“Gestionamos todos muy mal el proceso de octubre, los militantes se sintieron heridos”

“Un proyecto político es el organizativo y también el institucional”. Ximo Puig recalca esta idea cuando se le plantea la posibilidad que defiende su adversario en las primarias a la secretaría general del PSPV-PSOE, el alcalde de Burjassot, Rafa García, de que el líder de los socialistas valencianos y el presidente de la Generalitat sean personas distintas.

Al frente de un gobierno compartido con Compromís y con Podemos como aliado parlamentario, Puig se enfrenta a algo impensable hace solo unos meses: que se dispute el liderazgo del partido al presidente de la Generalitat. La derrota en las primarias del PSOE de Susana Díaz, a quien Puig apoyó, y que resultó clamorosa entre los socialistas valencianos, ha propiciado la concurrencia de una candidatura alternativa apoyada por una parte de los seguidores de Pedro Sánchez. La otra parte ha optado por apoyarle para la reelección.

La recogida de avales ha certificado que las posiciones de cara a las primarias del PSPV-PSOE, que se celebrarán el 16 de julio, no son las mismas que las del proceso federal. Puig ha presentado 7.584 avales frente a 4.411 de su rival. Tras las elecciones internas, se celebrará el último fin de semana de julio el congreso del partido, en el que se espera una profunda renovación.

Ha optado por un campaña de bajo perfil, centrada en actos de contacto con los militantes en sus propias agrupaciones.

Sí, creo que hay que hablar con la gente. Buscamos más el formato de coloquio para facilitar un contacto más próximo.

¿Y cómo se está encontrando el partido?

Digamos que hay una parte muy positiva que es que los militantes tienen ganas de participar, de tener un mayor protagonismo. Eso es lo que ha significado el proceso anterior. Por otra parte, también constato la necesidad de renovación y de aumentar nuestra capacidad de apertura a la sociedad.

¿Esperaba tener rival en estas primarias o en su imaginario de presidente ya creía que eso quedaba descartado?

Sinceramente, en principio no. No veía la necesidad de que se presentara una alternativa. Sí que veo necesario que se produzcan cambios en el partido. Ya lo había dicho claramente. Pero probablemente influye que todo viene con un año de retraso. El congreso debió celebrarse con más normalidad, cuando tocaba, sobre todo para adaptarnos a una nueva situación. Hemos pasado de ser un partido de oposición a estar en el gobierno, no solo en la Generalitat sino en el 80% de los ayuntamientos valencianos. Y eso mediante una cogestión de gobiernos plurales. Había que adaptar el partido a esa nueva realidad y este último ha sido un año perdido en ese sentido. El partido ha estado muy centrado en las confrontaciones a nivel federal y eso ha perjudicado al PSPV.

¿No cree que si hubiera adoptado otra postura en las primarias del PSOE no se vería ahora en esta situación?

Probablemente.

¿La presentación de un candidato alternativo es consecuencia de su apoyo a Susana Díaz?

Probablemente. En cualquier caso yo creo que el del PSPV ha de ser un proyecto autónomo siempre.

¿Hay peligro con Pedro Sánchez en la dirección del PSOE de que no lo sea?

Creo que no. Hay un elemento muy positivo entre los acuerdos del congreso federal, como es la aceptación de la plurinacionalidad. El País Valenciano es una nacionalidad histórica, a pesar de que el otro día escuchaba a alguien discutirlo. Somos una nacionalidad histórica porque lo dice el Estatut d'Autonomia. No es que lo pensemos, es que está reconocido en términos legales. Por tanto, eso ha de tener repercusión en la propia concepción del PSOE, que es un partido de ámbito federal pero que tiene que serlo de verdad. Su opinión debe conformarse de acuerdo con la realidad de España, que es una realidad claramente diversa y plural.

¿No cree que podría haber adoptado otra posición que no consistiera en comprometer su apoyo a Susana Díaz frente a Pedro Sánchez?

Siempre puedes adoptar otras posiciones. Probablemente hubiese sido más prudente, pero yo creo que tomar partido no está mal. Expresar lo que piensas que es mejor no debería constituir ningún problema.

Pero cuando puede tener consecuencias institucionales, en tanto que usted es presidente...

Consecuencias institucionales no tendrá. Pase lo que pase en este proceso, yo tengo la legitimación de haber pasado por unas primarias abiertas para mi elección como candidato y, después, la del Parlamento y la del acuerdo de gobierno. Otra cosa es el reforzamiento o el debilitamiento del liderazgo. Sería un poco absurdo como dirigente político mantenerse en un espacio de neutralidad o de no tomar partido. Tienes la obligación de optar. Otra cosa es que aciertes o no. Sinceramente, de lo que sí que me arrepiento no es tanto de haber tomado una opción como de que gestionamos todos muy mal el proceso de octubre, por llamarlo de alguna forma.

¿Se refiere al Comité Federal en el que acabó dimitiendo Pedro Sánchez?

Sí, todo aquel espectáculo. Los militantes se sintieron heridos. Y creo que con razón. Ahora bien, todos tenemos que asumir nuestra responsabilidad. Yo asumo la mía como también creo que fue un error que no nos dejasen hacer la 'entesa' al Senado.

Eso fue en la segunda convocatoria de elecciones generales, cuando le impidieron hacer un acuerdo con Compromís y Podemos para el Senado.

Sí. Mi desencuentro con Pedro Sánchez viene de ahí.

¿No venía de antes?

Básicamente, de aquello. Había habido otras cuestiones, pero aquel fue un momento de desencuentro muy importante. Después hice campaña con él y ojalá que hubiéramos obtenido mejores resultados y que hubiéramos podido conseguir un gobierno a la valenciana en Madrid.

¿Se puede deshacer ese desencuentro?

Por mi parte, sí. La política ha de estar basada en una actitud de apertura y de diálogo permanente. Mantenerse en una actitud numantina o un estado mental maniqueo es antipolítica. Quiero entender a mis adversarios y también a mis compañeros. Aunque eso de la nueva política es discutible, si hay algo ahora evidente es que los que no sepan cogestionar desde las visiones diversas, los que no sepan entender que el diálogo es incluso un fin en sí mismo, estarán fuera de este mundo.

¿Se refiere a la necesidad de gestionar la diversidad?

La necesidad de gestionar la diversidad incluso internamente, en los partidos.

¿Con los avales en la mano, está más tranquilo sobre la existencia de una mayoría que le apoya en el partido?

Hemos producido una confluencia de miradas diversas, algo que he intentado hacer desde el primer momento, desde que soy secretario general. Hemos pasado en este periodo de estar en la oposición al gobierno, de un partido desunido a un partido más cohesionado y después del congreso de Alicante [el anterior congreso del PSPV] intenté conseguir la cohesión. No deberían verse los últimos episodios como una ruptura sino como el hecho de que cada uno, en un determinado momento, ha adoptado una posición. El PSPV como tal está más cohesionado que en muchos años. Lo que de alguna manera hemos recuperado en esta campaña es eso, la plasticidad de las diversas posiciones. Hay gente que ha estado trabajando conmigo que ha tenido una posición diferente a la mía en el proceso federal. No he adoptado decisión alguna respecto a ellos, incluso miembros de mi propio gobierno, ni respecto del portavoz parlamentario, porque me ha parecido legítimo que pudieran tener esa posición, pese a que en momentos determinados surgiera alguna tensión.

Coinciden muchos de quienes le apoyan con los que apoyan a Rafa García en que en el PSPV hay que adoptar decisiones para una renovación importante.

Más que cambios cosméticos, hay que profundizar en cambios que venimos haciendo desde hace cinco años. No hay que olvidar que yo perdí en Sevilla.

Porque era partidario de Carme Chacón frente a Alfredo Pérez Rubalcaba.

Sí, y porque no se aprobó la idea de “un militante, un voto”. Algunos de quienes ahora defienden la otra candidatura estaban entonces en contra de eso. Hemos producido aquí un proceso de innovación política. Somos los que hemos hecho las primarias abiertas más importantes que se han celebrado en España. Hemos innovado en la selección de candidatos locales. Tenemos un puñado de alcaldes y alcaldesas, de concejales y concejalas que realmente son el paradigma del nuevo PSPV. Por eso digo que el PSPV está más vivo y más fuerte que nunca en los últimos 20 años. Todo eso hay que reinterpretarlo y continuar el proceso de modernización. Por ejemplo, solo nos dejaron hacer primarias abiertas a nivel de País Valenciano, pero no en ayuntamientos. Y yo quiero que las hagamos también en ayuntamientos y que continúe el proceso de democratización del partido y de empoderamiento de la militancia. Pero en fase positiva, no en fase de reclamar que nos hagamos la autocrítica y estar mirando al del al lado.

¿Todo eso con qué objetivo?

La hegemonía social. Una hegemonía social que, además, ha de ser compartida, porque ya no es solo del Partido Socialista. Hay otras voces en la izquierda. El gran objetivo estratégico es que el gobierno valenciano de progreso no sea una anécdota, sino que abra un ciclo político suficiente para generar una hegemonía social diferente, progresista.

¿Una vez superadas las primarias, vivirán otro congreso de negociación entre sectores?

Los congresos han de servir para actualizar el proyecto político. Los ejes deben ser más democracia, más federalismo, más valencianismo, más feminismo y más izquierda, en el sentido de más igualdad.

¿Los alcaldes y alcaldesas a los que se refería antes son los que están destinados a hacerse cargo del partido a partir de ahora?

Eso lo decidirán los militantes, pero es evidente que no son uno, dos, tres o cuatro. Son muchos. Hay alcaldes y alcaldesas que tienen una potencia enorme. También hay gente no tan joven pero que es nueva a la hora de asumir responsabilidades y de saber dialogar con otros partidos, ya que muchos gobiernos son compartidos. Todo eso genera un grado de madurez enorme. Tenemos que aprovechar la oportunidad para arraigar profundamente el partido y el proyecto.

Dice Rafa García que el PSPV ha estado muerto.

Si por el partido se entienden actuaciones orgánicas orientadas al interior, es verdad que después de las elecciones hemos tenido menos actividad interna. No ocurrió previamente porque gracias al trabajo que se hizo se consiguió el objetivo de volver al poder local. No teníamos tanto desde 1991, compartido ciertamente, pero con mucha responsabilidad. La adaptación a esta nueva situación no se ha hecho, entre otras cosas, porque estaba pendiente de un congreso que se ha retrasado y porque hemos tenido dos elecciones generales. Ahora es el momento de la modernización y la actualización, de producir los procesos de renovación que han de producirse, pero en la dirección correcta. Hay que profundizar en el cambio y no volver al partido del pasado.

Tanto sus críticos como muchos de los que le apoyan se han referido a que el PSPV es un partido en el que siempre mandan “cuatro”.

Más vale que manden cuatro que uno (risas). Este es un partido no tan jerarquizado como se dice. Los procesos de decisión siempre son discutibles. Yo he compartido bastantes decisiones. Es verdad que la gobernanza futura ha de tender a una mayor horizontalidad.

En la nueva ejecutiva federal de Pedro Sánchez está el valenciano José Luis Ábalos como secretario de Organización. ¿Prevé fricciones con él?

Tengo una positiva relación personal con Ábalos. Es sabido que lo apoyé como secretario provincial de Valencia y es una persona que conoce el partido. Prefiero siempre que haya valencianos en lugares importantes de toma de decisiones. A partir de eso, el PSPV y el PSOE deben tener una lealtad de ida y vuelta. Trabajaremos todo lo que podamos con Pedro Sánchez para que pueda aplicar políticas que ya estamos poniendo en práctica aquí. Por otra parte, el PSPV no será nunca un partido sucursalista. Esa es la lealtad de ida y vuelta.

Sé que no plantea convertirse en el PSC. ¿Está propugnando quedarse a medio camino?

El PSPV siempre ha tenido esa mirada autónoma. Ahora creo que hay que profundizar en ella porque conecta con la aceptación de una visión plurinacional por parte del PSOE. Hemos de ser capaces de darle la orientación federal que exige el momento.

Usted ha manifestado alguna discrepancia con la nueva posición ante el CETA. ¿Qué le parecen las decisiones que está tomado Pedro Sánchez desde que ha vuelto al cargo de secretario general del PSOE?

En general, son decisiones con las que coincido. Por ejemplo con la de votar en contra del techo de gasto. Como gobierno valenciano, ya nos hemos opuesto. Respecto al CETA, creo que la abstención pone de relieve que hay algunas cuestiones con las que no se está de acuerdo. A los valencianos nos interesa por razones obvias. Somos una comunidad exportadora, la segunda en términos absolutos. Cualquier mejora de las reglas del juego en el comercio internacional nos beneficia, y en concreto la bajada de aranceles con Canadá podría ayudar a crear muchos puestos de trabajo en el País Valenciano.

Ahora bien, entendemos todas las miradas. No queremos tampoco hacer de eso una confrontación. Entendemos la abstención, pero la posición desde aquí es que haya reglas del juego claras en la relación comercial. Es más preocupante que no existen reglas del juego, por ejemplo con países asiáticos. Tenemos que buscar que haya un comercio internacional con unas reglas que sean justas. Después del giro proteccionista de Estados Unidos, es importante no caer en el proteccionismo. Esta es casi una reflexión personal.

¿Si es reelegido, será este el último mandato como secretario general del PSPV-PSOE?

Sí. Creo en la limitación de mandatos. También aspiro a un segundo mandato en la Generalitat Valenciana y será el último.