Canal 9 ya es historia. Tras una noche surrealista, dramática y tensa, la señal de la televisión autonómica valenciana se ha ido a negro, tras 24 años de funcionamiento, a las 12.19 horas del viernes 29 de noviembre. Un técnico, acompañado por decenas de miembros del Cuerpo Nacional de Policía, ha entrado a la sala de máquinas y ha desconectado el cable de la verdad. Y no lo ha hecho sin resistencia.
Las decenas de trabajadores que custodiaban el acceso a la sala de máquinas han acogido a la policía al grito, en valenciano, de “no teneis vergüenza”, “ladrones” o “RTVV no se cierra”. Probablemente, las imagenes de la comitiva recorriendo un largo pasillo para apagar Canal 9 entre las protestas verbales de los trabajadores agolpados darán la vuelta al mundo
Se ha necesitado de una orden judicial, que conminaba a los trabajadores a deponer su actitud de forma pacífica bajo amenaza de uso de la fuerza policial. Los trabajadores, en cumplimiento de las instrucciones del comité de empresa, que no quiere caer en un delito de desobediencia para defender sus derechos en los tribunales, no han opuesto resistencia físical al apagón de la tele. Lo han hecho tras casi 12 horas de retransmisión en directo del fin de una televisión y al grito, en pleno plató y en directo, de “Fabra dimissió”, dirigido al presidente del gobierno valenciano, Alberto Fabra. Seguramente, un hito mundial.
Antes, el gobierno valenciano, reunido en pleno lejos de su sede habitual en Valencia (en Ibi, Alicante), había amenazado al personal de RTVV con penas de prisión en caso de que no cesaran inmediatamente en su actitud de rebeldía. La reunión, que buscaba alejarse de un eventual tumulto en Valencia, no ha sido tranquila. Decenas de trabajadores de Canal 9 en Alicante y otros ciudadanos han abucheado a Fabra y su gobierno.
Los trabajadores han retrasado el cierre de Canal 9 al atrincherarse en las instalaciones de la cadena e impedir el fin de la emisión ya que ésta no iba acompañada de una orden judicial. Desde prácticamente la medianoche del viernes, la policía tenía tomado el edificio, donde los trabajadores hacían un programa especial -con presencia de la oposición y ausencia del PP, que no ha querido acudir- y en directo sobre el cierre de Ràdio Televisió Valenciana.
La Generalitat aceleró el cierre de la cadena el jueves por la noche, al nombrar en una reunión extraordinaria a los tres liquidadores de la sociedad. Éstos actuaron con celeridad. Uno de ellos, Antonio Hervás acudió a las 02:00 del viernes, acompañado de la policía, al centro de producción de Ràdio Televisió Valenciana para cortar la emisión, muy crítica con el gobierno valenciano desde el anuncio del cierre.
Antes, poco después de la medianoche, se había cortado la señal de la radio autonómica. Con la televisión no iba a resultar tan fácil. Un grupo de trabajadores se ha atrincherado y mientras retransmitían en directo la defunción de la empresa impedían a los técnicos contratados por el liquidador que llevaran a negro la cadena. Pedían, entre otras cosas, la orden judicial que luego llegó.
Paco “Telefunken”, de villano a héroe
Para la historia de la Comunidad Valenciana, y de la televisión, quedan varias imágenes. Entre otras, la de los trabajadores expulsando del control de emisiones a la policía y a los técnicos que iban a proceder al cierre. Y los testimonios desgarradores de decenas de trabajadores que han pasado la noche en vela en defensa de sus puestos de trabajo –hasta hace un mes Canal 9 era un altavoz propagandístico- y de un servicio público que consideran esencial.
Otro ejemplo, la presencia en el plató de Beatriz Garrote, la presidenta de la Asociación de Víctimas del accidente de Metro de Valencia, recibida con una fuerte ovación por los trabajadores. Garrote y su colectivo han sido ninguneados por la Generalitat y, su voz, sistemáticamente silenciada por Canal 9, donde nunca había sido invitada siete años después de la tragedia. Los trabajadores que contribuyeron a ello, en un acto de contrición, han pedido perdón por su colaboración en ese ignominioso apagón informativo.
Para el recuerdo es también la imagen de Paco “Telefunken”, el técnico contratado para matar Ràdio Televisió Valenciana que, tras horas de esfuerzo infructuoso, renunció a pasar al recuerdo como el aniquilador de un medio de comunicación. Telefunken, un anónimo vecino de un pequeño pueblo de Alicante, Gata de Gorgos, ha llegado a ser tendencia mundial en Twitter.
¿Y ahora?
De momento, todos los trabajadores han recibido correos electrónicos de la empresa a las 3 de la madrugada dándoles un permiso retribuido indefinido. La Generalitat no quiere nadie en Canal 9 hasta que logre liquidar la sociedad, lo que pasa, antes, por aprobar un ERE de extinción en el que se despida definitivamente a los más de 1.600 trabajadores de la casa.
Después, habrá que liquidar la empresa. Y eso, si las denuncias presentadas por la oposición ante el Tribunal Constitucional o el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana no prosperan. Tal vez, RTVV no ha dicho su última palabra.