías. Para la parte vacía, absorben los residuos líquidos, mientras que con las mangueras de agua a presión se apoyan para sacar el barro y desatascar los desagües llenos de lodo”, añade el representante de Protección Civil.
En las plantas subterráneas, un joven marroquí de Kenitra arrastra y aparta varios enseres que entorpecen la fluidez del lodo. La luz de la linterna frontal deja entrever la altura a la que continúa llegando el agua, dos meses después. El ascensor está todavía anegado. “Un camión, si tiene buenas condiciones de aspiración, tarda alrededor de 40 minutos en despejar cada punto”, explican desde Protección Civil.
Cuando marca el reloj marca las 13.00, comienza la distribución de la comida. En Paiporta, Mohammed Taha y el resto de los operarios sacan de una furgoneta blanca una decena de bolsas que inundan por un momento las calles de la localidad con un intenso olor a especias. “Qué hambre”, dice uno de ellos. En un murete salpicado por el barro se sienta uno de los operarios originario de Casablanca. Dentro de la bolsa: un táper de pollo especiado con verduras, ensalada, pan marroquí, agua y refresco de Orangina. “Bssaha” (“Qué aproveche” en castellano), grita a otro compañero.
Al terminar de comer, se reanudan las labores de limpieza de alcantarillado y garajes anegados. Esta vez, desde Benetússer, donde uno de los camiones está aparcado frente a las puertas del garaje de un edificio residencial. A dos calles, un par de operarios marroquíes limpian las calles a pie. Con el suministro que aguarda uno de los camiones, expulsan agua a presión mientras pasean las calles.
Cuando apagan los motores del vehículo, una señora mayor se asoma desde el balcón de un tercer piso: “¿Ya os vais?”, pregunta. A lo que el joven marroquí sonríe, mientras que Fátima, la traductora que acompaña a este sector, corre a asistirle: “No, señora, solo van a cargar el camión con más agua”, responde. La cara de la septuagenaria irradia alivio.
Un convenio de cooperación histórico
Las relaciones entre Marruecos y España en el ámbito de la Protección Civil se fundamentan en un Convenio firmado en Rabat en 1987. Este acuerdo establecía un marco de cooperación técnica y asistencia mutua entre ambos países, así como la creación de una Comisión Mixta de Protección Civil, integrada por representantes de ambas naciones.
Además de la asistencia frente a desastres naturales y ayuda humanitaria, la dirección general de Protección Civil y Emergencias de España también colabora estrechamente con organismos homólogos en Marruecos en otros ámbitos como la Operación de Paso del Estrecho, realización de simulacros y ejercicios, así como acciones concretas en la lucha contra incendios. Por otro lado, un acuerdo administrativo firmado entre los ministerios del Interior de ambos reinos impulsa la colaboración en formación entre sus respectivas Escuelas Nacionales de Protección Civil.
La oferta de Marruecos fue una de las primeras en llegar tras las inundaciones del pasado 29 de octubre. Tras la confirmación de la Generalitat Valenciana, el Ministerio de Interior preparó la incorporación y desplazamientos de los operativos marroquíes. A pesar de que la finalización de la ayuda estaba prevista para antes de navidades, a mediados de diciembre, el Rey Mohamed VI decretó la ampliación de la estancia del contingente hasta el próximo 10 de enero.
Además de Marruecos, otros países vecinos como Portugal o Francia también han participado en el suministro de asistencia de emergencia a través del Mecanismo de Protección Civil de la Unión Europea.
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