Los palos de los empresarios valencianos al PP: ¿reivindicaciones o 'postureo'?
En un momento en el que el PP valenciano parece estar en caída libre no se está librando ni de las críticas de los que a priori deberían ser sus aliados: los empresarios. A razón de la necesidad de recursos para salir de la crisis económica que ha castigado especialmente al territorio valenciano los empresarios han reclamado una mejora de la financiación, un incremento de las inversiones del gobierno central, y hasta el impulso de un 'lobby' de presión ante el gobierno de Madrid.
Fiascos como el del Pacto Civil Valenciano que pretendían ser un acto de reivindicación ante el Estado fueron criticados por el mismo presidente de Cierval, José Vicente González, que reprochaba al PP que “repartiera” carnés de sociedad civil. Y hasta reivindicaciones conservadoras y propagandistas como la del agua ya eran rechazadas por el gobierno de Mariano Rajoy.
Lo que parecía la explosión definitiva de los empresarios contra el PP, la manifestación de su desencanto, llegó el pasado mes de julio cuando los empresarios llamaron a la 'rebelión' contra el Gobierno Central, expresandose de forma contundente con un “basta ya”, que estaban hartos del “ninguneo” del gobierno, y que “ha pasado el tiempo de ser buenos chicos”. Por ello se plantaban y el President de la Generalitat, Alberto Fabra, les convocaba a una reunión para crear un 'lobby valenciano' para reivindicar unidos de cara a Madrid, quería aprovechar la marejada, o controlarla.
Pero Montoro y Rajoy daban largas a Fabra, a los empresarios y a la Comunitat Valenciana en general. Así durante el verano los empresarios hicieron algún guiño cómplice al PSOE, presentándoles un decálogo de reivindicaciones que los socialistas hicieron suyas. Esto provocó el consiguiente ataque de cuernos del PP por lo que la número 2 de Fabra, Isabel Bonig, invitó a los empresarios a mojarse entrando en la política. Esta escalada de críticas fue matizada por la propia Bonig quien tuvo que dar un paso atrás y hasta el mismo Alberto Fabra tuvo que pedir comprensión; pero los empresarios también sabían dar consejos, y aconsejaron al PP que no combinaran puestos en el gobierno autonómico con cargos en el PP de Madrid para poder tener la manos más libres a la hora de reclamar un mejor trato.
Terminado el verano empezaba el curso político, y lo hacía con mal pie: el PP rechazaba en el Congreso (con los votos también de sus diputados valencianos) el decálogo de reivindicaciones de los empresarios, presentado por el PSOE. Este rechazo fue calificado de “jarro de agua fria” por el mismo presidente de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE), Vicente Boluda.
Finalmente la entrevista pedida por la paronal con Montoro tuvo lugar cuatro meses después de solicitarla, y estuvieron Fabra y Montoro, pero no los empresarios. La consecuencia: la reunión que sólo sirvió para la foto, sin más resultados.
Tras esto los lamentos, Montoro “pasa de nosotros”, afirmaba Boluda, una nueva queja que parecía más un reproche resignado; esta se unía a otras críticas como las de José Vicente González, quien advertía durante que si el ministro de Hacienda no les recibía “haremos otras cosas”.
De momento ninguna medida de fuerza por parte de los empresarios, aunque sí un cambio de discurso, seguir el ejemplo catalán. Así la patronal ha afeado a Fabra que permita una deriva anticatalana en el PP valenciano, y el mismo Boluda ha defendido que resurja un partido regionalista o incluso nacionalista que asuma un papel reivindicativo sin lazos que lo condicionen a las tácticas de Madrid. Por su parte González también hacía un guiño al nacionalismo parafraseando a Raimon: “hem de treballar tots junts [sic], com més millor, si no volem perdre-ho tot”.
Los empresarios han mostrado su desencanto, se han apuntado a la moda de la crítica al PP, o al menos a no defender su gestión, pero falta dar algún paso definitivo a seis meses de las elecciones autonómicas. La reivindicación, las exigencias, sin hacer apuestas audaces e incluso arriesgadas, pueden no pasar del 'postureo', es decir, actuar de cara a la galería, sin convicción.