En los próximos 30 años, entre el 40 y el 50 % de los empleos actuales desaparecerán y serán automatizados en un proceso creciente e irreversible de robotización. Eso es lo que opina Paul Mason, editor de economía de “Channel 4” y columnista de “The Guardian”, en su libro Postcapitalism: a guide toourfuture. Mason en su libro recoge la tesis de Frey y Osborne, profesores de la Universidad de Oxford, y que en su informe Thefuture of Employment, publicado a finales de 2013, señalaban que el 47 % de los empleos actuales tal y como los conocemos desaparecerán en un periodo de 20 años, fruto de la informatización y robotización de procesos de trabajo.
Lo más significativo de los trabajos de Mason y de Frey y Osborne apunta además en una doble dirección. Por un lado, señalan que la desaparición de empleos, de ese 40-50 % de trabajos, afectará principalmente al sector servicios más que a la industria. Es decir, los procesos de robotización y automatización afectarán de forma profunda al sector servicios. Así, en un listado de 702 profesiones, Frey y Osborne indican la probabilidad de desaparición de las mismas afectadas por los procesos mencionados, desde las que total seguridad desaparecerán hasta las que muy probablemente no podrán ser sustituidas por la automatización. Y en su trabajo, ambos profesores de la Universidad de Oxford, indican que en una primera fase desaparecerán la mayoría de los trabajadores del sector transporte y de la logística, así como los administrativos y aquellos vinculados a los procesos de fabricación “susceptibles de ser sustituidos por capital informático”. Más adelante, lo serían cajeros y los trabajadores de la construcción, debido a los procesos de la prefabricación de viviendas. Ni siquiera hace falta mencionar las consecuencias de esto en nuestro país. Y ojo, también señalan Frey y Osborne que el proceso afectaría también a trabajadores de alto valor añadido como asesores fiscales o arquitectos. Un cataclismo vaya. Algo tremendo y que ni siquiera podemos, más allá de las cifras, imaginar siquiera.
Y por otro lado, y esto también es tremendamente novedoso, es que tanto Mason como Frey y Osborne, indican que los trabajos que desaparezcan no serán sustituidos por otros nuevos. Así, hasta ahora, las distintas revoluciones económicas, la agrícola, las dos o tres industriales (dependiendo de los autores), tenían como axioma dominante en sus análisis que los viejos empleos destruidos en el proceso de cambio eran sustituidos por otros empleos nuevos y distintos en sectores todavía no conocidos. Así por ejemplo, el obrero mecánico de una línea era en teoría sustituido por un informático que programaba el funcionamiento de esa línea de montaje. Pues bien, ahora hay consenso en que ese empleo destruido en el sector servicios no será sustituido por empleo nuevo salvo en un porcentaje ridículo. Para entendernos, ese 47 % del empleo actual que desaparecerá no será sustituido por los “trabajos creativos” de Richard Florida ni por otros salvo en un 2-3 %.
En definitiva, el panorama que se atisba se basará en un ínfimo porcentaje en esos llamados “empleos creativos”, y después en una creación de empleo que se centrará en empleos de muy poco valor añadido y con sueldos muy bajos, lo que David Graeber llama “Bullshit Jobs”. Y lo que es lo verdaderamente importante y dramático: un paro estructural brutal, que superará muy probablemente el 40-45 %.
Pues bien, ¿cómo responder a estos retos, retos que ya están ahí? ¿Qué hacer? Pues bien, sin duda las élites, y más en su versión extractiva, pueden verse tentadas por utilizar las distintas oportunidades que les proporciona el manejo de la superestructura (leyes, medios coercitivos, mass medias, etc, etc) para no verse despojados de su poder, para incrementarlo todavía más, aún a costa de la miseria de la inmensa mayoría de la población. Ahora bien, tampoco deberían olvidar que según Marx (ya verán que pronto se vuelve a poner de moda Karl, no Groucho) la Ley de la Miseria Creciente es la antesala de la desaparición del capitalismo y de las élites existentes, de la Revolución vamos. Y que el Estado de Bienestar ha estado y está aún ahí, y que no se va a olvidar tan rápidamente. Es por ello, por lo que el capitalismo, un superviviente nato, no lo olvidemos, seguramente actúe en una doble dirección. En primer lugar, se implantará la renta básica, una renta mínima que garantizará la supervivencia de todos y también, no lo olvidemos, la paz social. Y también, es muy probable que se proceda a un reparto del empleo manteniendo salarios, es decir, que la jornada laboral se reduzca a 20-25 horas semanales. Y ambas actuaciones se darán en un contexto donde, y esto también es trascendental y lo que algunos definen como el fin del capitalismo en sí mismo, el valor de uso y el valor de cambio del empleo ya no son equiparables ni muchas veces comparables. Así, el trabajo cooperativo y colaborativo, y el mejor ejemplo es Wikipedia, hecha con la colaboración desinteresada de miles y miles de personas, se está abriendo paso, y en un contexto de cambios tecnológicos cada vez puede estar más presente.
En resumidas cuentas, el futuro del empleo, de la sociedad occidental se adivina imperfecto, muy imperfecto. Pero también, y ahí algo tendremos que decir los ciudadanos, también puede ser si no perfecto si al menos soportable. Y digno. Veremos.