La filósofa Adela Cortina acuñó el concepto “aporofobia” para hacer referencia al rechazo a las personas pobres. La catedrática apunta que el rechazo a las personas refugiadas o a los inmigrantes no se debe a su condición de extranjeros, sino a que son pobres. “Existen muchas fobias, muchas prevenciones, recelos o miedos en las sociedades (...) Efectivamente existe ese miedo transversal, cuando el extranjero es el inmigrante pobre”, señalaba en una entrevista reciente.
El neologismo ha sido elegido por la Fundación del Español Urgente (Fundéu) palabra del año, la quinta que lleva este título. Hace tres años, la organización impulsada por la agencia Efe y el BBVA otorgó su reconocimiento a la palabra “refugiado”. “(...) En todo el mundo, pero en particular en Europa, la crisis de los refugiados, su tragedia, ha sido noticia a lo largo del año y es muy probable que lo siga siendo mientras las causas que desencadenan la huida de millones de personas de Siria, Irak, Libia y otros países no cesen”, explicaba el director de la Fundación, Joaquín Muller, en 2015. En 2017, la realidad no ha sido distinta; “la aporofobia no ha dejado de estar presente en la actualidad informativa de 2017, con el drama de los migrantes en diversas partes del mundo”, apuntaba el mismo Muller.
La crisis de los desplazamientos forzosos -si es que se puede hablar solo de una crisis- lleva demasiados años siendo una realidad. Los medios de comunicación, que cubrimos la actualidad día a día, a menudo reproducimos un discurso que no ayuda ni a parar el drama humanitario, ni a la integración de las personas que cruzan la frontera. En demasiadas ocasiones somos cómplices de una de las peores formas de racismo: la que se reproduce de forma inconsciente.
Asumir una retórica bélica o abusar de las fuentes oficiales son algunos de los pecados que los periodistas cometemos al hablar de refugiados. La Unió de Periodistes Valencians y la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) han redactado un manual para combatir el discurso xenófobo desde los medios de comunicación. El decálogo ofrece una serie de recomendaciones que invitan a la reflexión, desde la necesidad de humanizar las cifras y relatar las historias que hay detrás hasta una revisión minuciosa del lenguaje, donde recomiendan evitar términos como “asalto” o “invasión” al hablar de la llegada masiva de personas migrantes.
¿Se pueden humanizar las cifras?
Los redactores del dossier, a través de un estudio de las noticias y reportajes aparecidos en los medios, consideran que se abusa de los titulares en los que únicamente hay datos sin contexto, “que no ayudan a entender qué lleva a miles de personas a dejar sus hogares”. El manual recomienda indagar en las mafias que controlan las rutas y en las responsabilidades políticas de las muertes.
“Si no se humanizan estas cifras, únicamente se contribuye a marcar distancia”, señala, al tiempo que recuerda que cuando en Europa se produce un acto terrorista sí se acostumbra a dar al menos el nombre de las víctimas.
¿Son las fuentes las adecuadas?
Los redactores recomiendan no quedarse solo con las fuentes oficiales. Y con mayor motivo tras conocer el análisis de la periodista Mónica García, que en 600 piezas estudiadas ha señalado que solo se encuentran 836 fuentes, 1'4 por noticia. El trabajo de garcía evidencia también que se abusa de las fuentes institucionales y de los teletipos de agencia para tratar estos temas. “Se da mucho poder a pocas voces y se obvian los testimonios directos”, manifiesta el documento. Policía y Delegación de Gobierno son las más abundantes en detrimento de las voces de los afectados.
Como recomendación en este punto, la Unió apunta a “convertir el objeto de la información en sujeto activo informante y dar voz a las personas migrantes y a las entidades sociales especializadas” en lugar de reproducir el discurso oficial.
¿Predomina el discurso alarmista o el de convivencia?
El colectivo de periodistas invita al informador a plantearse esta pregunta al terminar su artículo. “Por discurso xenófobo se entiende todo aquel que promueve la distinción entre un 'nosotros' y un 'ellos' o un 'los otros”, recuerda. Un discurso que además genera estereotipos y contribuye a crear un clima de exclusión, en base a una sensación de alarmismo y catástrofe por la llegada de personas migrantes.
Frente a ello, el manual invita a informar “desde un discurso reflexivo y de convivencia que promueva la cohesión social y la paz con piezas libres del discurso xenófobo”.
La generación de estereotipos
Enfatizar constantemente en el origen o religión, generalizar, abusar de eufemismos y vincular la inmigración con la delincuencia y la marginación, produce un discurso que facilita la creación de estereotipos. Si el origen de la persona y su religión no aportan nada, no hace falta insistir en ellos.
“Identificar un hecho individual con toda una nacionalidad o minoría étnica es, sencillamente, un acto injusto y peligroso que dificulta la convivencia”, señala.
¿Esta imagen es la correcta?
Del mismo estudio de la periodista Mónica García se extrae que es habitual encontrar imágenes que potencian la deshumanización, como las de grandes masas de personas. Además, en las cuestiones relativas a inmigración, se abusa de las imágenes de personas negras o con símbolos religiosos muy llamativos a nivel visual, como es el velo. “Hay que extremar la sensibilidad al escoger una imagen y cuestionarse si se hace desde el paternalismo, si se invade la privacidad o si caemos en el sensacionalismo”, recuerda el manual.
La importancia de la terminología
El lenguaje no es neutro y utilizar expresiones como 'olada', 'asalto' o 'invasión' en lugar de hablar de llegada de personas no es adecuado. El dossier ofrece un glosario de términos para “periodistas sensibilizados con la inmigración” en sustitución de los anteriores en tono beligerante.
Declaraciones xenófobas
Los discursos xenófobos incitan claramente a la violencia. El manual aboga por no reproducir únicamente la cita, aunque ofrezcan titulares llamativos, ya que pueden convertir a los medios en altavoces de los racistas. Se debe “enfocar este tipo de noticias desde un punto de vista crítico con la declaración racista, aportar cifras y contextualizar con argumentos que muestren la falsedad de las palabras”, apunta.
El velo y el burquini ¿un debate que ayuda?
Desde el colectivo profesional plantean esta reflexión y recuerdan que los medios de comunicación tienen el poder de colocar ciertos temas en la agenda pública. Es decir, de marcar de qué se va a hablar. Por ello, piden especial cuidado a la hora de arrancar debates “viciados”, como el uso del burquini y el velo en espacios públicos.
En este sentido, se propone “cambiar la agenda informativa, dar paso a la información en positivo y alejarse de todos los debates que no llevan a nada más que a generar diferencias, desde un punto de vista negativo, entre culturas”.
La responsabilidad en redes sociales
El discurso de los medios no acaba en los propios medios, recuerda el colectivo. Las redes sociales son un elemento importante de difusión que también hay que cuidar. “Si el medio decide tener la posibilidad de que sus lectores puedan comentar tendrían que asumir la responsabilidad que comporta y moderar”, considera el informe.
¿Cómo combatir el discurso xenófobo?
“Se puede hacer mediante un periodismo militante y comprometido que tome responsabilidades. Un periodismo que informe pensando en el hecho de que es mejor vivir en una sociedad pacífica, tranquila y acogedora para todas las personas sin importar su procedencia”.