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La València distópica y la nostálgica se encuentran en una doble exposición del MuVIM
El MuVIM invita a reflexionar sobre el paso del tiempo en València con una doble exposición de fotografía que se podrá visitar hasta finales de febrero de 2022. Dos viajes en direcciones opuestas que recorren el pasado y el presente de la ciudad, junto a imágenes que proyectan un futuro distópico protagonizado por las consecuencias de la acción humana. Una muestra encargada por la dirección del MuVIM que se integra dentro del ciclo organizado por el museo sobre el cambio climático.
Al entrar a la sala nos esperan, en primer lugar, las instantáneas en blanco y negro de Rafael de Luis Casademunt. En su papel de cronista, el fotógrafo ofrece un particular paseo urbano desde la València de hace 40 años, la de los 80, hasta el presente más inmediato. Algunas de estas imágenes del pasado sobreviven congeladas a su propio tiempo como el cartel del refugio antiaéreo de la Guerra Civil; mientras que otras escenas como las del rastro, en su antigua ubicación de la plaza Nápoles y Sicilia, ya nunca volverán.
“Vemos en las fotografías de los años ochenta como València es una ciudad menos cosmopolita, pero más humana, más transitable, más mirándose sobre sí misma, donde todavía existen los comercios tradicionales y la gente podía pasear por la calle sin empujones como se aprecia en las imágenes de la calle Russafa, en 1985”, describe Casademunt. El fotógrafo destaca que la transformación de la ciudad durante estos cuarenta años se materializa en una degradación provocada “en parte por la gentrificación y la turistificación”, y también por “las propias contradicciones de la ciudad, queriendo ser una cosa y encontrándose con una realidad bien distinta”.
Al fondo de la sala, el tiempo se acelera en la serie de fotografías 'València, futur imperfecte' de Carlos Errando, en la que se imaginan escenarios casi apocalípticos sirviéndose de técnicas que cruzan los límites entre ilustración y fotografía. Fotomontajes ficticios que advierten, por ejemplo, sobre las consecuencias del deshielo y la desertificación en la costa mediterránea.
Sobre ese futuro imaginado, Carlos Errando destaca su fascinación por las contradicciones y las distopías. “Siempre he intentado, mediante el fotomontaje digital, construir imágenes que de alguna forma no son reales, estás mintiendo, pero mientes con una intención y una denuncia”, afirma. El fotógrafo retrata, por ejemplo, montajes de una València inundada a consecuencia del deshielo de los polos; otras de la costa de Benidorm invadida por las dunas del Sáhara; o una fotografía de la playa de Alcossebre en la que aparece otra imagen insertada de una montaña de sal, que simula uniceberg gigante dentro del mar y que a nadie parece asombrar.
Errando, que vivió la riada de València con tan solo cinco años, dice que recuerda perfectamente la ciudad completamente inundada y que por ello esas imágenes le resultan “muy creíbles”. “Ese futuro imperfecto podría pasar”, advierte. Así, este juego de espejos entre la memoria y la distopía se encuentra ahora frente a frente en esta doble exposición para provocar “agitación” a sus visitantes.
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