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Los fugitivos nazis en la costa española: la serie de Netflix 'Jaguar' rememora la oscura colaboración franquista

El 'cazanazis' Efraim Zuroff, ex agente del FBI y presidente de la Fundación Simon Wiesenthal, sostiene el dossier sobre Aribert Heim.

Lucas Marco

24 de septiembre de 2021 23:13 h

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La ruta de las ratas salía de los territorios ocupados por el III Reich, pasaba por el Vaticano, saltaba a la costa española y, en algunos casos, acababa en Sudamérica. Un número desconocido de criminales de guerra nazis se asentó en España durante el franquismo, siendo acogidos con los brazos abiertos por el régimen. Un puñado de investigaciones de periodistas e historiadores han arrojado luz sobre la presencia de fugitivos nazis de diversas nacionalidades —alemanes, croatas o belgas— en la costa. La serie Jaguar de Netflix, protagonizada por la actriz Blanca Suárez, ha rescatado en una disparatada trama de ficción las andanzas de Otto Skorzeny y del médico del campo de concentración de Mauthausen Aribert Heim (el Doctor Muerte) en la España franquista.

Uno de los epicentros de la fuga de los criminales nazis, buscados por la naciente justicia internacional, fue la localidad valenciana de Dénia. El cementerio del municipio turístico conserva las tumbas de varios nazis refugiados en la España franquista. En Les Rotes, la zona a los pies del parque natural del Montgó, una villa conocida como la 'Casa de los Alemanes' acogió a prófugos con la colaboración de aliados autóctonos. Un asador con forma de pozo mantenía forjado el símbolo de Thule (una esvástica curvada), que representaba la sociedad secreta fundada en Alemania en 1919 por Karl Ernst Haushofer.

“Era una casa de familia falangista con muy buena relación con muchos alemanes que habían llegado antes de la guerra y se convirtió en un punto de encuentro donde se recibía a personas de paso hacia otros destinos”, explica el periodista Joan Cantarero, autor de La huella de la bota. De los nazis del franquismo a la nueva ultraderecha (Temas de hoy, 2010). “Allí se atribuye la presencia de Aribert Heim”, agrega el escritor, que ha investigado el rastro de los criminales de guerra nazis en la costa mediterránea.

La villa fue abierta al público en 1951 con el nombre de Casa Finita, propiedad de la falangista Josefa Gallego. Hoy en día, ya desaparecida la esvástica del jardín, alberga el Hotel Palau Verd. Cerca de la villa, en el paseo de Les Rotes están los Bremer's Bungalows, propiedad del nazi Gerd Bremer. El acceso al recinto se asemeja, según el periodista, a la entrada al campo de concentración de Mauthausen. “En Valencia y Alicante, con las navieras de por medio, hubo mucho negocio para estos personajes”, afirma el periodista Joan Cantarero.

Tras escribir su novela Lo que esconde tu nombre (Planeta, 2010), ambientada en los refugios nazis de Les Rotes de Dénia, la escritora Clara Sánchez recibió cartas intimidatorias de filonazis y familiares de alguno de los criminales mencionados en el libro, que obtuvo el Premio Nadal. “Durante la II Guerra Mundial, la costa mediterránea era un territorio donde operaba todo el mundo, como Casablanca sin Casablanca”, señala el autor de La huella de la bota. “No es una historia fácil de indagar, a mi me costó mucho, tuve buenos contactos que abrieron algunas puertas”, agrega la semana en que se ha estrenado la serie de Netflix.

“No tenían internet pero tenían sus contactos para poder saber cuál era la vía de escape”, cuenta Cantarero. José María Irujo, periodista de El País, consiguió la lista de los espías nazis protegidos por el franquismo en España, tal como detalla en su libro La lista negra (Aguilar, 2003). El historiador Carlos Seidel también ha documentado la colaboración del franquismo con sus antiguos aliados en España, refugio nazi (Temas de Hoy, 2005) y, más recientemente, el profesor de la Universidad de Wyoming David A. Messenger publicó La caza de nazis en la España de Franco (Alianza, 2018). El equipo de cazadores de nazis del Centro Simon Wiesenthal situó al Doctor Muerte en la provincia de Alicante en distintos periodos de tiempo.

Gerd Bremer celebraba por todo lo alto su cumpleaños cada 25 de julio. En 1979, la banda de música de Dénia acudió a tocar al aniversario de aquel alemán alto. El músico Josep Sendra contó al periodista Joan Cantarero sus recuerdos de la escena de aquella jornada: “El señor Bremer con el uniforme de las SS, con la calavera en la gorra, las polainas altas y dos perros doberman enormes, uno a cada lado”.

Otro de los criminales localizado en España fue Fredrik Jensen, sospechoso de ayudar a la protección de Aribert Heim y domiciliado en la lujosa urbanización Los Belvederes, en el Nordic Royal Club de Marbella.

La España del general Francisco Franco fue un auténtico paraíso para criminales de guerra de diversas nacionalidades. En Carcaixent (Valencia) residió hasta su misteriosa muerte el general Vjekoslav Luburic, máximo responsable de los campos de concentración de la Croacia pronazi.

El periodista y escritor Francesc Bayarri ha investigado la vida en España del general Luburic así como su misterioso asesinato. En su libro, Cita a Sarajevo (Austrohongaresa, 2019) ha rescatado las cartas y las agendas del criminal de guerra. El líder croata, que contaba con financiación del franquismo, mantenía contactos con ministros, gobernadores civiles, comandantes de la Guardia Civil, militares, policías de la Brigada Político Social y la Hermandad Nacional de la División Azul, entre otros elementos del régimen.

Más conocidos fueron dos elementos con muchos cadáveres a sus espaldas que vivieron tranquilamente durante la dictadura y más allá. Otto Skorzeny, el coronel austriaco de las SS con una enorme cicatriz en el rostro encargado de misiones especiales para Adolf Hitler, fue uno de los principales organizadores de la red Odessa en España que permitía la fuga de los criminales nazis. Léon Degrelle, oficial de las Waffen SS y líder fascista belga, también logró refugiarse en España, donde usó el nombre falso de José León Ramírez Reina.

Ambos publicaron sus respectivos libros de memorias en editoriales filonazis españolas. El de Degrelle, titulado gráficamente Memorias de un fascista, lleva un prólogo de Skorzeny. Las reliquias literarias se pueden encontrar aún en librerías de viejo. Skorzeny falleció en Madrid en 1975 tras una larga etapa como empresario. Degrelle murió en Málaga en 1994.

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