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El ecologismo aquí y ahora

Silvia González

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Me pregunto, si cuando en 1984 Los Verdes de Alemania firmaron su manifiesto fundacional afirmando que “la ecología va por delante”, imaginaban ya que esta frase iba a resultar tan profética.

Treinta años después, las circunstancias que provocaron la aparición del movimiento verde - belicismo, guerras económicas, escasez de recursos, uso de la energía nuclear, menosprecio de derechos de los colectivos más débiles (mujeres, niños, ancianos, inmigrantes...) productivismo y mercados voraces con personas, animales y territorio - no sólo no han desaparecido sino que nos están mostrando su cara más cruel e insoportable.

Esto me convence de que “el adelante” del que hablaban Los Verdes alemanes ha llegado.

La crisis económica, financiera, social, ética, democrática y medioambiental que estamos viviendo se nos aparece como una crisis de modelo socio-económico, concretamente del modelo imperante en todo el Planeta, el liberal-productivista.

Este modelo crea una sociedad de flujo lineal, sustentada sobre la creencia de un crecimiento financiero y material sin límites, donde el único capital importante es el económico, las estrategias se diseñan a corto plazo y las cuestiones se atienden sectorial o fragmentadamente.

Desde este modelo, asuntos tan graves como, por ejemplo, el terrorismo yihadista en Europa, no encuentran solución pues dejan fuera elementos claves del sistema en el que se producen, como es la integración efectiva de inmigrantes en este caso, alejándose así de cualquier posibilidad de solución. ¿Cómo interpretamos en su momento los disturbios del 2005 en Francia? Probablemente no fue un problema de interpretación si no de incapacidad del sistema para operar efectivamente y abordar la situación de forma satisfactoria.

El ecologismo rechaza enérgicamente este modelo y propugna una nueva cosmovisión, un nuevo enfoque, un nuevo mapa mental, una transformación de la estructura de nuestra sociedad en la que la naturaleza, en su sentido más amplio, sea reconocida como lo que es, como el sistema superior que nos acoge. Una sociedad, por lo tanto, de flujo cíclico, con una concepción holística e integradora, donde al capital económico se sume el natural y el cultural, con estrategias a corto, medio y largo plazo y sistemas autorrenovables.

Creo firmemente que la solución a la crisis que vivimos en este momento histórico vendrá del ecologismo y de las influencias directas que ha recibido y recibe de los movimientos feministas, pacifistas, libertarios, de defensa de los derechos humanos, la democracia participativa y la imprescindible justicia social, sobre la que debe asentarse cualquier proceso colectivo.

La vigencia del ecologismo político es, por lo tanto, absoluta y sus prioridades y propuestas sencillas, eficaces y viables económica y técnicamente. Identifica con rigor el origen de la crisis y ofrece soluciones a corto, medio y largo plazo. ¿Por qué, entonces, el ecologismo no goza en nuestro país del predicamento que sería lógico esperar? ¿Por qué organizaciones políticas emergentes le pasan por la izquierda acaparando el atractivo para una población desencantada, indignada y cansada de las repetitivas y machaconas fórmulas – y actitudes- ofrecidas por el bipartidismo?

Si bien la “oferta ecologista” está decididamente más y mejor definida no es menos cierto que, al mismo tiempo y por ello, resulta más difícil de comunicar y difundir.

Florent Marcellesi, eurodiputado por Primavera Europea, al empezar este año nos ofrecía una brillante enumeración de los diez “propósitos”(*) del ecologismo para una transición ecológica y justa, enumeración que comparto y veo y sumo con un onceavo propósito: comunicar.

Comunicar en la calle, con el lenguaje de esta, abandonando el conceptualismo y elitismo ideológico en el que, con más frecuencia de la deseada, nos enredamos los militantes verdes, mostrando las cosas tal y como son, sencillas y accesibles.

Al expresar Los Verdes alemanes que el ecologismo va por delante, a mí, que me apasiona el juego de interpretar el significado que esconde el uso discriminado de las palabras, me sugiere que estaban creando inconscientemente, para ellos mismos y, por lo tanto, para los demás, una desafección y un distanciamiento mismo de sus propias creencias o quizás, como decía al principio, proyectaban la auténtica vigencia del ecologismo a un momento que estaba por venir.

En cualquiera de los casos, la labor del movimiento verde en nuestros días, es comunicar, comunicar que el ecologismo es, aquí y ahora, la única opción realista de presente y futuro, tan real como el cambio climático.

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