Unos frescos excepcionales de Josep Renau en un palacete de València peligran por su estado de conservación
El Palau de Santángel, en el número 27 de la calle Caballeros del barrio del Carmen de València, alberga hoy en día un restaurante italiano. En la tercera planta, en una sala que antiguamente era un baño, hay unos frescos excepcionales del artista valenciano Josep Renau (València, 1907 - Berlín Este, 1982) que pintó por encargo aproximadamente en 1929. Son cuatro murales en la pared y otros cuatro plafones en el techo de forma hexagonal que, al parecer, el joven artista pintó sobre lienzo.
Los frescos, una obra muy singular en la trayectoria de Renau, evocan escenas de animales y personajes mitológicos, con predominio del desnudo femenino y con una estética art decó. La obra está deteriorada, con algunas grietas y repintada sin demasiado éxito, y “podría perderse si no se aborda una pronta restauración”, advirtió en 2015 un informe del Consell Valencià de Cultura (CVC). Cuatro años después sigue en el mismo estado.
El Palau de Santángel, a tiro de piedra del teatro Talía, fue construido a principios de la segunda década del siglo XX. “En aquellos años se renueva el tejido urbano de Valencia, se construyen barrios con edificios de estupendas fachadas modernistas y art déco”, apunta el periodista Fernando Bellón en su biografía sobre Renau (Alfons el Magnànim, 2008).
El joven Renau era entonces un estudiante de la Escuela de Bellas Artes de San Carlos e iniciaba la carrera artística que le llevaría al compromiso comunista con la II República, a salvar el tesoro artístico español durante la Guerra Civil y al exilio. “Antes incluso de haberse graduado en la Escuela de Bellas Artes, Renau ya es un artista art déco pleno”, apunta el historiador Albert Forment en la introducción al catálogo de la retrospectiva de la obra del intelectual valenciano editado por la Universitat de València y el Ministerio de Cultura en 2007.
Cartelista excepcional, muralista de referencia internacional y comunista ortodoxo, Renau es “uno de los artistas importantes del panorama español del siglo XX”, según el CVC. Su primigenia obra conservada en la calle Caballeros, desgraciadamente, no ha sido restaurada por ser una propiedad privada y por un inquietante desinterés —hasta fechas recientes— por parte de las administraciones públicas valencianas.
El joven responsable del restaurante muestra la sala del tercer piso a quien lo solicita, “suele haber una o dos visitas informales a la semana”, cuenta a eldiario.es. “Forma parte de la historia de la ciudad de València”, remarca el restaurador, quien muestra su predisposición a conservar y divulgar esta joya patrimonial que sin comerlo ni beberlo ha acabado decorando una planta de su establecimiento.
En 2007, el Instituto Valenciano de Conservación y Recuperación de Bienes Culturales (IVACOR) de la Generalitat valoró la restauración de los frescos en 10.000 euros pero no llegó a un acuerdo con el entonces dueño del edificio. La Unidad de Inspección de Patrimonio Artístico concluyó hace cinco años que “será obligación del propietario conservar en buen estado las pinturas murales y las ornamentaciones en general”. El edificio cuenta, según el informe del CVC, con un nivel de protección dos en el Plan Especial de Protección y Reforma Interior (PEPRI) del Barrio del Mercat que obliga a preservar los “elementos constructivos singulares de intrínseco valor que existen en el inmueble”.
La empresa propietaria entró en concurso de acreedores y la Generalitat Valenciana mostró interés en adquirir el edificio, que fue subastado, pero, al parecer, la oferta llegó tarde. El palacete pasó a manos de un nuevo propietario privado que ofreció a la Generalitat adquirir la planta donde están los frescos pero, al no tener una entrada directa desde la calle, la oferta fue rechazada, según fuentes de Presidencia.
El Ayuntamiento de València, tal como recomendó el CVC, ha incluido la obra en el catálogo de elementos a proteger como Bien de Relevancia Local. “Una vez aprobado el Plan Especial de Protección de Ciutat Vella y, dado que el propietario del espacio ha mostrado su predisposición a realizar los trabajos de restauración, la Comisión de Cultura del Ayuntamiento puede prestar asesoramiento e indicaciones técnicas”, afirman fuentes municipales.
La dirección general de Cultura y Patrimonio señala que “los propietarios o poseedores por cualquier título de bienes incluidos en el Inventario General del Patrimonio Cultural Valenciano están obligados a conservarlos y a mantener la integridad de su valor cultural”. Si el propietario no se hace cargo de la conservación, Patrimonio aplicará las “medidas oportunas”, explica escuetamente una portavoz del departamento que dirige la socialista Carmen Amoraga. Así, el pasado jueves, técnicos de Patrimonio visitaron el palacete para estudiar la humedad y los daños que sufre la obra, según informó el diario Las Provincias.
La tardía reacción de las administraciones públicas ha indignado al mundo cultural valenciano. Antonio Marín Segovia, de la Asociación Cultural y Republicana Constantí Llombart, se pregunta “para qué sirve la dirección general de Cultura y Patrimonio”. Marta Hofmann, discípula y colaboradora de Renau, denunció el año pasado que “es una vergüenza que pueda perderse una obra tan bella y bonita”.
El secretario general del Partido Comunista del País Valenciano (PCPV), Javier Parra, critica que el fresco “está en peores condiciones y no se toma ningún tipo de medida”. “Hay que tomarse interés y destinar presupuesto”, apostilla Parra, quien milita en el mismo partido que Renau y ha organizado varias actividades divulgativas sobre la obra del artista valenciano. Parra recuerda que en Alemania han recuperado recientemente un magnífico mural de Renau (cuyo coste de conservación y restauración ascendió a 815.000 euros).
El PCPV denunció en un comunicado la pasada semana “la pasividad de las instituciones ante el deterioro del único fresco de Renau en València”. “Esta situación constata una vez más la necesidad de poner en valor su obra, su figura y su pensamiento, también desde las instituciones valencianas, destinando el presupuesto que corresponde para recuperar a Renau desde su tierra de origen”, añade el comunicado.
Los responsables del restaurante, de momento, están adecentando el piso del edificio donde están los frescos (el local estuvo vacío durante años) y prevén utilizar el antiguo baño con la obra de Renau para cenas privadas, como una especie de reservado. Al mismo tiempo, cualquier persona que lo solicite puede acceder al espacio y deleitarse con los frescos a pesar de las inquietantes grietas que acechan la obra.