La 'Orri' es una variedad de mandarina que tiene dos secretos: la calidad del fruto especialmente dulce que lo convierten en un producto gourmet y un control estricto del cultivo con inspectores que vigilan que solo lleguen al mercado productos que pagan una licencia. Todo eso la convierte en el cítrico más caro. Tanto es así que la semana pasada se conoció la primera condena con sentencia de cárcel para un agricultor valenciano que tenía una explotación sin licencia, el primer caso de las 115 acciones legales que se han emprendido por parte de la empresa concesionaria en exclusiva de la variedad.
La mandarina Orri es una variedad híbrida que tiene su origen en Israel y que fue desarrollada por la Agricultural Research Organization (ARO). Este instituto está representado por la organización de agricultores hebrea Plants Production and Marketing Board (PPMB), que patentó la variedad para proteger el negocio de sus asociados, y que ha extendido el modelo de negocio a otros países.
A España llegó en enero de 2013 cuando se registró para toda la Unión Europea, proporcionándole protección y derechos de obtención durante 30 años, es decir, tienen la exclusiva de este producto hasta el año 2043. De esta forma los agricultores que quieran producir la variedad Orri deben pagar un royalti de 60 euros por planta y estar inscritos en el Orri Runing Comitee (ORC). Este mismo modelo de pago de royalties para el cultivo también se ha implantado en Estados Unidos, Australia, Argentina, Urugay, Perú y Suráfrica.
En España la PPBO nombró a The Enforcement Organization, S.L. (TEO) licenciatario master exclusivo de la variedad Orri en España y Portugal. Hasta abril de 2016 se llevó a cabo un proceso de regularización voluntaria de explotaciones ya existentes de la variedad Orri, que habían sido establecidas sin el consentimiento expreso de su titular. Para ello, se plasmaron las condiciones en un acuerdo marco entre el obtentor (ARO), el licenciatario master de la variedad (TEO) y el colectivo agrario local AVA-Asaja, que consistía en que para poder optar a dicha regularización las plantas debían ser anteriores a marzo de 2013, es decir, tenía un efecto retroactivo desde la obtención de los derechos exclusivos. La solicitud se debía tramitar a través de AVA-Asaja, la cual comprobaría el cumplimiento de la condición anterior para que se hiciera frente al pago del royalty de la variedad.
Vigilancia de la producción
La asociación de productores, para defender la gallina de los huevos de oro, tiene entre sus objetivos su vigilancia y defensa. Esto significa que tiene que haber una producción controlada para que sea rentable para los asociados e implica una vigilancia por parte de inspectores de la ORC para detectar tanto plantaciones que no están inscritas en los registros de la asociación, como de la cadena de distribución con el objetivo de localizar fruta no autorizada.
El secretario general de la Unió de Llauradors, Carles Pérez, explica que estos inspectores, unos auténticos “hombres de negro” de la variedad, utilizan también tecnología digital para la vigilancia, y que tienen apps desde las que se controlan todas las explotaciones autorizadas y se pueden identificar al instante las parcelas ilegales.
De este modo, en caso de detectarse explotaciones que no pagan los royalties, la empresa licenciataria, TEO, se compromete a emprender las acciones legales. Desde el año 2016, TEO ha iniciado un total de 115 acciones en los tribunales de las que 99 han sido por explotación ilegal y que podrían afectar a alrededor de 181 hectáreas (más 80.000 árboles). El resto afectan a puntos de distribución. Por comunidades, el 85,4% de los casos corresponden a la Comunitat Valenciana, donde afectarían a unos 46.000 árboles.
En total ya han sido concluidas 45 acciones legales entre acuerdos extrajudiciales y sentencias condenatorias por explotación ilegal. La consecuencia de todas ellas es la eliminación del material vegetal, la prohibición de la explotación de los árboles de esta variedad y el pago de una indemnización compensatoria.
La 'Orri' en números
Para que esta mandarina gourmet sea rentable para sus productores, que pagan los meniconados 60 euros por planta, han de tener una producción limitada que permite tener el precio más caro de los cítricos en el mercado. El precio medio en árbol se sitúa entre los 0,80 y 1,10 euros/kg, con lo que cuadruplica el precio de otras variedades. Al consumidor la Orri llega por un precio de 3,60 euros/kg.
Según la asociación de productores, la campaña de 2016 en España fue de 26 millones de kilogramos recolectados, lo que supuso una facturación de 93,6 millones de euros; para la actual campaña se prevé que la cifra sea ya más del doble y se eleve a los 55 millones de kilogramos, con una facturación de unos 198 millones de euros. Pero además la ORC también fija un máximo de producción, y calcula que en el momento en que los árboles estén a pleno rendimiento habrá una producción cercana a 80 millones de kilos que a un precio de venta al público de 3 euros supondrían una facturación total de 240 millones de euros.