Como si del final de una gran mascletà se tratara, el mundo fallero ha estallado de alegría tras anunciar la Unesco hace escasos minutos que otorga a las Fallas el reconocimiento como Fiesta Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
La mecha de esta mascletá se prendió en el año 2011, cuando el Ayunyamiento inció la redacción del expediente para solicitar este galardón.
La traca ha avanzado todos estos años sin parar salvando diversos cortes hasta el pasado 1 de enero, cuando la Unesco anunció que entraban a formar parte de la Lista Representativa del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, y que por tanto, pasaban a la deliberación final que se está celebrando desde el 28 de noviembre en Addis Abeba (Etiopía), junto a otras 33 fiestas y tradiciones de todo el mundo.
Finalmente, las elegidas han sido las Fallas de Valencia al considerar los diferentes representantes de la Unesco que el conjunto de todas las piezas que engranan esta tradición (esculturas, cantos y bailes, música, indumentaria y joyas) hace de las Fallas una expresión de “creatividad colectiva” que “salvaguarda las artes y oficios tradicionales”.
Tras conocerse la noticia, la Junta Central Fallera, organismo dependiente del Ayuntamiento de Valencia que organiza y regula la fiesta, ha convocado a todos los falleros y vecinos que se quieran unir a plantar una falla 'al tombe' (levantada con cuerdas de forma manual).
La celebración tendrá lugar a las 19.00 horas frente a las Torres de Serrano, lugar emblemático para el colectivo fallero donde cada año las falleras mayores de Valencia realizan la tradicional 'crida', el acto en el que llama a todo el mundo a participar en la fiesta.
Historia de las Fallas
La fiesta fallera aglutina 350 comisiones falleras (asociaciones festeras) y un censo de unos 105.000 falleros solo en la ciudad de Valencia, aunque también se celebra en diferentes localidades de toda la Comunitat Valenciana.
Pero, ¿cuál es su auténtico origen?. Varias son las teorías románticas que se han popularizado sobre el origen de esta fiesta, aunque el verdadero origen sigue siendo a día de hoy una incógnita.
El estudio más riguroso que se ha realizado hasta ahora es obra del vicerrector de Cultura de la Universitat de València, Antonio Ariño, y queda plasmado en su libro 'La Ciudad Ritual'.
Según la documentación recabada en este trabajo, las Fallas no fueron impulsadas inicialmente por el gremio de carpinteros, como siempre se ha pensado, sino que partieron de la inciativa de los vecinos de la ciudad, como síntesis y reelaboración de diversas prácticas festivas y rituales, en un proceso que se fue modelando desde mediados del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX.
En este proceso, las hogueras y los fuegos que se hacían en la tarde de San José convergieron con el ritual de la exposición y quema del ninot (muñeco) de media cuaresma, una costumbre que se llevaba a cabo en muchas regiones españolas y que incluso se exportó a otros países, la cual servía para exponer y criticar hechos y personas de la vida local, que conectaba con toda una serie de prácticas de carácter crítico (coloquios, publicaciones, sainetes, etc..).
Las Fallas son, por tanto, una fiesta vecinal. Son los vecinos los que la organizan, pero desde el primer momento sería habitual la participación de profesionales y artesanos que colaboraban aportando sus habilidades y destrezas técnicas.