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L’Hort de les Flors, un lugar donde cultivar salud

Montse Cano

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Una especie de “virus verde” parece estar atacando a los urbanitas. Ya no nos basta con comprar la lechuga o los pimientos en el mercado. Queremos ensuciarnos las manos con la tierra, aprender a cultivarlos y ponerlos en la mesa con el orgullo que da consumir lo que uno mismo cultiva.

¿Es esta una de las pocas consecuencias positivas de la dichosa crisis? “No, la crisis da un argumento más para encontrar alimentos más baratos, pero no es la causa principal”, nos explica Mariano Bueno, experto y divulgador de la agricultura ecológica, la geobiología, la biohabitabilidad y autor del exitoso “Huerto familiar ecológico”.

“Es una pena que aprendamos y que cambiemos no por comprensión sino por sufrimiento. Alemania fue el primer país con criterios ecológicos y medioambientales de Europa. A principios del siglo XX se contaminó tanto de productos químicos y de sustancias tóxicas que, 20 o 30 años después, empezaron a padecer los efectos secundarios de toda esa química esparcida por los campos, comida en los platos, metida en el cuerpo. Se sabía dónde estaba la causa y hubo un movimiento muy grande para darle la vuelta y minimizar el impacto de esa industrialización. Cuando eso ocurría en Alemania, en España, en los años cincuenta, estábamos con el carro y la mula. Aquí la industrialización fuerte llegó con los años 70 y 80, por lo tanto, 30 años después se tienen los efectos secundarios. Las secuelas de esa industrialización y contaminación lleva a la gente –por enfermedad, por problemas de salud– a buscar alternativas de vida más saludables.”

Mariano Bueno es un hombre que no para quieto: investiga, divulga, da charlas, conferencias… Enseñar le apasiona y ha puesto toda su energía en un nuevo proyecto cuyo nombre ya casi lo explica todo: L’Hort de les Flors. En Benicarló, y junto a Jesús Arnau –otro gran maestro, en este caso de la jardinería ecológica y el diseño de espacios verdes con criterios de biodiversidad– han convertido 2.000 m2 en un huerto-jardín, una experiencia piloto para la educación ambiental donde exploran todas las posibilidades que ofrece el cultivo ecológico, tanto a nivel productivo, como pedagógico, terapéutico o de ocio. “Surgió como una necesidad por parte de varios colectivos sociales de Benicarló que buscaban un espacio para el cultivo y el asesoramiento para llevarlo a cabo. Ahora es un centro de intercambio de experiencias de cultivo ecológico y medioambientales, integrando semilleros y banco de plantas que cualquiera que lo pida pueda tomar esquejes o plantones o semillas, o pueda ofrecer al proyecto las que le sobren en su casa. El planteamiento es transversal, coparticipativo, porque queríamos que integrara de forma sinérgica la máxima biodiversidad posible, combinando cultivos de plantas hortícolas, ornamentales, aromáticas y medicinales. Las parcelas las gestionan personas de la tercera edad, jóvenes con discapacidades, asociaciones de enfermos, huertos escolares y pedagógicos y una parcela para el comedor social.”

Los dos se muestran felices porque aseguran que consiguen aprender más que enseñar a pesar de su larga trayectoria personal y profesional. “Es sorprendente y aleccionador la ilusión y energía que gente de más de setenta años aporta al proyecto. En las visitas guiadas de los colegios y guarderías se recupera la esperanza en un futuro mejor al comprobar que los niños siguen teniendo la capacidad de fascinarse en espacios llenos de naturaleza, cuando les das la oportunidad de establecer un contacto más directo con las plantas y la gran biodiversidad que hemos podido concentrar en un espacio tan limitado.”

Jubilados, niños, personas con discapacidades, aprendices de jardinería y horticultura, asociaciones… L’Hort de les Flors es un proyecto municipal y un lugar de encuentro donde se relacionan diferentes generaciones y donde no solo se ejercita el cuerpo sino donde también se hacen amigos y se cuidan las emociones. En tiempos tan ásperos como los que nos está tocando vivir, esta especie de huertoterapia es una ayuda para mantener la salud y la esperanza.

Malacostumbrados a encontrar en los mercados coles chinas, papayas o yuca, y a comer fresas en invierno y alcachofas en verano, en L’Hort de les Flors se aprende a reconocer las hortalizas de aquí y los tiempos de la cosecha. Es lo más sano para nosotros, nos explica Mariano Bueno: “Estamos viendo que las plantas que crecen cerca generan sustancias específicas para protegerse de radiaciones, del clima, del estrés hídrico, del frío, del calor… Pero, sobre todo, de compuestos químicos ambientales, de virus, gérmenes, hongos… Cuando nosotros comemos plantas tanto hortícolas como medicinales que han crecido cerca de donde vivimos, nos estamos vacunando de los tóxicos del aire, del agua y de los gérmenes, virus y sustancias tóxicas que hay en nuestro entorno. Estamos tomando sustancias que ellas han sintetizado. Pero solo las sintetizan aquellas que tienen materia orgánica y compost en sus raíces.”

“Materia orgánica”, esas son las claves para que la vida crezca y nos ofrezca todo su potencial de salud. En L’Hort de les Flors no se usa ningún fitoquímico de síntesis, ni en hortalizas ni en plantas ornamentales: “Eso es otra cosa que he descubierto” –cuenta Mariano. “Hay estudios que han realizado el experimento de cultivar tres patateras en tierras diferentes: en tierra sin materia orgánica y con abonos químicos, en tierra con un 5% de materia orgánica, y en tierra con un 50% de materia orgánica. Cuando las patateras eran grandes en un invernadero, se ha inyectado SO2 y ozono, y al reaccionar se ha creado ácido sulfúrico. Las patateras cultivadas solo con abonos químicos y tierra se quemaron el 89-90%; las que tenían un 5% de materia orgánica, se quemaron el 40%; y las cultivadas con mucha materia orgánica solo se quemaron un 5-8%, apenas mostraban algunas manchitas quemadas. Las plantas tienen sustancias en sus raíces para recombinar y hacer moléculas que regeneran el daño que le produce ¡el ácido sulfurico! Una planta que crece en un lugar con un buen sustrato orgánico sintetiza sustancias para protegerse del medio, y a mí, cuando me la como, esas sustancias me protegen también.” Pero, además, argumenta que el cultivo ecológico aprota una mayor propoción de nutrientes esenciales, de antioxidantes y de polifenoles, además de sustancias antimutágenas como el licopeno de los tomates, el resveratrol de la uva negra o el sulforafano de los brócolis.

No queremos despedirnos sin que nos den algunos consejos prácticos. Aprovechando que, en este espacio, no se han olvidado de las plantas aromáticas y medicinales, les pedimos que nos digan cuáles deberíamos cultivar en casa y qué propiedades salutíferas tienen: “Hay una serie de plantas muy potentes: la albahaca, que aparte de ser un buen condimento, estimula el sistema inmunitario. Se le llama la alegría de la huerta, para personas con depresiones es un neuroestimulante, crea alegría interior y, entre otras cualidades, ayuda a las digestiones. Igual el romero. Cuando estás en periodo de estudios y trabajo mental, es el ginseng europeo. El tomillo es nuestro antibiótico: para heridas, dolor de garganta, etc, junto al limón es excelente. Hay una clásica, el aloe, cuya pulpa interior tiene un efecto regenerador de la flora digestiva, es antiinflamatorio y sirve para las quemaduras. Se ha visto que, haciendo un jarabe con la hoja entera, incluida la piel, y tomando tres cucharaditas, tiene un efecto regenerador celular impresionante, antimutágeno y regenerador del hígado, pero con la parte externa, que es donde hay más principios activos. Hay otra como la artemisa para todo lo que es el tema menstrual femenino. Y para los hombres y la próstata, la ajedrea. La lavanda y el espliego, en tintura, se usan para el dolor corporal, contusiones, dolor articular, etc.” Un lujo escuchar y aprender de dos maestros tan sabios como generosos.

Una especie de “virus verde” parece estar atacando a los urbanitas. Ya no nos basta con comprar la lechuga o los pimientos en el mercado. Queremos ensuciarnos las manos con la tierra, aprender a cultivarlos y ponerlos en la mesa con el orgullo que da consumir lo que uno mismo cultiva.

¿Es esta una de las pocas consecuencias positivas de la dichosa crisis? “No, la crisis da un argumento más para encontrar alimentos más baratos, pero no es la causa principal”, nos explica Mariano Bueno, experto y divulgador de la agricultura ecológica, la geobiología, la biohabitabilidad y autor del exitoso “Huerto familiar ecológico”.