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“No hago películas sobre música, hago películas a través de la música”

Julien Temple encarna la idea de cineasta punk. No tanto por sus trabajos como por su forma de ser y entender el arte cinematográfico. Ha dirigido ficción para estudios de Hollywood, ha hecho thrillers con Mickey Rourke, Tupac Shakur, Adrien Brody, comedias con Geena Davis, Jeff Goldblum y Jim Carrey, y biopics de cineastas o músicos. Pero, sobre todo, se le conoce como cineasta punk por su extensa trayectoria en el documental musical, y el innegable impacto de la misma, cambiante y revulsivo

Vivió y narró en primera persona el nacimiento del punk. En 1980, con The Great Rock 'n' Roll Swindle, quedó para siempre unido a la historia de los Sex Pistols. Una historia que él mismo reescribiría en La mugre y la furia en 2001. Aunque también filmaría la historia de los Rolling Stones, a Mick Jagger y a Keith Richards con The Origin of the Species. También a la del líder de The Clash con el documental Joe Strummer: Vida y muerte de un cantante, y a la de Dr. Feelgood con The Ecstasy of Wilko Johnson.

Él es historia del documental pero aún tiene mucho que contar sobre la misma. De hecho, es el invitado estrella de la segunda edición del festival DocsValència, que se celebrarà en la capital hasta el próximo 5 de mayo. Estuvo presente en la inauguración del mismo, ofreció una masterclass el viernes 27, y estará en alguna de las proyecciones de sus películas que el festival tiene a bien proyectar en forma de retrospectiva. A pesar de su apretada agenda, le entrevistamos en la cafetería de un hotel de la Plaza del Ayuntamiento de Valencia, entre turistas y café.

En 2016 estuvo en Barcelona con el festival In-Edit. El año pasado estuvo en Ibiza. ¿Qué cree que le hace venir a España tan a menudo?

[Risas] muchas cosas supongo. La comida, el clima, el olor del aire… todas esas cosas fantásticas que tenéis aquí. Aunque me hace particularmente feliz estar en Valencia porque hace un tiempo pensé que podía plantar naranjos en Inglaterra... Y adoro el zumo de naranja [Risas].

No, de verdad, no lo sé. Creo que la cultura española tiene algo de particular. Me encantan las diferencias entre las distintas partes de España. Siempre he estado muy interesado por su historia, por los años treinta del siglo pasado y la Guerra Civil. El impacto que aquello tuvo en los españoles. No lo sé, es algo que está en el alma de la gente de aquí y es muy atractivo para cualquier foráneo como yo.

En el programa del festival lo definen como ‘el Orson Welles del punk’. En múltiples ocasiones lo han llamado ‘rockumentalista’. ¿Cómo sobrelleva estas etiquetas que tanto nos gusta poner a los periodistas?

Odio aquello de 'rockumentalista', pero no sé… supongo que es divertido esa conexión con Orson Welles que comentas. Creo que eso viene del estreno de The Great Rock 'n' Roll Swindle, que algunos críticos dijeron que era como el Ciudadano Kane del punk. Eso se dijo en su momento, así que puede que venga de eso, sí.

Sea como fuere, es genial que te llamen el Orson Welles de lo que sea. Él forzó los límites del lenguaje del cine y eso es de lo más inspirador. Es a lo que en el fondo aspiramos todos: queremos hacer algo nuevo. ¿No?

Incluso su figura como tal también tiene una lectura rompedora: al final de su carrera, Welles no conseguía dinero para completar casi ninguno de sus proyectos y, sin embargo, los llevaba a cabo como fuera. Conseguía hacer cosas increíbles con lo que tenía, engañando e incluso estafando. Creo que eso tiene mucho que ver con lo punk. Salir adelante sin tener ni un duro y conseguir hacer algo original. Tal vez, como yo he intentado encontrar la forma de hacer películas relacionadas con esa actitud punk, la gente me asocia esa etiqueta.

¿Por qué rehúye del término ‘rockumentalista’?

Porque esa palabra se usó inicialmente de una forma prejuiciosa para hablar de mí. Entonces se hacían películas sobre música de determinada forma: se rodaba una peli en torno a cómo se grababa un álbum, cómo se lanzaba y cómo se hacía una gira… y lo llamaban ‘rockumental’. Ya sabes: lo que subyacía debajo de todo aquello era la idea de vender ese álbum. Era otra forma de hacer marketing. Y yo nunca he hecho un documental sobre música en ese sentido. No me interesa para nada.

De hecho, para mí la música es mucho más importante que eso. Es una ventana a la realidad, una ventana que nos muestra una forma de vivir la vida en determinados lugares y determinadas épocas. ¿Por qué la gente adora una canción? ¿Por qué la escribió alguien? Para conectar con su tiempo, con la audiencia, para mostrarles cómo es el mundo en el que vivimos. Por eso, si te soy sincero, creo que yo no hago películas sobre música, hago películas a través de la música. Hago películas sobre mundos y formas de entenderlo.

Ya en The Great Rock 'n' Roll Swindle combinaba imágenes reales con recreaciones ficcionadas, testimonios inventados e incluso animación. ¿Cree que el documental no es más que una forma creativa de acercarse a la realidad?The Great Rock 'n' Roll Swindle

Sí, claro que sí. Pero creo que todas las películas lo son. El espíritu con el que se aborda una película de ficción o un documental no son tan diferentes. Para mí se trata de contar historias, de tratar de excavar en las distintas versiones de lo que entendemos por verdad o realidad.

Es realmente increíble capturar pedazos de realidad y usarlos, manipularlos, destrozarlos, desordenarlos… es cómo pintar pero con trozos de realidad. Y eso es lo que hace el cine, sea documental o sea ficción. Ambos artes colisionan constantemente porque son el mismo: puede haber elementos de documental cuando uno rueda un drama, de la misma forma que puede haber elementos dramatizados haciendo un documental. De hecho, tengo tendencia a pensar que las mejores películas son aquellas en las que uno no distingue qué es una cosa de la otra.

La idea de que los documentales están más cerca de la verdad que las películas de ficción es completamente errónea, y viceversa. Existen muchas versiones de una sola verdad. Nosotros lo que podemos hacer es explorarlas.

Rodolfo Walsh decía que la realidad no solo era apasionante sino prácticamente incontable. ¿Cómo aborda la imposibilidad de ser objetivo en su trabajo?

Oh, no conocía esa cita pero es muy interesante. Es obvio que cada uno tiene que asumir que no puede narrar nada por los demás, que sólo filma su propia versión de la realidad. Pero bueno, es muy excitante acercarse a otros puntos de vista de esa forma, aceptando tus limitaciones. Así puedes ver las cosas con los ojos de los demás, ya sabes.

Más allá de la idea de ser objetivo, creo que se puede hacer algo fantástico que provoque, que invite a la gente a pensar cómo se relaciona con su mundo y cómo puede aceptarlo o cambiarlo de diferentes formas y actitudes. Es imposible recrear la realidad, pero eso no quiere decir que haciendo cine no puedas cambiarla.

Más allá del documental, el género del biopic no le es ajeno. De hecho, en el 97 rodó su primer biopic, pero no lo hizo sobre un músico sino sobre un cineasta: Jean Vigo. ¿Por qué?

Mira, la primera vez que vi una película de Jean Vigo fue en el instituto. Teníamos un cineforum y cuando hacía buen tiempo, hacíamos sesiones al aire libre y proyectábamos películas en la fachada principal. Era en Cambridge y el centro educativo estaba al lado de un río. Nos sentábamos en la orilla y podíamos ver una película, y cuando terminaba nos tirábamos a nadar. Joder, era alucinante… Aquello me marcó mucho porque veíamos L’Atalante y luego nos metíamos en el agua como intentando revivir lo que hacían los protagonistas de la peli en el Sena. Era algo muy poético, realmente.

Pero también puede que me influenciase por la idea de libertad que expresaba su cine. Vigo fue uno de los primeros cineastas realmente independientes de la historia. Él hacía películas con sus amigos al margen de toda la industria que por entonces dominaba el panorama cinematográfico. Él recuperaba algo ancestral, como las piezas de los Lumiére que conectaban con cierta idea del documental prehistórico: La salida de los obreros de la fábrica, o La llegada del tren a la estación de la Ciotat... Pero, además, creaba nuevas realidades que tenían que ver con cómo componía la psicología de sus personajes. Es algo que amo y respeto profundamente.

En Cero en conducta, Vigo ya capturaba esa poética de la rebelión dentro de una escuela francesa. Lo hace usted en su obra, ¿buscar la poesía de lo rebelde?Cero en conducta

Es que creo que es algo que tiene mucho que ver con el punk. Con cierta actitud ante la vida. ¿Sabes? Hubo una especie de remake que hizo Lindsey Anderson en los sesenta. If… se llamaba. Y creo que ella también supo ver la pureza de la película de Vigo: hay algo muy poderoso en el concepto de Cero en conducta. En la idea de que unos niños no acepten que les digan lo que tienen que hacer. O unos adolescentes que se cansen de vivir aterrorizados por ser castigados.

Esa idea tiene mucho que ver con lo que subyace en el punk. Crecí en los sesenta y siendo adolescentes, nosotros veíamos el mundo de una forma radicalmente distinta a cómo lo veían nuestro padres, nuestros profesores… y ahí estaba el punk, Londres, The Rolling Stones… aquello tuvo un profundo efecto en la gente de mi generación. Nos hizo sentirnos libres. Cuando ves Cero en conducta puedes llegar a entender lo que vivimos... a captar esa sensación.

Hablando de The Kinks. ¿En qué estado se encuentra el biopic que tenía entre manos sobre ellos?The Kinks

[Risas] Me gustaría poder contarte algo sobre eso pero no tengo muchas novedades al respecto. Es prácticamente imposible tener juntos en una habitación a Ray y Dave Davies. Tratar con ellos para hablar del film, poner en común ideas… Es imposible porque no se soportan. O al menos es muy difícil [ríe]. A pesar de todo, yo sigo queriendo hacer una película sobre The Kinks. Pero comprenderás que es muy difícil si tus dos protagonistas no se ponen de acuerdo en nada.

En The Ecstasy of Wilko Johnson retrataste la lucha del guitarrista contra un cáncer de páncreas inoperable. ¿Cree que la música tiene algo de terapéutico, en cierto sentido?The Ecstasy of Wilko Johnson

Sí, creo que sí. La música nos ayuda. Creo sinceramente que es una forma de entender quiénes somos, o de intentarlo. La comprensión y aceptación de uno mismo también afecta a tu salud, te hace más fuerte para enfrentarte a lo que venga. Es lo que hizo Wilko.

Pero esto no es algo que se limite en exclusiva a la música: creo que practicar cualquier arte, hacer películas, escribir historias, nos ayuda a encontrar razones para seguir vivos. Y eso, en determinadas situaciones, es un regalo en sí mismo.

Vigo murió a los 29, Sid Vicious a los 21, a Marvin Gaye lo asesinó su padre la víspera de cumplir 45, Strummer murió sorpresivamente a los 50… y todos han pasado por su obra. ¿Tienen algo atractivo para su cámara, los talentos que brillan mucho y se apagan de repente?

No, no me atrae su muerte. ¡Me atrae lo que hicieron en vida! Es cierto que cuando alguien muere joven se lleva con él cierta idea de pureza… porque sólo han sido una versión de sí mismos. Puede que en eso resida cierta idea poderosa porque no les dio tiempo a corromperse, a deconstruir lo que fueron.

Pero eso no tiene que ver necesariamente con que yo haga filmes sobre ellos. Lo que me fascinaba más de ellos es su poder creativo. Eran gente que no se paraba a pensar lo que eran, solo lo eran. Su creatividad, su fuerza, era tremenda. Pero Marvin, por ejemplo, pasó por fases de vacío muy graves antes de morir. Quiero decir, no me atraen sólo porque muriesen jóvenes. La película de Wilko de la que hablábamos no tiene nada que ver con eso. Y Wilko tiene ahora 71 años…

Hace muchos años que no realiza una película de ficción. Pandaemonium aún podía estar basada en hechos reales, pero Bullet es remontarnos a los noventa. ¿Tiene pensado volver a dirigir ficción?PandaemoniumBullet

Tengo un problema con eso. Me gusta la libertad que te permite un documental, es como una banda de Rock’n Roll: cuatro personas, colegas, que se juntan para hacer algo. Pero hacer películas de ficción es mucho más complejo en el sentido de que implica a más personas. Eantraña más medios de producción, centenares de profesionales contratados con un rey en la cima que lo dirige todo… es muy difícil ser espontáneo en esa tesitura. Es un medio muy bello de narrar historias, pero por ahora prefiero la libertad que me ofrece el medio documental para hacerlo.

Aunque sí que me gustaría volver a rodar un drama. Pero no sería una película de estudio de corte hollywoodiense. Eso ya lo probé y no voy a volver a hacerlo. Pero tal vez una película independiente... es algo que sí me gustaría hacer. En cierto sentido, la película de The Kinks podría ser esto... pero ya veremos.

Julien Temple encarna la idea de cineasta punk. No tanto por sus trabajos como por su forma de ser y entender el arte cinematográfico. Ha dirigido ficción para estudios de Hollywood, ha hecho thrillers con Mickey Rourke, Tupac Shakur, Adrien Brody, comedias con Geena Davis, Jeff Goldblum y Jim Carrey, y biopics de cineastas o músicos. Pero, sobre todo, se le conoce como cineasta punk por su extensa trayectoria en el documental musical, y el innegable impacto de la misma, cambiante y revulsivo

Vivió y narró en primera persona el nacimiento del punk. En 1980, con The Great Rock 'n' Roll Swindle, quedó para siempre unido a la historia de los Sex Pistols. Una historia que él mismo reescribiría en La mugre y la furia en 2001. Aunque también filmaría la historia de los Rolling Stones, a Mick Jagger y a Keith Richards con The Origin of the Species. También a la del líder de The Clash con el documental Joe Strummer: Vida y muerte de un cantante, y a la de Dr. Feelgood con The Ecstasy of Wilko Johnson.