“Algunos que se dicen socialdemócratas hacen declaraciones vergonzosas sobre los refugiados”

Ignacio Sánchez Amor (Jaraiz de la Vera, Cáceres, 1960) ha sido vicepresidente de la Junta de Extremadura y es diputado del PSOE en el Congreso de los Diputados desde 2011. Representante especial para asuntos de frontera de la Asamblea Parlamentaria de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), ha visitado varios centros de refugiados. Sánchez Amor ha estado en Valencia, invitado por el PSPV-PSOE, que en abril ha hecho varios actos -recogida de alimentos incluida- sobre la crisis humanitaria producida en la guerra en Siria. 

Pregunta: España se comprometió a acoger 16.000 refugiados. Ha recibido a 18. ¿Por qué?

Respuesta: La evidente falta de voluntad política del Gobierno ha ido disfrazandose con sucesivas excusas. Rajoy dijo en el debate sobre el acuerdo con Turquía que todos los países europeos estaban retrasados; luego alegaron que el problema era que el Gobierno estaba en funciones y la última (cuando llegó la reprimenda de Bruselas) fue echarle la culpa a ACNUR, que negó cualquier responsabilidad. En realidad el Gobierno ha ido haciendo sucesivos anuncios tanto en cumplimiento de las obligaciones legales españolas como por compromisos en el marco de la UE, solapando las cifras de unos compromisos con otros, y a la hora de la verdad trayendo a esos famosos 18 refugiados casi todos eritreos. Lo más paradójico del caso es que esto sucede en un país en el que las encuestas y los estudios siguen mostrando un perfil ciudadano mucho más solidario y casi sin manifestaciones xenófobas, al contrario de que sucede cada día más en la Europa del centro; una opinión pública que no parece que vaya a pasar factura política al Gobierno, al contrario de lo que ha pasado en Alemania.Y en un país en el que la mayoría de las CCAA y muchos ayuntamientos de grandes y pequeñas ciudades están esperando con sus sistemas de acogida e integración listos desde septiembre pasado a que el Gobierno se decida a traer a los refugiados que se comprometió a recibir.

De todas formas, ahora sí haran realidad alguno de los anuncios, pero sencillamente por que hay un plazo que acaba en junio para recibir fondos europeos para esta finalidad. Ahora es cuando veremos llegar a un par de centenares.

¿Qué le parece la expulsión masiva de refugiados decidida por Europa?

El preacuerdo con Turquía era brutalmente ilegal, porque preveía expresamente esas expulsiones masivas. El acuerdo definitivo se redactó con gran cuidado para que esa voluntad no apareciera tan clara, pero está ahí, disfrazada, bajo una mera apariencia de legalidad. Porque se escribe que no puede haber expulsiones colectivas y se prevé el tratamiento individualizado de cada petición de asilo. Pero el resultado efectivo es que tras cada expediente individual, que debe incluir una entrevista personal y al menos un recurso judicial, todos y cada uno de los refugiados podrá y será devuelto a Turquía. Por dos vías, Grecia considerará a Turquía “tercer país seguro” o bien “primer país de asilo” y, dotada con los pertinentes acuerdos bilaterales de devolución con Turquía, estará autorizada a proceder a la devolución de cada uno de esos solicitantes.

Y si al final, por todos estos vericuetos, cualquier peticionario que llegue de Turquía es devuelto a Turquía no habrá verdadero tratamiento individual, sino una especie de devolución colectiva gota a gota, una expulsión colectiva disfrazada. Pero de todas formas no me gusta atribuir a una genérica Europa esta responsabilidad. Esto lo han decidido los gobiernos europeos, cada gobierno (incluido el de Syriza) en una reunión con Turquía, no es la responsabilidad del Parlamento o de la Comisión; y los gobiernos se esconden detras de una UE que soporta todo el cabreo de los ciudadanos, cuando son ellos los que están levantando vallas por toda Europa, confiscando las joyas, remoloneando para no cumplir sus compromisos de acogida, recurriendo las cuotas de refugiados que les han correspondido o estableciendo cupos diarios ridículos.

Turquía ejerce de tapón –y asentamiento- para refugiados o inmigrantes que desean llegar a Europa. ¿Es un socio fiable?

A veces las reflexiones sobre la llamada crisis de refugiados termina en una diatriba contra Turquía. Yo conozo de primera mano el retroceso democrático de Turquía y las tendencias crecientemente autoritarias del régimen de Erdogan, pues he dirigido alli dos misiones internacionales electorales el año pasado. Pero esa realidad no puede ocultar la otra, no menos cierta, y es que Turquía lleva acogiendo refugiados sirios cuatro años y tiene allí dos millones y medio, que es como si a España llegara un millón y medio en vez de dieciocho. Y en la medida de sus posibilidades les ha acogido, les ha dado permisos de trabajo y plazas en las universidades. Y todo a su costa hasta finales del año pasado. En mi opinión, el error de Turquía en esta negociación ha sido mezclar esa hoja de servicios en materia de refugiados con la cuestión de los visados o con la negociación para la adhesión a la UE, que lleva atascada muchos años.

Al Gobierno turco le interesaba poder vender a sus ciudadanos la impresión de haber humillado a los orgullosos europeos, que no solo aceptan pagar el doble, sino que conceden al país ese papel de socio encargado de la puerta oriental. Pero al poner esa cuestión sobre la mesa ellos mismos han puesto el foco sobre las crecientes tendencias autoritarias, puesto que las condiciones para entrar en la UE son de ese tipo político. Haber mezclado las dos cuestiones a largo plazo perjudica a Turquía, pues de poder ser considerado medianamente fiable en materia de refugiados (allí están desde hace años) pasa a ser sospechoso y a ser juzgado con la lupa democrática. El debate sobre si Turquía es un país seguro para los refugiados sirios va a ser muy largo; por ejemplo, ya no podemos decir que los terribles atentados con bombas en Ankara y otras ciudades conviertan el país en inseguro, porque con ese mismo rasero podríamos considerar inseguras a Madrid, París o Bruselas. En mi opinión, lo que hay que seguir más de cerca no es tanto la posibilidad teórica, pero nunca denunciada, de que algún refugiado sea vuelto a expusar a Siria, sino la muy real y documentada por Amnistía Internacional de que los sirios que huían de Alepo eran rechazados incluso violentamente en la propia frontera, que no se les dejaba entrar para pedir el asilo. Eso sí es una grave violación del derecho internacional humanitario.

Este invierno visitó campos de refugiados en Serbia y Macedonia.......

En ese momento, principios de febrero, la ruta llamada de los Balcanes estaba abierta desde Turquía hasta la primera frontera de la UE, la eslovena con Croacia, y pero en esos momentos comenzaron a tener problemas para cruzar, sin ninguna base legal, los iraquíes o afganos, mientras que se dejaba pasar a los sirios. Hasta Serbia, nadie registraba a los refugiados, no había datos de cuántos o de quiénes, solo aquí había un registro de documentos, y se tomaban fotos y huellas digitales. Todavía estaban pasando unas dos mil personas diarias y los serbios habían conseguido en poco tiempo gestionar esa cantidad y poner a las personas en la frontera con Croacia (una vez que la húngara se había cerrado con concertinas) con una cierta seguridad, en empresas de autobuses contratadas por el Gobierno.

Su temor era que en la primavera, con el buen tiempo y el menor riesgo en el Egeo, la cifra llegara a cuatro mil quinientos e incluso seis mil refugiados diarios. Eso hubiera sido inmanejable. Pero luego llegó el acuerdo con Turquía, las primeras devoluciones de inmigrantes económicos y la presión sobre las islas griegas remitió, así como las muertes y los naufragios. Pero este flujo es un río incontenible, si se pone un dique físico o jurídico, el agua busca su salida y estamos oyendo estos días otra vez las terribles noticias de naufagios al sur de Sicilia, una ruta marítima mucho más larga y peligrosa. Y del mismo modo se detectaron movimientos y cierres de pasos fronterizos en la llamda ruta ártica, entre Rusia y Finlandia. No hay soluciones fáciles, de esto no podemos hacer un cuento de buenos y malos, el asunto tiene una enorme complejidad ética, jurídica y política. Pero el retorno a los valores fundacionales de Europa es el único camino, la solidaridad con estas personas y entre todos los socios europeos.

La ultraderecha ha conseguido muy buenos resultados electorales en varios países de la UE. ¿Hay relación entre la inmigración, la crisis de los refugiados y ese fenómeno?

La ultraderecha es siempre xenófoba y aprovecha cualquier resquicio para colar su mensaje de miedo y de criminalización del flujo de refugiados. Todos leímos como uno de los terroristas de París había venido con los refugiados, pero no leímos (porque ya salió muy pequeñito) el desmentido. Hay que controlar la entrada de personas en cualquier país y en la UE, desde luego, pero no está de más recordar que los terroristas eran ciudadanos europeos y vivían en los barrios de nuestras ciudades. Hechos como los de Nochevieja en Colonia han servido también a este propósito, pero nadie habla en el mismo sentido cuando esas agresiones se dan en ámbitos como las fiestas de la cerveza, porque en este caso se atribuyen al alcohol, y no a la religión de los agresores. Desde luego que la ultraderecha está aprovechando las circunstancias, pero lo más lamentable es que no es solo la derecha radical xenófoba, sino partidos conservadores como los del Gobierno de Hungría e incluso algunos que se denominan socialdemócratas están haciendo declaraciones vergonzosas, como si los refugiados vinieran por gusto o como parte de un secreto plan organizado para, como dicen los fascistas, “destruir nuestros valores”. Yo desde luego si se trata de los valores fascistas, me apunto a combatirlos por vía pacíficas. Lo que hay que recordar es que esas personas han sido expulsadas de sus casas y de sus entornos de vida por las mismas bombas que mataron en Madrid, París o Bruselas.

El 26 de junio se vuelve a las urnas. ¿Qué propone el PSOE para abordar la crisis de los refugiados?

Como objetivo mediato es convertir a España en un país con tradición de acogida, cambiar nuestra cultura al respecto y acercarnos a los estándares nórdicos, por ejemplo. Pero eso es a largo plazo, y ahora tenemos que lidiar con este duro día a día. Lo primero, cumplir realmente los compromisos y traer a esos 17.000 refugiados. Para ello hay que ir a Grecia e Italia a exponerles lo que pueden encontrar en nuestras ciudades y pueblos, cómo será la acogida inicial, cómo podrán comenzar a vivir por sí solos, como será la eduación de sus hijos y la sanidad de toda la familia, cómo podrían trabajar, etc. Porque nadie piensa en Manises, o en Talavera o en El Ferrol para venir, todos quieren ir a Alemania o a Suecia, y eso países ya no pueden más. Por eso hay que comenza a construir un sistema centralizado de concesión de asilo en el conjunto de la Unión, sea la que sea la frontera a la que se llegue, y luego repartirnos las responsabilidades de acuerdo con criterios objetivos. Y lo mismo dentro del país, con el acuerdo de las CCAA. Pero además de la vía normal del expediente de refugiado hay las llamadas vías humanitarias que permiten la llegada de personas especialmente vulnerables (como los menores no acompañados), los enfermos, los estudiantes, los familiares de alguien que ya esté aquí, etc. Nuestras embajadas en la zona tienen que enviar a esas personas por vías legales y seguras, de modo que no arriesguen sus vidas y las de sus hijos en esos botes hinchables mortales que vemos en los telediarios. Entretanto, confiar en las entidades especializadas, como ACNUR, y trabajar en todos los foros internacionales para la solución del conflicto que da origen a todo esto, el avispero bélico sirio.