“Cuando el bote en el que íbamos naufragó, pasamos mucho miedo, lloramos de impotencia, pero después de 28 horas aguantando en el mar con los restos de la barca neumática, con la ayuda de Dios, vimos venir un helicóptero que nos vió y nos hablaron para calmarnos; dieron aviso al Aquarius y nos rescataron a todos con vida, sentí un gran alivio y mucha felicidad, como si estuviera en el cielo”.
Así ha relatado Fèlix Sesay, sanitario de 23 años natural de Sierra Leona, la odisea que vivió cuando decidió embarcarse en una lancha neumática junto a otras 106 personas para abandonar primero Sierra Leona, su tierra natal, y posteriormente Libia, en busca de un futuro mejor que ha encontrado en València, donde atracó el Aquarius el 17 de junio de 2018 tras un pulso de días con las autoridades italianas, que se negaron a acogerlo.
En la actualidad, Félix colabora como voluntario de Cruz Roja en la ciudad valenciana de Torrent, donde participa en numerosas tareas vinculadas al plan Cruz Roja Responde. articulado para hacer frente a la pandemia del coronavirus, especialmente en lo referente a la crisis social.
Así, colabora en el almacén de alimentos, los entrega a personas mayores que viven solas y a otros colectivos vulnerables dentro del programa 'Menjar a casa' (comida en casa) del Ayuntamiento de Torrent, y ayuda “en cuantas tareas van surgiendo con gran disponibilidad y entrega”, explican desde la ONG.
Y es que, esta no es la primera crisis sanitaria a la que Félix se enfrenta. De hecho, ya trabajó en la Cruz Roja de Sierra Leona como sanitario en la emergencia del ébola en
2014-2015. “Era enfermero y hacía mi trabajo en el sector público y privado para salvar vidas; cuando llegó el ébola mi deber era tomar muestras de los afectados y también de los que murieron por el virus”, explica.
Allí vivía junto a sus padres y sus seis hermanos, pero tras un episodio de lluvias torrenciales su padre murió y la farmacia que tenían quedó destrozada. Explica: “Lo perdimos todo, por eso decidí irme a Libia, donde trabajé como enfermero en un hospital”.
Sin embargo, asegura que fue un momento “muy difícil” en su vida. “Cada mes que iba a cobrar mi salario me atacaban, me golpeaban y me lo quitaban; lo hicieron por completo tres meses, así que finalmente decidí dejar Libia y cruzar el mar porque ya no tenía nada que perder”.
Por suerte, todo salió bien aunque al encontrarse desempleado y no tener la homologación de sus títulos, se siente impotente de no poder ayudar a nivel sanitario en esta crisis de la COVID-19.
En el futuro, asegura que le gustaría encontrar un trabajo que le permita integrarse plenamente: “Vine a España para tener una oportunidad de tener una vida mejor; hice un curso de sociosanitario, pero ahora no tengo trabajo y por eso solicito ayuda para que me convaliden los títulos para trabajar aquí, y también quiero continuar mis estudios de cirujano”.