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Las mujeres en la ciencia: más allá de Marie Curie

Mientras Sigmund Freud ideaba los principios del psicoanálisis y estudiaba los traumas femeninos, no dejó que su hija estudiara medicina. La anécdota, si así se puede llamar, la cuenta Esperanza Bosch, en un seminario sobre feminista. Como cuenta la doctora en psicología, Anna Freud tuvo que ser maestra hasta los 30 años, cuando empezó a impartir seminarios y revisar las teorías de su padre. Cuando la dejaron, pudo ser una gran investigadora.

Son menos conocidas, son anónimas, menos numerosas... Muchas se quedaron con el camino porque no las dejaron acceder a los estudios. A otras, no les reconocieron sus carreras universitarias. Las mujeres estuvieron excluidas hasta que alguien vio que había mercado. En 1875 el Wellesley College (Massachusetts) abrió como la primera universidad privada para mujeres. 

La visión femenina ha estado primero excluida y después ignorada en el saber científico. Charles Darwin, dice la experta en género, retaba a buscar a alguna mujer que hiciera alguna aportación en un libro de ciencia. El caso de las mujeres en la ciencia es la pescadilla que se muerde la cola: si no se las educa y no tienen acceso a la Universidad, no generan conocimiento que sale en los libros.

Si preguntáramos a cualquiera por diez personajes relevantes en la ciencia, cantaría del tirón; si lo hiciéramos por las mujeres, probablemente hubiera que recurrir a un buscador de internet. Marie Curie, según New Scientist, la más conocida; Hipatia, la primera; Jane Goodall, investigadora parodiada hasta en Los Simpson,... y a buscar en Google.  Por eso es importante visibilizar y reivindicar; para que la visión dominante no sea la única, para quebrar la hegemonía, para dar ejemplo.

El próximo 11 de febrero se celebra el día internacional de la mujer en la ciencia. A medida que se acercan los 'días de', las administraciones se ponen reivindicativas. Este año, la Universitat de València (UV) ha organizado unas jornadas en el Jardín Botánico “para inspirar generaciones presentes y futuras”, del 13 al 16 de este mes. Para que deje de ser tan difícil encontrar nombres en femenino entre las investigadoras. Para que deje de ser un juego de adivinanzas. Para ello, explican en su página web “contaremos con científicas de primer nivel que compartirán con nosotros los proyectos a los que dedican su vida, mostraremos la destacada aportación de las mujeres en sectores donde no estamos acostumbrados a vernos y reflexionaremos sobre el papel de las mujeres en ámbitos como la ciencia ficción”, expone la convocatoria de la Universitat de València.

El ciclo de actividades comenzará con Ana Cros, catedrática de Física Aplicada y directora del Institut de Ciència dels Materials y con Isabel Cordero, doctora en Astrofísica, que impartirán conferencias sobre su experiencia en la materia. El día siguiente, Lucía Hipólito, profesora de Farmacia, impartirá una charla sobre 'Sexo, drogas y dolor', entre otras conferenciantes. Además, hay programada una mesa redonda sobre la mujer en el campo de la ciencia ficción y la proyección de la película 'Hidden Figures'.

Mientras Sigmund Freud ideaba los principios del psicoanálisis y estudiaba los traumas femeninos, no dejó que su hija estudiara medicina. La anécdota, si así se puede llamar, la cuenta Esperanza Bosch, en un seminario sobre feminista. Como cuenta la doctora en psicología, Anna Freud tuvo que ser maestra hasta los 30 años, cuando empezó a impartir seminarios y revisar las teorías de su padre. Cuando la dejaron, pudo ser una gran investigadora.

Son menos conocidas, son anónimas, menos numerosas... Muchas se quedaron con el camino porque no las dejaron acceder a los estudios. A otras, no les reconocieron sus carreras universitarias. Las mujeres estuvieron excluidas hasta que alguien vio que había mercado. En 1875 el Wellesley College (Massachusetts) abrió como la primera universidad privada para mujeres.