Después de que el año pasado el primer estado de alarma y el confinamiento impidieran la celebración del Primero de Mayo en las calles, en esta ocasión sí que se celebrarán concentraciones (con aforo controlado y teniendo en cuenta los condicionantes sanitarios) en diversas ciudades del territorio valenciano. Estamos, no obstante, ante una jornada marcada por la pandemia y por las consecuencias económicas que la COVID-19 ha tenido en los trabajadores y en el mercado laboral.
Esta misma semana hemos conocido los datos de la EPA (Encuesta de Población Activa) relativos al primer trimestre que arrojan datos preocupantes. A pesar de que hay 3.700 parados menos (394.300 valencianos desempleados), lo cierto es que hay 40.000 ocupados menos (1.993.800 empleados, lo que supone bajar de los dos millones de trabajadores por segunda vez en tres años, después de que sucediera en el segundo trimestre de 2020 durante la primera ola de la pandemia). Esto se traduce en que hay menos demandantes de empleo, ya sea por desesperanza de encontrar un trabajo o porque se recurre a la economía sumergida.
Los últimos meses han estado marcados por los ERTE (expedientes temporales de regulación de empleo) que, tal y como destacan desde las organizaciones sindicales, han actuado de 'salvavidas' del empleo. Sin embargo, en las últimas semanas estamos viendo como han empezado a presentarse ERE (expedientes de regulación de empleo), que sí que acarrean despidos, y que afectan directamente a sectores clave. Los principales ejemplos los encontramos en casos como los de Ford o la banca, con la reestructuración que están llevando a cabo grandes bancos como CaixaBank -tras la fusión con Bankia- o BBVA.
Este tipo de circunstancias afecta sobre todo a los sectores más precarizados, con empleos temporales y de menor calidad. El ejemplo más claro son los jóvenes -como alertaba esta misma semana el Banco de España, uno de cada tres jóvenes menores de 30 años no tiene ingresos-. Precisamente, el observatorio de la juventud de la Generalitat Valenciana reflejaba cómo para el 90% de los jóvenes valencianos el acceso a un puesto de trabajo es su principal preocupación.
Un “paréntesis” en la recuperación
Aunque la pandemia ha tenido efectos evidentes sobre el empleo, “sobre todo en el relacionado con el turismo, la hostelería, el transporte...”, el secretario general de la UGT-PV, Ismael Sáez, considera que tan solo supone un “paréntesis” en la recuperación. Lo sucedido en el sector de la automoción, un sector “sometido a una revolución” y “evidentemente ligado al consumo”, o en el sector financiero, “inmerso en un cambio de modelo”, no considera Sáez que esté directamente relacionado con la crisis sanitaria que ha azotado al planeta los últimos quince meses. Respecto a la evolución del empleo, el dirigente de UGT-PV considera que, si bien los datos no son buenos, “no son preocupantes” en comparación con los que se han registrado en otros primeros trimestres del año: “Vamos a ver como se produce una recuperación en los próximos trimestres”, pronostica, aunque alerta, “otra cosa será ver cuál es la calidad del empleo que se recupere”.
El secretario general de CCOO-PV, Juan Cruz, también ve “pequeños síntomas de recuperación”. Ambos dirigentes aplauden los ERTE como una herramienta que ha permitido “salvar el empleo”. “Por primera vez el PIB ha caído mucho mucho más que el empleo y la destrucción de puestos de trabajo, al menos de momento, no es relevante”, asevera el líder de CCOO-PV, quien confía en que los ERTE “no acaben convirtiéndose en ERE”. En este sentido, al igual que Sáez, coincide en que el sector financiero está llevando a cabo un “reajuste” que ha estado pausado desde hace quince meses: “Entre 2008 y 2021 la banca ha perdido 100.000 trabajadores en España por la concentración”. La situación en la industria, por el contrario, la califica de preocupante: “Si algo nos han enseñado estos meses son muchas debilidades y la excesiva dependencia de determinados sectores. El sector se debe reconfigurar. También recuerda, al igual que Sáez, que quienes más padecen la crisis son los sectores más precarizados y que sufren una mayor temporalidad, como es el caso de los jóvenes, ”pero también las mujeres y los mayores de 55 años“, apuntaba el líder de UGT-PV.
Ambos sindicatos coinciden en que se deben retomar las reivindicaciones previas a la pandemia, y que se centran en reclamar al Gobierno el cumplimiento de compromisos como la modificación de la reforma laboral de 2012, elaborada por el Gobierno de Mariano Rajoy, o la subida del salario mínimo interprofesional hasta dejarlo en el 60% del salario medio.
Por su parte, la secretaria general de CGT, Ana Belén Martínez Villar, carga contra el sistema, que “centrifuga y expulsa del mercado laboral a todo aquél que considera que no es válido”, y aboga: “Ya que no hay trabajo para todos, hay que repartirlo y tiene que ser digno, ya que hay miles de familias que no tienen a ninguno de sus componentes empleados”. “Tenemos que hacérnoslo mirar porque, haciendo un paralelismo con la COVID, el sistema está actualmente con respiración asistida”, explica Martínez Villar, quien denuncia la “feminización” de la pobreza y la precariedad laboral que padecen los jóvenes.